Publicado el 2015-10-05 In Francisco - Mensaje

No seamos sociedad-fortaleza, sino sociedad-familia capaces de acoger, el Papa en el Ángelus

SÍNODO DE OBISPOS, por redacción de schoenstatt.org

Luego de la Misa celebrada en la Basílica Vaticana con la que quedó inaugurado el Sínodo de la Familia que lleva como tema “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”, el Papa Francisco saludó a los fieles en la Plaza de San Pedro y antes del rezo de la oración mariana del Ángelus dirigió unas palabras en las pidió “sostener con la oración los trabajos del Sínodo, para que el Espíritu Santo haga a los Padres Sinodales plenamente dóciles a sus aspiraciones”.

En muchos medios catolicos del mundo se han lanzandas iniciativas de acompañar al Sinodo con oraciones. Lo hacemos, por supuesto y en Alianza Solidaria con el Papa Francisco, via nuestro schoenstatt.org: Recemos por el sínodo.

El Papa Francosco pidió utilizar la oración que él preparó con ocasión de la Fiesta de la Sagrada Familia del año 2013. La oración es la siguiente:

Jesús, María y José,
en ustedes contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
a ustedes nos dirigimos con confianza.

Sagrada Familia de Nazaret,
haz que también nuestras familias
sean lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.

Sagrada Familia de Nazaret,
que nunca más en las familias se vivan experiencias
de violencia, cerrazón y división:
que todo el que haya sido herido o escandalizado
conozca pronto el consuelo y la sanación.

Sagrada Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
pueda despertar en todos la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,
escuchen y atiendan nuestra súplica. Amén
”.

Texto completo de la reflexión del Papa a la hora del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Se ha concluido hace poco, en la Basílica de San Pedro, la celebración eucarística con la cual hemos dado comienzo la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Los Padres Sinodales, provenientes de todas partes del mundo y reunidos en torno al Sucesor de Pedro, reflexionarán por tres semanas sobre la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en la sociedad, para un atento discernimiento espiritual y pastoral. Tendremos la mirada fija en Jesús para individuar, sobre la base de su enseñanza de verdad y de misericordia, los caminos más oportunos para un compromiso adecuado de la Iglesia con las familias y para las familias, para que el designio originario del Creador sobre el hombre y la mujer pueda llevarse a cabo y obrar en toda su belleza y su fuerza en el mundo de hoy.

La liturgia de este domingo vuelve a proponer precisamente el texto fundamental del Libro del Génesis sobre la complementariedad y reciprocidad entre hombre y mujer (crf. Gen 2,18-24). Por esto – dice la Biblia – el hombre deja su padre y su madre y se une a su mujer y los dos se transforman en una sola carne, es decir, una sola vida, una sola existencia (cfr. v 24). En tal unidad los cónyuges transmiten la vida a los nuevos seres humanos: se transforman en padres. Participan de la potencia creadora de Dios mismo. Pero ¡atención! Dios es amor que viene donado a los esposos en el Sacramento del matrimonio. Es el amor que alimenta su relación, a través de alegrías y dolores, momentos serenos y difíciles. Es el amor que suscita el deseo de generar hijos, de esperarlos, acogerlos, criarlos, educarlos . Es el mismo amor que, en el Evangelio de hoy, Jesús manifiesta a los niños: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino del Cielo pertenece a los que son como ellos” (Mc 10,14).

Hoy pidamos al Señor que todos los padres y los educadores del mundo, como así también la entera sociedad, se vuelvan instrumentos de aquella acogida y de aquel amor con el cual Jesús abraza a los más pequeños. Él mira en sus corazones con la ternura y la diligencia de un padre y al mismo tiempo, de una madre. Pienso – ahora pienso – en tantos niños hambrientos, abandonados, explotados, obligados a la guerra, rechazados. Es doloroso ver las imágenes de niños infelices, con la mirada perdida, que escapan de pobreza y conflictos, golpean a nuestras puertas y a nuestros corazones implorando ayuda. El señor nos ayude a no ser sociedad-fortaleza, sino sociedad-familia, capaces de acoger, con reglas adecuadas, pero acoger, acoger siempre, con amor.

Los invito a sostener con la oración los trabajos del Sínodo, para que el Espíritu Santo vuelva a los padres sinodales plenamente dóciles a sus inspiraciones. Invoquemos la materna intercesión de la Virgen María, uniéndonos espiritualmente a cuantos, en este momento, en el Santuario de Pompeya recitan la “Súplica a la Virgen del Rosario”.

 

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