Publicado el 2019-03-24 In Sinodo 18

“Los jóvenes desean afirmar la dignidad inherente al trabajo”

COSTA RICA, Maria Fischer, José Alejandro Martínez •

¿Qué hace el Secretario General del Dicasterio para Laicos, Familia y Vida en su cumpleaños? El Padre Alexandre Awi de Mello cumplió 48 años el pasado 17 de enero del 2019. Inició el día viajando desde Panamá hacia Costa Rica, ya que tenía el anhelo de poder celebrar el día 18 con “su” Juventud Masculina de Brasil (la misma de la cual fue asesor durante muchos años), y con el resto de los jóvenes schoenstattianos del mundo que se reunían durante aquellos días en Costa Rica para vivir el Encuentro Internacional de la Juventud de Schoenstatt previo a la JMJ. Asimismo, entre otras actividades programadas que tenía, llevaba en su agenda como punto de partida el impartir una conferencia sobre el tema de trabajo y vocación, el cual será el punto central de este artículo. Y como no podía ser de otra manera, el Padre Alexandre decidió regalar a través de su plática un impulso desde la experiencia que vivió en el Sínodo de los Obispos sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, llevado a cabo el pasado mes de octubre del 2018.—

Fue realmente una charla excepcional, la cual partió tanto de la documentación recogida por el Dicasterio durante la asamblea de jóvenes de todo el mundo que se llevó a cabo previamente al citado Sínodo (y que fue parte de ese camino sinodal de preparación al mencionado encuentro), como del documento final que resultó de dicho Sínodo. La conferencia respondía a la invitación e iniciativa de la rama de profesionales jóvenes de Costa Rica (tanto masculina como femenina), quienes buscaban conocer un poco más a fondo el pensar y las impresiones del Padre Alexandre sobre lo que la Iglesia espera del joven profesional católico en el mundo actual (de acuerdo a sus vivencias en el Dicasterio, en el Sínodo y el mundo laboral).

A la cita se hicieron presentes gran parte de las 50 profesionales jóvenes femeninas que militan en la rama de Costa Rica, así como varios de los miembros y monitores que integran los 4 grupos de la Rama de Jóvenes Profesionales Masculinos. Del mismo modo, acudieron un buen número de matrimonios de la Obra Familiar, algunas jóvenes profesionales de otros países que se encontraban en Costa Rica como consecuencia del Encuentro Internacional, y otros interesados (entre ellas una joven periodista del periódico costarricense Eco Católico, que precisamente había entrevistado al Padre Alexandre unas horas antes). Recordemos que el P. Alexandre estaba involucrado en el proceso de preparación del Sínodo ya antes de su nombramiento en el Dicasterio, y participó tanto en el Pre-Sínodo como en el Sínodo mismo. Asimismo, era parte de la comisión de enlace del Vaticano con la Arquidiócesis de Panamá para los preparativos de la JMJ, por lo tanto su visita a Costa Rica no pasó desapercibida ni para las autoridades eclesiales ticas, ni para los medios de comunicación católicos de dicho país. Así entonces, al enterarse la joven periodista de la conferencia inmediatamente mostró su interesó en asistir, a lo cual el Padre Awi respondió con una calurosa invitación a la misma.

