Publicado el 2020-04-12 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, Dilexit ecclesiam

Impresiones en tiempos de confinamiento

PASCUA 2020 EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS, Paz Leiva •

El viernes durante el viacrucis se nos heló el corazón. Y no era para menos. El Señor había sido crucificado. Era una noche nublada y oscura. Todavía sobrecogidos por la celebración del oficio, preparamos la vela y “salimos hacia Roma”.—

Viernes Santo en la plaza de San Pedro y la vela que no se apaga

La plaza de San Pedro vacía, el Santo Padre solo; unas candelas marcaban el camino para siete personas, que se turnaban para llevar la cruz, acompañadas por cuatro portadores de antorchas.

Catorce estaciones y después de cada una un testimonio. No hablaron de la pandemia ni de nuestro confinamiento, fueron mucho más allá: a lo profundo de nuestros corazones, a nuestras prisiones, al mal que hacemos, al daño que dejamos, a las heridas que nos quedan, al dolor causado y al dolor que hemos recibido. Quien más quien menos visitó su cárcel… Doloroso, muy doloroso.

Terminé el día pensando en algo que estudié, pero que nunca he vivido: el oficio de tinieblas. Se usaba un candelabro triangular de quince velas de cera blanca. Cada vela representaba un personaje, entre ellos los doce apóstoles y la Virgen María. Se iban recitando los salmos, nueve en el rezo de maitines y cinco en laudes. Después de cada salmo se apagaba una vela, empezando por las de abajo. La vela número quince, la más alta no se apagaba, seguía encendida hasta el día siguiente. Esa vela representa a la Virgen. Su esperanza no se apagó nunca. Ni siquiera en aquel Viernes Santo en el que se oscureció el cielo. Ella veló y vela en 2020.

 

Santo Padre, ¿por qué no apaga las luces?

En esta Semana Santa rara, que estamos viviendo, anoche- Sábado Santo-  “volvimos” a Roma para acompañar al papa Francisco durante la vigilia Pascual.

He de decir que en los últimos cincuenta años he asistido a pocas vigilias de Pascua lejos del santuario de Pozuelo. Tengo muy dentro la oscuridad con la que se comienza y la esperanzadora sensación de que todo se enciende desde el cirio pascual. La oscuridad del Sábado Santo no hiela el corazón, lo va caldeando para lo que va a suceder.

Anoche no me sentí bien en el Vaticano. Sobró luz. Sobró luz al empezar la vigilia y no era una necesidad técnica para la retransmisión. El viernes estaba oscura la plaza y se veía todo muy bien.

Me permití dejar volar mi imaginación: “Santo Padre, ¿por qué no apaga las luces? Esta iglesia es muy grande, grandiosa, espectacular. Y está vacía. Dieciséis personas aquí sobre ese pavimento grande, grandioso, espectacular, de mármoles de colores imposibles, son como puntitos. Todo está fuera de la escala humana, porque está vacío y hay mucha luz. No vamos a ver lo importante. Tanta luz deslumbra para ver el cirio. ¿Por qué no nos ha recibido en Santa Marta? Es su casa y usted también está confinado. Allí, aquellas dieciséis personas llenarían el espacio con su presencia. Ya sé que aquí está Pedro, pero donde esté usted, Papa Francisco, estará siempre Pedro. Y esta Pascua es rara, como todo lo que estamos viviendo. Y esos cantos… no hay quien los siga; que yo fui a un colegio laico y no tengo base. Y aquí, en Pascua, cantamos con guitarra y a pleno pulmón. Perdón, voy a atender de nuevo, que va usted a pronunciar la homilía.

Y ahora vamos a Galilea.

Y fue entonces cuando empecé a celebrar la Pascua, “En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o unas palabras de ánimo de circunstancia, es un don del Cielo, que no podríamos alcanzar por nosotros mismos…”

Gracias Santo Padre, váyase a descansar. Lleva usted mucha carga. Seguimos rezando por usted.

Cantamos por primera vez en 2020 el “Regina coeli”. Mi corazón se había caldeado. Y ahora vamos a Galilea.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

En un año raro de un tiempo extraño, nuestro tiempo.

Jesús nos precede, va por delante y nos envía a la Galilea de cada uno a trasmitir la esperanza al mundo

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2 Responses

  1. Desde Viernes Santo a la noche del Sábado Santo, vuelven a mi las horas de participar virtualmente!!
    A pura emoción!! Un grande a la vez pequeño ser,escogido en el confín del mundo!!
    Que emoción Jesús!!! cuanta enseñanza,cuanta humildad!!
    Que bagaje de figuras,que se entrelazaban en mi mente tan pequeña!!
    Y esta cuarentena,que al final,me esta dando tantas oportunidades de ver y reconocer,
    de todo lo que Dios se vale, para atraernos a su amor misericordioso!!
    Gracias por detallar en este articulo,una vivencia, que nos hace comprender, que la vida se da por entera!!!

  2. Ana María Ghiggi dice:

    Me encantó tu vivencia pascual, Paz. «Espejó» lo que muchos de nosotros hemos sentido. Gracias!!!!

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