José

Publicado el 2021-02-01 In Año de San José

San José, padre en la obediencia

HOMBRES SAN JOSÉ/ P. Júlio Fabiano R. Afonso, Brasil

The Joseph Challenge 2021 by Schoenstatt.org, only for men (El Desafío José 2021 de Schoenstatt.org, solo para hombres): Hombres de diferentes opciones vocacionales en la alianza de amor, de diferentes países y generaciones, se dejan desafiar por la carta del Papa Francisco Patris Corde sobre José, “esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana” y comparten lo que más les impacta y motiva en la figura de san José y la carta del Santo Padre sobre él. El padre Julio comparte con nosotros su vínculo con san José a través de la práctica de la obediencia. —

 

En la vida oculta de Nazaret, bajo la guía de José, Jesús aprendió a hacer la voluntad del Padre. Dicha voluntad se transformó en su alimento diario (cf. Jn 4,34). Incluso en el momento más difícil de su vida, que fue en Getsemaní, prefirió hacer la voluntad del Padre y no la suya propia[16] y se hizo «obediente hasta la muerte […] de cruz» (Flp 2,8). Por ello, el autor de la Carta a los Hebreos concluye que Jesús «aprendió sufriendo a obedecer» (5,8).

No es extraño que mi identificación personal con san José nazca de su ser carpintero y trabajar la madera. Me gusta mucho todo lo que está hecho de madera, veo en ella el encuentro de la mano humana con la mano creadora de Dios. Es por eso que mi cáliz de ordenación está hecho de madera. Pongo mi humanidad (la madera del cáliz) para que Jesús la llene con su gracia y lleve a cabo su plan de salvación (el vino de salvación).

Ahora, quien me conoce más, sabe que siempre me ha apasionado la música, y que desde niño toco la guitarra. La vibración de la madera de la guitarra es algo hermoso no solo de escuchar, sino de sentir…

Cuando veo a san José, recuerdo al padre de Jesús carpintero y obrero. Un hombre que no solo trabajó la madera, sino también supo ser la madera que Dios trabajó.

La analogía vale para cada uno. Creo que es necesario trabajar la madera propia y sentir  sus vibraciones. En  la escuela de san José, conviértanse en aprendices de carpintero. Porque es trabajando la madera propia como percibiremos la vibración de Dios en nosotros y cumpliremos nuestra misión de vida, yo como sacerdote y ustedes con su vocación particular.

Jose Pe Julio

Fue necesario trabajar la madera

Pensemos en sus dudas y angustia cuando se enteró de que María, su prometida en matrimonio, estaba embarazada. Para no difamarla, decidió dejarla en secreto (Mt. 1,19), pero fue guiado por Dios en un sueño para no hacerlo. De hecho, el ángel de Dios le habló cuatro veces en sueños. ¡Y san José obedeció!
¿Podría no haber obedecido? Sí, podría haber pensado que ese sueño no era de Dios y negarse a aceptar a María embarazada de Jesús; podría haber pensado que era una tontería abandonar su tierra y huir a Egipto (¡Imaginen cuánto trabajo y dificultad significaría esto!). San José pudo haber decidido no regresar a su tierra natal después de acostumbrarse a vivir en Egipto. Podría no haberse ido a vivir a Nazaret de Galilea… Pero fue, y así manifestó su obediencia a Dios.

¿Qué me enseña san José sobre la obediencia?

La obediencia necesita que se escuche

A veces es difícil escuchar…  muchas veces queremos imponer nuestra forma de pensar y hacer luego lo que queremos. A veces nuestra madera se resiste. Pero solo obedecen los que superan  esa resistencia aprendiendo a escuchar. Porque el que vive encerrado no procesa lo que dice el otro, al contrario, repite lo mismo con insistencia. San José venció la resistencia, que era seguir según sus planes, y escuchó aquello que el ángel le dijo en sueños.

¿A quién obedecer?

Es cierto que no tenemos que decir sí a todo lo que se nos solicita y vivir de las expectativas de los demás. Ya lo dice la Sagrada Escritura, “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 4,29.) Imagínense cuántas personas habrán aconsejado a José que no abandonara su país para viajar a Egipto. Pero san José supo reconocer y distinguir las voces y obedecer a Dios antes que a los hombres.

