P. Joaquín Alliende Luco. «En marzo de 1963 tuve la gran oportunidad de estar 15 días con el Padre Fundador en Milwaukee. Tenía el encargo de presentarle una posible táctica apostólica de Schoenstatt en Chile. Entre otras cosas, paseamos por el cementerio que él solía recorrer meditando, le hablé de un pedido para que la Comunidad de los Padres tomara la responsabilidad pastoral del Santuario de Maipú. Me extendí en las razones que aconsejaban tomar este trabajo.
Le manifesté que me parecía que era una responsabilidad nuestra el tratar de salvar la tradición mariana de Chile y América Latina, y proyectarla audazmente hacia la Iglesia de las nuevas playas. Le manifesté que probablemente ninguna otra comunidad se interesaría por esta labor a la vez tradicional y futurista. Además le indiqué cuán interesante era el servicio de un Santuario Nacional para comenzar a aunar las fuerzas cívicas en la Iglesia, en el sentido de la Confederación Apostólica Universal (CAU). Hacía frío en los caminitos invernales del Cementerio de Milwaukee. El Padre caminaba silencioso junto a mí. No interrumpía. Al terminar mis palabras me dijo: «Ud. Tiene razón en todo lo que me ha dicho, pero se equivoca en la conclusión última. No sólo la Comunidad de Padres debe trabajar en el Santuario Nacional, sino debe cuidarse que estén allí también las Hermanas Marianas y todo el Movimiento cooperando con la Virgen María, para que Ella sea cada vez más la Madre del Pueblo de Chile»…
El padre Kentenich ademas de ser Un padre siempre padre, profeta y camino conductor a la Matercita para mi es un ejemplo vivo, cuando he leido varias de sus biografias he encontrado apoyo y muchas respuestas en muchas circunstancias de mi vida ayudandome a sortear y seguir adelante siempre confiando en el amor misricordioso del Señor y en el cobijamiento Maternal de la Madre.