China

Publicado el 2018-09-26 In Francisco - iniciativas y gestos, Francisco - Mensaje

Un momento histórico para la Iglesia: de nuevo, puentes en vez de muros

PUENTES EN VEZ DE MUROS, PAPA FRANCISCO, redacción •

Es un momento histórico para la Iglesia universal. Se pone fin a las dos iglesias catolcias en China que convivían hasta la fecha: la oficial y la clandestina. A cambio, Pekín reconoce al Papa como jefe único. Puentes en vez de muros. La fe cambia la historia. —

El secretario de Estado, Pietro Parolin, artífice y defensor del acuerdo, ha explicado en un videomensaje la sustancia. “Por primera vez, hoy, todos los Obispos en China están en comunión con el Santo Padre, con el Papa, con el Sucesor de Pedro. […]Se necesita unidad, se necesita confianza, como también se necesita tener buenos Obispos que sean reconocidos por el Papa, por el Sucesor de Pedro, y por las legítimas Autoridades civiles de su país”.

El Papa Francisco en la Audiencia general de hoy, 26 de septiembre, ha dicho:
“Queridos hermanos y hermanas, el sábado pasado, 22 de septiembre, se firmó en Pekín un Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China sobre el nombramiento de los Obispos en China.
El Acuerdo es el resultado de un largo y ponderado camino de diálogo, destinado a fomentar una colaboración más positiva entre la Santa Sede y las Autoridades chinas para el bien de la comunidad católica en China y para la armonía de toda la sociedad.
Con este espíritu he decidido dirigir a los católicos chinos y a toda la Iglesia universal un Mensaje de fraternal aliento, que se publicará hoy.
Con ello, espero que se pueda abrir una nueva fase en China, que ayude a sanar las heridas del pasado, a restablecer y mantener la plena comunión de todos los católicos chinos y a asumir con compromiso renovado el anuncio del Evangelio.
Queridos hermanos y hermanas, ¡tenemos una tarea importante! Estamos llamados a acompañar a con ferviente oración y amistad fraterna a nuestros hermanos y hermanas en China. Ellos saben que no están solos. Toda la Iglesia reza con ellos y por ellos. Pedimos a la Virgen, Madre de la Esperanza y Auxilio de los Cristianos, que bendiga y custodie a todos los católicos en China, mientras que para todo el pueblo chino invocamos de Dios el don de la paz”.

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO
A LOS CATÓLICOS CHINOS Y A LA IGLESIA UNIVERSAL

La oración del Papa para China

En nombre de toda la Iglesia, pido al Señor el don de la paz, a la vez que os invito a todos a invocar conmigo la protección maternal de la Virgen María.

Madre del cielo, escucha la voz de tus hijos, que humildemente invocan tu nombre.

Virgen de la esperanza, a ti confiamos el camino de los creyentes en la noble tierra de China. Te pedimos que presentes al Señor de la historia las tribulaciones y las fatigas, las súplicas y las esperanzas de los fieles que te rezan, oh Reina del cielo.

Madre de la Iglesia, te consagramos el presente y el futuro de las familias y de nuestras comunidades. Protégelas y ayúdalas en la reconciliación fraterna y en el servicio hacia los pobres que bendicen tu nombre, oh Reina del cielo.

Consoladora de los afligidos, nos dirigimos a ti para que seas refugio de los que lloran en la hora de la prueba. Vela sobre tus hijos que alaban tu nombre, haz que lleven juntos el anuncio del Evangelio. Acompaña sus pasos por un mundo más fraterno, haz que todos lleven la alegría del perdón, oh Reina del cielo.

María, Auxilio de los cristianos, te pedimos para China días de bendición y de paz. Amén.

La evangelización pasa por un profundo amor por la cultura de un pueblo

La Compañía de Jesús en China tiene una historia muy larga que comenzó hace varios siglos – hace 500 años – con el padre Matteo Ricci. En el contexto del acuerdo historico, el director de la conocida revista jesuita «Civiltà Cattolica», el padre Antonio Spadaro, comenta:

«Para nosotros los Jesuitas este Acuerdo significa mucho porque decimos que en el corazón de cada Jesuita está China. Matteo Ricci era un hombre formado en la cultura renacentista y, absorbiendo la cultura europea, decidió ir a China y esto – precisamente su formación- le permitió dialogar con la cultura de este gran país: se enamoró de ella, la absorbió. Y los Jesuitas después de él elaboraron, aprendieron esta cultura, incluso el confucianismo, y la transmitieron a Europa. Es decir, de alguna manera, han llevado a cabo la sinización a Europa.

Impresiona ver cómo la evangelización, para estos primeros Jesuitas, pase por un profundo amor por la cultura de un pueblo. Por lo tanto, no existe ningún deseo de evangelización integral o casi de misión cultural, sino que está el deseo de conocer a un pueblo y sus ideas. También me impresionó mucho que el Global Times, que es un periódico oficial chino, el mismo día del Acuerdo firmado entre China y Santa Sede, haya definido al Papa Francisco como «el primer Papa Jesuita» y lo vinculara directamente a Matteo Ricci diciendo que este hombre, como su predecesor, tenía una relación y tiene una relación muy flexible y dinámica para la evangelización, capaz de amar a su pueblo. Esto me impresionó porque éste es exactamente el significado del Acuerdo: construir confianza, amar a un pueblo.»

La misión de la internacionalidad

Schoenstatt es una familia internacional. Se ha expandido, germinal o generosamente, en muchos países, continentes y espacios culturales.

Schoenstatt es también internacional porque promueve una interrelación entre los pueblos y facilita un enriquecimiento entre los mismos.

Por «internacionalidad» entendemos la capacidad de acep­tar tensiones mundiales como un desafió a la unidad en la diversidad. Toda pluralidad crea tensiones que pueden ser crea­doras o destructoras de vida. Serán creadoras en la medida en que los pueblos, estimulándose mutuamente, se complemen­ten en su ser y función propias. Serán negativas cuando traten de anularse, no reconociendo la realidad de ser parte o des­preciando y eliminando a las otras. La internacionalidad su­planta las competencias infecundas y destructoras en la convi­vencia mundial y las transforma en generadoras de paz y cre­cimiento humanitario y social.

La actitud de profundo respeto a cada pueblo, raza y cultu­ra pertenece al estilo propio del Padre Kentenich. Una de sus recomendaciones es:

«Los que trabajen en el extranjero, traten con cuidado el sentimiento nacional de los pueblos que recién está forjándose, porque es fácilmente vulnerable. Adáptense a sus modalidades, costumbres e idioma, y amen al pueblo de todo corazón». (1949)

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