Trabajo y vocación – partiendo de la propia experiencia

Que mejor manera de introducir el tema de trabajo y vocación, trabajo como vocación, vivir la vocación personal en el trabajo…, que contando su propia historia de búsqueda y discernimiento. Esto fue justamente lo que hizo el Padre Alexandre al presentarse como “padre, sacerdote, padre de Schoenstatt, siempre”. Contó que son ya 17 años y medio los transcurridos desde su ordenación sacerdotal, y casi todos éstos trabajando con la juventud. Curiosamente no comenzó su vida profesional como sacerdote, sino como parte de la Marina del Ejército de Brasil, donde según comentó siempre se sintió cómodo ya que le gustaba ese mundo donde la disciplina, el orden y el respeto imperaban. Sin embargo fue en ese mundo también donde se encontró más profundamente con la fe, mientras colaboraba con otros muchachos en la capilla del Colegio Naval. Con humor mencionó que en broma los llamaban los “capeletes”, porque eran los jóvenes que desde la autenticidad de cada uno siempre permanecían firmes en brindar su ayuda y asistencia en la capilla. Poco a poco e inesperadamente -indicaba mientras se notaba con claridad como la audiencia seguía con gran interés su relato de discernimiento- fui sintiendo mayor satisfacción, plenitud y alegría de mi trabajo en dicha capilla que en mis funciones en la marina. Fue así entonces que aproximadamente dos años antes de egresarse como oficial de la Marina, sintió un llamado en su corazón que lo llevó a dejar la carrera militar, con la finalidad de hacer un discernimiento más profundo de su vocación y así verificar si verdaderamente debía entrar o no al seminario. Al poco tiempo terminó con la novia que tuvo en Brasil, y decidió viajar a Chile para conocer más sobre la juventud y la espiritualidad de Schoenstatt, el cual precisamente había conocido a través del capellán del Colegio Naval (quien era un padre diocesano de Schoenstatt que había construído una ermita de la Máter en la capilla a la cual asistía). Estando en Chile siguió su proceso de discernimiento, proceso que definitivamente no fue de un día para otro. Incluso volvió a iniciar una relación de noviazgo, a la cual debió darle fin también una vez que llegó a la convicción total de que su misión de vida no era ni el trabajo en la Marina, ni casarse y formar una familia, sino el llevar y hablar de Dios a la gente, el ser sacerdote y estar al servicio del Movimiento de Schoenstatt. Ello lo llevó finalmente a ingresar al Noviciado de los Padres de Schoenstatt.

Desde entonces terminó sus estudios en los seminarios del Instituto de los Padres de Schoenstatt, trabajó un año en una parroquia, y luego comenzó sus labores con la Juventud del Movimiento en Brasil, misión que lo hizo sentir durante todo ese tiempo que se encontraba en el lugar preciso y que se desarrollaba profesional y espiritualmente de acuerdo con la manera que siempre soñó vivir su vocación. Estuvo prácticamente siempre laborando en la Juventud de Schoenstatt, hasta que, después y gracias a unos encuentros eclesiales en Aparecida (donde también participó el entonces Cardenal Bergoglio), su vida comenzó a tomar un giro distinto. Providencialmente, a la sombra de dicho santuario mariano el Padre Alexandre estableció una relación personal de amistad con otro cura (el Padre Jorge, como le gustaba que le llamasen), con quien siguió manteniendo correspondencia contínua. Más adelante, precisamente en el año 2013, vuelve a encontrarse con el ya Papa Francisco en la JMJ celebrada ese año en su ciudad natal Rio de Janeiro. Fue ahí donde dicha amistad se consolidó aún más. Como resultado de esa cercanía con Francisco, decide éste llamarlo para trabajar con él en el Vaticano, y asumiese el cargo de Secretario General del Dicasterio para Laicos, Familia y Vida, tarea que desempeña en Roma desde junio del año 2017, y que este mes de enero le llevaba a Panamá.

Jesús es la repuesta – ¿pero quién pregunta?

“Jesús es la respuesta – ¿pero quién pregunta?”… Con esta frase tan sencilla a primera vista, el P. Alexandre muestra el cambio copernicano suscitado en la Iglesia durante la preparación y el desarrollo del Sínodo de Jóvenes. “La Iglesia sabe dar respuestas y las tiene”, explicó el P. Alexandre. Pero esta vez, a diferencia de casi todas las ocasiones anteriores, decidieron comenzar a preparar la temática que sería tratada en el Sínodo estableciendo una fase previa de escucha atenta a lo que la misma juventud dijo, preguntó, interpeló, consultó, e interrogó durante la asamblea de jóvenes pre-sinodal. “Todo comenzó y se desarrolló preguntando a los mismos jóvenes…  Nunca antes hubo un proceso de escuchar como éste”, afirmó.

Tal y como lo hizo el P. Alexandre en su discurso durante esa fresca noche de enero en Costa Rica, citamos aquí el texto del Documento final de la reunión pre-sinodal de los jóvenes sobre los temas de trabajo, justicia social y construcción de un mundo más justo, más solidario.

Los jóvenes y el futuro

Los jóvenes sueñan con seguridad, estabilidad y plenitud. Muchos esperan una vida mejor para sus familias. En muchos lugares del mundo, esto significa buscar seguridad física; para otros, esto se relaciona más específicamente con encontrar un buen trabajo o un cierto estilo de vida. Un sueño común en todos los continentes y océanos es el deseo de encontrar un lugar al cual el joven pueda sentir que pertenece.

