politica buena

Publicado el 2021-10-06 In Fratelli Tutti

Fratelli tutti, un abordaje desde la política

Carlos E. Ferré, Argentina, Generación Francisco •

A un año de la presentación de la encíclica Fratelli tutti, intentaré abordar este documento del Papa Francisco desde una mirada política. —

Laudato Si: plan estratégico

Al dar a conocer su encíclica Laudato Si, Francisco tuvo como propósito hacer un aporte que significara una alternativa a la gravísima crisis socioeconómica y ecológica que el sistema de una economía globalizada ha sumido al planeta.

Laudato Si es un plan estratégico para la humanidad. Propone como objetivo fundamental desarrollar un giro copernicano en el rumbo que los poderes mundiales están llevando a los pueblos y lo califica como la necesidad de producir una revolución cultural (Laudato Si, 114). Ese proceso revolucionario se debe iniciar con una resistencia al paradigma tecnocrático, al antropocentrismo desviado y al relativismo práctico. Además, sugiere que, para poder lograrlo, se requiere un verdadero cambio en el corazón.

Hecha la propuesta, plantea las condiciones necesarias para que la transformación que hace falta pueda llegar a buen puerto. Francisco plantea que son necesarios una mirada distinta, un pensamiento distinto, una política distinta, un paradigma educativo distinto, un estilo de vida distinto. En documentos posteriores, ha ido desarrollando la manera en que esos objetivos pueden alcanzarse.

Fratelli Tutti: propuesta de una “buena política”

En Fratelli Tutti, Francisco desarrolla una doctrina sobre el significado de una política distinta. Esto está presente en todo el documento y, específicamente, en el capítulo quinto, al que denomina “La buena política”.

Asimismo, y para que no queden dudas acerca de lo trascendente de su planteamiento, utiliza un verbo que da la pauta del proceso que está proponiendo: “recomenzar”. Esto profundiza el sentido del cambio para evitar una posible recuperación del sistema imperante, en sus diferentes manifestaciones. Por una parte, las que ponen el acento en el estado; por otra, las que enfatizan en el mercado; excluyendo -las dos- el rol protagónico que corresponde al pueblo.

Construcción de la comunidad desde la solidaridad

En el documento pontificio podemos encontrar objetivos operativos concretos y precisas definiciones teóricas. Entre los primeros destacamos el siguiente:

Poner en el centro de la acción política la construcción de comunidad. Sobre el tema de la centralidad de este objetivo manifiesta: “La buena política busca caminos de construcción de comunidades en los distintos niveles de la vida social, en orden a reequilibrar y reorientar la globalización para evitar sus efectos disgregantes.” (Fratelli Tutti, 182)

Para conseguir ese objetivo, describe un método de construcción del poder popular, que exprese su soberanía. Destaca la solidaridad como instrumento principal. Propone un método de construcción del poder al servicio del pueblo. Anima a todos a involucrarse en la construcción de una nueva forma de institucionalidad democrática que supere los límites actuales de la democracia formal: “Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones…solo falta el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, de ser constantes e incansables en la labor de incluir, de integrar, de levantar al caído.” (FT, 77)

Lo popular y el populismo

En cuanto a las definiciones conceptuales debe destacarse la diferencia sustancial entre popular y populismo. Esa diferencia es desarrollada en los acápites 157 y 158 señalando que “La pretensión de instalar el populismo como clave de lectura de la realidad social, tiene otra debilidad: ´ignorar la legitimidad de la noción de pueblo´”. Y agrega que para afirmar que la sociedad es más que la mera suma de los individuos, se necesita la palabra “pueblo”. “La realidad es que hay fenómenos sociales que articulan a las mayorías, que existen mega tendencias y búsquedas comunitarias. También que se puede pensar en objetivos comunes, más allá de las diferencias, para conformar un proyecto común”. Finalmente, señala que “es muy difícil proyectar algo grande a largo plazo si no se logra que eso se convierta en un sueño colectivo. Todo esto se encuentra expresado en el sustantivo “pueblo” y en el adjetivo “popular”.

De acuerdo con lo anterior, el Papa define el populismo como la acción de “dirigentes que instrumentalizan políticamente la cultura del pueblo con cualquier signo ideológico al servicio de sus intereses personales exacerbando las inclinaciones más bajas y egoístas de algunos sectores de la población”.

¿Qué es el pueblo?

Asimismo, redefine, cada vez con mayor precisión, el concepto de pueblo como sujeto de la transformación y de persona cuya humanización está cada vez en mayor concordancia con la concepción de la comunidad organizada.

