Publicado el 2016-11-01 In Francisco - Mensaje

Misericordia es ese viaje de ida y de vuelta, desde la miseria a mis manos

FRANCISCO – AÑO DE LA MISERICORDIA •

El Año Santo de la Misericordia está llegando a su fin, y crece la intuición de que el tema de la misericordia está recién comenzando, o sea, que este Año Santo fue un tipo de preludio, una especie de introducción para algo que no pocos ya llaman la refundación de la Iglesia, fiel a su origen, en una cultura de misericordia, por el Papa Francisco y tantos cristianos, quienes en la línea de profetas y santos, hace mucho esperan. Ubicamos, con santo orgullo, también al Padre Kentenich – quien justo hace 50 años proclamaba la Alianza de Amor con Dios Padre Misericordioso – en esta línea de los profetas de una refundación en «misericordia en salida».

Recientemente, el Papa Francisco describió la misericordia como un viaje desde la miseria a mis manos, un viaje que involucra los ojos, el corazón y los manos. O sea, misericordia como un proceso que es orgánico y tiene el potencial de hacernos vivir más orgánicamente.

Es este proceso que hace ver la miseria de una familia viviendo bajo cuatro palos y un plástico, que hace ver al anciano que está muriendo en el piso del hall de un banco en Alemania, que hace ver a estos jóvenes que nunca experimentaron familia y que roban motos para no morir de hambre en los calles de Paraguay, que hace ver a los refugiados en los barcos en el mar, que ve a esta pareja divorciada y vuelta a casar, con su anhelo de ser parte de la comunidad eclesial… pero no termina acá, no termina en el puro conocimiento. Sino que hay que dejar llegar lo visto, el conocimiento, al corazón, sentir el dolor, hacer pasar el dolor, la miseria ajena, por mi corazón… Tampoco termina aquí, en el sentimiento, la compasión, el llorar con los pobres. Sino que pasa por el hacer, el compromiso, el actuar – a las manos, dice Francisco. O sea: misericordia es un proceso que involucra razón, sentimientos y actuar. El hombre pleno. Misericordia es lo más orgánico que nos puede pasar. También por ello, Francisco y Kentenich se encuentran, profundamente, en la misericordia.

Reunidos en Santa Fe, Argentina, con motivo de su 14º Encuentro Nacional «Manos Abiertas», esta asociación de voluntarios de origen cristiana, recibió un video mensaje del Papa Francisco donde partiendo de su nombre, Manos Abiertas, el Papa Francisco explica el proceso orgánico que es misericordia.

Mensaje del Papa con motivo del 14º Encuentro Nacional de “Manos Abiertas”

Queridos amigos y amigas de “Manos Abiertas”:

Están reunidos en este Encuentro Nacional que tiene como tema: “Misericordia, un viaje del corazón a las manos”. Tomamos dos textos del Evangelio: cuando el Buen samaritano encuentra a ese hombre en el camino, dice el Evangelio que siente compasión en el corazón, y después, se bajó del caballo, lo tocó, lo curó; la compasión del corazón lo llevó a hacer un trabajo con sus manos. Otra escena del Evangelio nos habla de Jesús, a la puerta de la ciudad de Naím, que ve salir ese cortejo fúnebre de un joven hijo de la madre viuda, y la madre atrás; y sintió compasión por esa madre sola, se acercó, le dijo: “No llores”; y empezaron a actuar sus manos, después tocó el cajón, y dijo: “Joven, levántate”. Un viaje del corazón a las manos. Así es Jesús, así nos enseña el Evangelio: a hacer, pero desde el corazón.

El corazón, sea el del Buen samaritano como el de Jesús, fue tocado por la miseria: la miseria que vio allí, la miseria de esa madre viuda que vio Jesús, esa miseria de dolor, y la miseria de ese hombre apaleado que vio el samaritano. El corazón se junta con la miseria del otro y eso es misericordia. Cuando la miseria del otro entra en mi corazón, siento misericordia, que no es lo mismo de tener lástima, la lástima es otro sentimiento. Yo puedo tener lástima frente a un animal herido o a una situación, pero misericordia es otro sentimiento, es cuando la miseria del otro, o una situación de dolor, o de miseria, se me metió en el corazón y yo permití que esa situación tocara mi corazón. Yo diría: es el viaje de ida, el viaje de la miseria al corazón. Y este es el camino: no hay misericordia si no se parte del corazón, un corazón herido por la miseria del otro, por una situación dolorosa del otro, un corazón que se deja herir.

Es distinto tener buenos sentimientos, eso no es misericordia, son buenos sentimientos. Es distinto hacer filantropía con las manos, eso no es misericordia, es bueno, es bueno, no es malo hacer filantropía, pero no es misericordia, es otra cosa. Misericordia es ese viaje de ida desde la miseria a mi corazón, asumida por mi corazón, que conmueve mi corazón y que, a veces, lo conmueve de tal manera que el corazón es como una brújula en el Polo Norte, no sabe dónde está parado por eso que está sintiendo.

Claro, alguno de ustedes me puede preguntar: ¿Padre, cómo se tiene misericordia y no lástima? Bueno, primero hay que pedir la gracia de tener misericordia, es una gracia, y se la tienen que pedir al Señor. Pero el único camino para tener la misericordia es a través del propio pecado reconocido por uno y perdonado por el Señor, a través del pecado reconocido y perdonado. Sólo se puede ser misericordioso si uno se siente realmente misericordiado por el Señor, si no, no podés ser misericordioso. Si vos sentís que tu pecado es asumido, perdonado, olvidado por Dios, sos misericordiado, y desde ese ser misericordiado, podrás ser misericordioso. Si la misericordia no parte de tu corazón así, no es misericordia.

Y aquí empieza el viaje de vuelta. Si el viaje de ida fue dejarme herir el corazón por la miseria de los demás, el viaje estable en mi corazón es reconocer mi pecado, mi miseria, mi bajeza y se sentirme perdonado y misericordiado por el Señor, ahora empieza el viaje de vuelta, del corazón hacia las manos. Y así el camino va desde mi miseria misericordiada, a la miseria del otro; desde mi miseria amada por Dios, al amor de la miseria del otro; desde mi miseria amada en mi corazón, a la expresión con mis manos, y eso es misericordia. Misericordia es un viaje del corazón a las manos. ¿Qué hago, abro las manos o mi corazón? Las dos cosas. Dejate herir el corazón por la miseria, por la de los otros y por la tuya; dejate misericordiar y empezá el viaje de vuelta, y con tus manos, misericordiá a los demás derrochando misericordia y amor.

Que Dios los bendiga y les haga pasar un encuentro fecundo, fructuoso para toda la comunidad de “Manos Abiertas”. Y por favor, no se olviden de rezar por mí.

 

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