Vislumbramos mejores oportunidades de una sociedad que es coherente y que confía en nosotros. Buscamos ser escuchados y no meros espectadores en la sociedad sino participantes activos. Buscamos una Iglesia que nos ayude a encontrar nuestra vocación en todos sus sentidos. Tristemente, no todos nosotros creemos que la santidad sea algo alcanzable ni un camino a la felicidad. Necesitamos revitalizar el sentido de comunidad que nos conduzca a un sentido de pertenencia.

Algunas situaciones concretas hacen difícil nuestra vida. Muchos jóvenes han experimentado grandes traumas de diversas formas. Muchos sufren todavía el peso de enfermedades físicas y mentales. La Iglesia necesita apoyarnos más y proveer vías que ayuden a nuestra salud. En algunas partes del mundo, la única forma de asegurarse un futuro es recibiendo una educación superior o trabajando excesivamente. A pesar de que esto es un estándar comúnmente compartido, no es siempre posible, debido a varias circunstancias en las que los jóvenes se encuentran. Esta idea es una noción predominante que ha afectado nuestra concepción del trabajo. No obstante esta realidad, los jóvenes desean afirmar la dignidad inherente al trabajo. A veces, terminamos abandonando nuestros sueños. Tenemos demasiado miedo, y algunos de nosotros hemos dejado de soñar. Esto se ve en muchas presiones socio-económicas que pueden robar el sentido de esperanza de los jóvenes. En ocasiones, ni siquiera tenemos las oportunidades para seguir soñando.

Por esta razón, los jóvenes buscan comprometerse y afrontar la problemática de la justicia social en nuestro tiempo. Buscamos la oportunidad de trabajar para construir un mundo mejor. En este sentido, la Doctrina Social de la Iglesia es una herramienta particularmente informativa para los jóvenes católicos, quienes también quieren seguir esta vocación. Queremos un mundo de paz, que armonice una ecología integral con una economía global sustentable. Los jóvenes que viven en regiones inestables y vulnerables, desean y esperan acciones concretas de parte de sus gobiernos y de la sociedad: poner fin a la guerra y la corrupción; afrontar el cambio climático, la desigualdad social y la inseguridad. Lo que es importante destacar es que más allá del contexto, todos comparten el mismo deseo innato por altos ideales: paz, amor, confianza, equidad, libertad y justicia.

Los jóvenes sueñan con una vida mejor, pero muchos se ven forzados a emigrar para encontrar una mejor situación económica y ambiental. Buscan paz y son especialmente atraídos hacia el “mito occidental”, como lo presentan los medios de comunicación. Los jóvenes africanos sueñan con una Iglesia local autónoma, que no requiera de la ayuda que los lleve a la dependencia, sino una que sea capaz de dar vida a sus comunidades. A pesar de las muchas guerras y las intermitentes propagaciones de violencia, los jóvenes mantienen la esperanza. En muchos países occidentales, sus sueños están centrados en el desarrollo personal y la auto-realización.

En muchos lugares existe una gran brecha entre los deseos de los jóvenes y su capacidad de tomar decisiones a largo plazo.

P. Alexandre, José Alejandro Martínez

Vivir mi opción profesional como vocación

Finalmente, en un conversatorio muy vivo y espóntaneo motivado por las preguntas de los jóvenes profesionales al P. Alexandre, se generó un ambiente lleno de calidez, de buen rollo, y sobretodo, de gracia. Se compartieron vivencias, consejos, experiencias y se generó vida a través de esa cultura del encuentro, de ese espíritu sinodal de “acompañarnos unos a otros” que tan bien encarna el P. Alexandre, y que justamente comparten el Papa y nuestro querido PJK. Al cerrar la velada, el P. Alexandre volvió a animar a todos los presentes a vivir la opción profesional como vocación, y preguntarse: “¿Dónde puedo desarrollar más mis talentos al servicio del Reino de Dios?… Siendo mis talentos y mis deseos guía de discernimiento, porque yo – con los talentos que el Señor me regaló y con los que no – soy una misión de Dios en esta tierra, y los jóvenes, y no solo ellos, “desean afirmar la dignidad inherente al trabajo”.

Documento final de la reunión pre-sinodal de los jóvenes

Fotos: José Alejandro Martínez, Maria Fischer

“Los jóvenes de hoy anhelan una Iglesia que sea auténtica”

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