Cuando hacemos las cosas en conciencia buscando el bien, podemos dormir con la conciencia tranquila, aunque algunas personas digan que no estamos actuando de la manera que esperaban. Si lo hago por Dios, no me arrepentiré.

Obediencia y libertad

La obediencia no es miedo. Menos aún el deseo de ciertas expectativas para obtener reconocimiento. Veamos como procede Dios con san José, comunicándose en sueños a través del ángel. Ese detalle garantiza la posibilidad de adoptar una decisión libre. San José dio un salto de fe, entendiendo en el sueño la voluntad de Dios, y puso en práctica aquello que decidió después del sueño. Dios respetó su libertad y su decisión. Dios es  también así con nosotros, nos deja libres para decidir y poner en práctica lo decidido, y no nos multa cuando nos extraviamos.

Dios respeta nuestra madera. El conoce las posibilidad es y limitaciones de la madera que tenemos. Sugiere y conoce nuestra capacidad de conversión y cambio. Dios sabe que solo obedeciendo libremente podemos hacerlo por amor. Lo contario sería obedecer por miedo o coacción.

Obediencia consciente

San José no se limitó a decir sí sin saber cuánto esfuerzo significaba. Tenía que calcular y asumir los riesgos. Al menos aquellos riesgos que podía concebir en su pensamiento. Obedecer no es negarse a pensar y dejar que otro piense todo por ti. ¡Obedecer no es pasividad, sino acción! Y para esto es necesario pensar con Dios. ¡No eres carpintero para diseñar un proyecto, sino para fabricar una silla con la madera que tienes!

No debemos vivir resignados, quedarnos sentados esperando. O decir: sucedió porque Dios lo quiso y ya está… Cada situación requiere de una escucha activa de la voluntad de Dios. Y esto se elabora en nuestro corazón y conciencia. A veces, obedecer es esperar, como san José esperó el mensaje del ángel para volver de Egipto a su tierra natal (Mt 2, 19-20). Pero en otras ocasiones es tomar la iniciativa y buscar la solución, tal como cuando José y María volvieron a Jerusalén para buscar al Niño perdido. Ellos no se quedaron discutiendo quién tenía la culpa de haberlo perdido. ¡Actuaron!  (Lc 2, 43-46).

Carpintero como san José

El carpintero san José me inspira a ser un sacerdote obediente a Dios como soy, con la madera con la que me creó. Pero en obediencia activa como aprendiz del gran carpintero que es Dios. ¡Porque hay que trabajar la madera!

 

José

 

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Original: portugués 30.01.2021. Traducción: Carmen María Rogers/es, Santiago, Chile

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1 Responses

  1. Estimados P.Julio y Alfonso,

    Comparto sus propuestas y reflexiones, para mí es notable la obediencia de José, es sorprendente y es una gran invitación a imitarlo.
    Les agrego una idea complementaria que puede servirles y es que José es ña imagen completísima del ser varón, el que elige, como nos pasa a todos los hombres, ser papá. La mujer tiene su engendrar entrañable que el hombre no tiene; la mujer no sólo lo engendra en su vientre y lo conoce desde siempre, además lo amamanta y con ello lo acoge en todo su ser y le da la protección y el cobijo que el niño necesita. Ella hace todo en la certeza de lo que vive, vive la certeza del embarazo y cuando lega la hora la dramática certeza del parto y podrá decir «es parte mía», luego lo amamanta y le da el apego esencial del calor y la protección para la sobrevivencia. Esta relación fabulosa es profundamente carnal. El varón debe elegir siempre, Le cree a la mujer porque aunque tenga la certeza de su relación sexual necesita creer que sólo él la ha tenido. Toda su vida paternal es una elección, noble y notable. Él elige ser padre. Una anécdota: Cuando fui papá, por primera vez, tuve la hermosa experiencia de acompañar mi señora, presenciar el parto y luego regresar a casa, tras unos días, con MI guagüita en brazos y pensaba: ¡Soy su padre y tengo la responsabilidad de cuidarla y permitirle que viva y crezca sana! …también me decía: …y ¡ahora la tarea es que ella aprenda a decirme: PAPÁ!
    El rol de ser papá, como el rol que tuvo el gran JOSÉ, es un rol desde el creer y el elegir ser el que fue y soy; no es un rol en la certeza como le ocurre a la mujer sino que un rol que se sustenta en la fe, en el creer …y en el elegir.

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