Respecto de la concepción del pueblo insiste en que: “Pueblo no es una categoría lógica ni mística. Es una categoría mítica. Ser parte de un pueblo es formar parte de una identidad común, hecha de lazos sociales y culturales. Y esto no es algo automático sino todo lo contrario. Es un trayecto largo y difícil encaminado hacia la concreción de un proyecto común” (FT, 158, 132) Agrega: … “la categoría de “pueblo” es abierta. Un pueblo vivo, dinámico y con futuro es el que está abierto permanentemente a nuevas síntesis incorporando al diferente. No lo hace negándose a sí mismo, pero sí con la disposición a ser movilizado, cuestionado, ampliado, enriquecido por otros, y de ese modo puede evolucionar” FT, 160).

La relación con el adagio que “nadie se realiza en una comunidad que no se realiza” resulta obvia. “Cada uno es plenamente persona cuando pertenece a un pueblo, y al mismo tiempo no hay verdadero pueblo sin respeto al rostro de cada persona. Pueblo y persona son términos correlativos”.

Y como para que no queden dudas que se está diferenciando de la “política al uso” agrega: “Que otros sigan pensando en la política o en la economía para sus juegos de poder. Alimentemos lo bueno y pongámonos al servicio del bien”.

Cómo construir la “buena política”

Para lograr todo esto, Francisco, expone un itinerario que trataré de sintetizar en diez puntos:

  1. Soñar juntos. Propuesta que recupera el sentido épico de la misión. Habla de la necesidad de hacer de nuestra vida una hermosa aventura y la necesidad de concebir entre todos unos modelos nuevos de democracia y de organización social para construir un nosotros que habita la casa común.
  2. Dice que es una tarea artesanal, uno a uno, cuerpo a cuerpo
  3. Comenzar por los “últimos”. Traer la periferia al centro. Cuidar la fragilidad de los pueblos y de las personas.
  4. Ser portadores de esperanza. Destaca que las herramientas a utilizar son la solidaridad, el amor político, la ternura, el diálogo, el sentido de comunidad.
  5. Tener en cuenta lo local y lo global
  6. Privilegiar la fecundidad sobre los éxitos. Los grandes objetivos siempre se logran parcialmente.
  7. Confiar en el pueblo. Mantener esta confianza por encima de cualquier otro artilugio de la política.
  8. Tener siempre presente que la política es un hacer concreto inspirado en el dicho de que “el hecho es superior a la idea”.
  9. Tener siempre presente que el objetivo del trabajo es lograr un bien para todos. Y esto tiene que ver directamente con la dignidad de la persona. Así también se debe conducir la economía, rechazando los abusos de poder y la corrupción
  10. Buscar el consenso. Hacerlo por medio del diálogo interdisciplinario, buscando siempre la verdad y recuperando la memoria.

Discernimiento personal de quienes buscan ejercer la “buena política”

Por último, sugiere una suerte de guía de discernimiento personal para los militantes políticos. Les propone una frecuente interrogación acerca de los fines y los medios utilizados.

Algunos, cada tanto se deben preguntar:“¿Para qué? ¿Hacia dónde estoy apuntando realmente?”. “¿Porqué? Después de unos años, reflexionando sobre el propio pasado la pregunta será: “¿Cuántos me aprobaron?, ¿cuántos me votaron?, ¿cuántos tuvieron una imagen positiva de mí?”.

Las preguntas más dolorosas serán, quizás: ¿Cuánto amor puse en mi trabajo? ¿En qué hice avanzar al pueblo? ¿Qué marca dejé en la vida de la sociedad? ¿Qué lazos reales construí? ¿Qué fuerzas positivas desaté? ¿Cuánta paz social sembré? ¿Qué provoqué en el lugar que se me encomendó?

Síntesis: la persona es el centro de la “buena política”

Para terminar y a modo de síntesis, la búsqueda de la realización de la “buena política” a través de la propuesta de objetivos y acciones concretas, el Papa Francisco la resume con una afirmación: «hay que hacer lo que sea para salvaguardar la condición y dignidad de la persona humana» (FT, 186).


Carlos Eduardo Ferré, abogado, argentino, director editorial del Círculo de Legisladores, exdiputado en dos períodos y coordinador de la Red Laical «Generación Francisco» de la Argentina, miembro del Movimiento de Schoenstatt, columnista de schoenstatt.org

Fuente: Kairos News (www.kairosnews.info), con permiso del autor y de los editores

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