Publicado el 2015-11-13 In Alianza solidaria con Francisco

Recordando el mensaje del Papa Francisco a la Familia de Schoenstatt – Parte 5: Iglesia

Por Sarah-Leah Pimentel •

Al terminar esta serie sobre El mensaje del Papa Francisco a la Familia de Schoenstatt, reflexionamos sobre su aliento para llevar adelante la misión de Schoenstatt para la Iglesia, la última de las cinco áreas de actividad apostólica que el Movimiento Internacional de Schoenstatt lleva adelante en un nuevo siglo.

Unidad Eucarística – “Que todos puedan ser uno como nosotros somos uno”

El Papa Francisco comienza hablando de la necesidad de renovación dentro de la Iglesia, pero preferí comenzar por donde él termina – con los sacramentos.

El Santo Padre nos invita, ante todo, a vivir en presencia de Dios participando en los sacramentos, en especial en la Eucaristía y en la Reconciliación.

La Eucaristía, dice el Papa Francisco, nos lleva en “presencia de Dios que renueva la alianza con nosotros.” En otras palabras, si nos permitimos ser un cuerpo con Cristo – quien él mismo es uno con el Padre – entonces nosotros también llegaremos a ser un cuerpo con Dios Padre y con Jesucristo.

Antes de morir, Jesús ora por la unidad de la Iglesia que aún ha de formarse, instándola a estar unida, del mismo modo en que Él está unido a su Padre en el Cielo (Jn. 17:11 y Jn. 17:21).

La reconciliación como paso hacia la unidad

El Papa Francisco dice que el quebrantamiento a menudo impide el paso hacia la unidad. No podemos estar unidos los unos con los otros si primero no estamos unidos a Dios. El pecado es lo que nos separa de Dios. Por lo tanto, Él nos impulsa a acercarnos al Sacramento de la Reconciliación, de manera que al confesar nuestras faltas y debilidades, podamos reconocer y vencer las acciones del “mal espíritu que nos daña” y nos divide.

Fortalecidos por los sacramentos, estamos en condiciones de renovar nuestra alianza de amor entre nosotros – que también es una alianza de unidad – que a su vez engendra una cultura del encuentro. La Eucaristía y la Reconciliación, dice el Santo Padre, “nos van llevando a la santidad siempre con esta cultura del encuentro, con esta solidaridad, con esta creación de vínculos”.

Renovación del corazón

Es en este encuentro en el cual se produce la renovación, tanto dentro como fuera de la Iglesia. El Santo Padre habla sobre la importancia de la renovación constante de la Iglesia, pero nos advierte que esto es mucho más que una renovación de su forma y sus estructuras. En realidad, nos advierte “cuidado con el funcionalismo” y con los planes “perfeccionistas” porque nos llevan a “encerrarnos, a encapsularnos”.

La verdadera renovación de la que el Santo Padre está hablando es la “renovación del corazón”. La renovación del corazón es una transformación que proviene de una vida de profunda fidelidad y oración. Nos da una mayor libertad interior para colocarnos “al servicio de lo otro, de la libertad de espíritu, de la oración, de la vocación, del celo apostólico, del salir”.

El celo apostólico exige coraje, especialmente cuando sentimos que estamos solos en nuestra lucha por la transformación dentro de nosotros y dentro de la Iglesia. El Santo Padre, por lo tanto, nos anima a sacar fuerzas de los santos y de tantos hombres y mujeres santas que, a través de los siglos, contribuyeron a una mayor renovación de la Iglesia. Una lectura de la vida de los santos mostrará que con frecuencia se toparon con barreras inimaginables y que sobrellevaron su misión solo por gracia de Dios.

La misión del P. Kentenich fue Cristocéntrica

Como Familia de Schoenstatt, solo necesitamos mirar al P. Kentenich. Aunque no haya sido canonizado por la Iglesia, lo reconocemos como un hombre santo, cuyo camino por el sendero de la santidad también provocó la renovación de la Iglesia. Sus acciones no fueron para su propia edificación, y en realidad fue llamado a ofrecer muchos sacrificios por la misión que la Santísima Madre le había confiado. Todo lo que hizo fue por amor a Dios, a la Iglesia. Por eso en su sepulcro están inscriptas las palabras: Dilexit Ecclesiam – Amó a la Iglesia.

Esta es la clave: toda actividad apostólica debería hacerse por amor al Cuerpo de Cristo. En primer lugar, Jesús es el centro del trabajo apostólico, haciendo eco del mensaje del Papa Francisco para el Jubileo de que “toda espiritualidad, todo carisma en la Iglesia, de lo más variado y lo más rico, tiene que ser descentrado. En el centro está el Señor”. El Santo Padre nos dice que tengamos cuidado de no “descentrar a Jesucristo” cuando realicemos nuestro trabajo apostólico.

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El sufrimiento necesario del exilio

A menudo lamentamos el exilio del P. Kentenich o la manera en la que fue tratado por la Iglesia, pero si miramos hacia atrás, fue un período necesario para la vida de nuestro movimiento. La Iglesia tiene el derecho de discernir la fuente de un carisma para determinar que proviene verdaderamente de Cristo y que no se trata de un carisma personal.

En el caso del P. Kentenich, la fuente cristocéntrica de su misión puede haber quedado clara para aquellos que pertenecían a la Familia de Schoenstatt, pero pudo no haber sido inmediatamente evidente para la Iglesia de Roma. Esto se debe en parte porque el llamado profético del P. Kentenich a una renovación interior llegó varios años antes del Vaticano II y la Iglesia aún no estaba preparada para oír este mensaje.

Pero la cristocentralidad de Schoenstatt pudo haber sido desviada de la atención de algunos dentro del movimiento que se vieron tentados en colocar en el centro al Fundador, a los métodos pastorales y a las acciones de Schoenstatt. El exilio fue importante para la Familia de Schoenstatt para reflejar y discernir que el carisma de Schoenstatt trascendió a su Fundador y vive dentro de cada uno de nosotros, si verdaderamente convertimos a Jesús en la fuente de nuestro celo apostólico.

¿Cómo amo yo a la Iglesia?

Podemos preguntarnos, ¿cómo realizamos nuestras actividades apostólicas en la Iglesia? ¿Servimos desinteresadamente, de manera que nuestras acciones revelen a Cristo? ¿O a veces nuestro propósito se ve distraído por nuestro orgullo, nuestra necesidad de formular planes perfeccionistas que consumen el tiempo y la energía que podría dedicarse a promover lazos de solidaridad y de encuentro? Nuestros esfuerzos ¿son impulsados por amor?

Renovamos la Iglesia cuando somos interiormente libres para actuar con valor, aun frente a una fuerte oposición.

Renovamos la Iglesia cada vez que comenzamos por renovar primero nuestros propios corazones.

Nuestro mayor don es que la Santísima Madre nos eduque y nos transforme para que podamos ser uno con el Cuerpo de Cristo, la presencia viva de Jesús en la Eucaristía al igual que la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo presente en nuestro mundo de hoy.

Por lo tanto, podemos sentirnos alentados por las palabras finales del Papa Francisco al Movimiento de Schoenstatt: “los encomiendo a todos ustedes a la Madre para que los siga haciendo caminar adelante en esta renovación de la alianza”.

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El libro – en venta en varias librerías, en el sitio web de Nueva Patris Chile (envío desde Chile), en los puntos de venta de Editorial Patris Argentina,

o en la Tienda del Centro de Schoenstatt en Memhoelz, Alemania

ISBN: 978-956-246-772-8

 

También como Libro Electrónico (Kindle, Android, iBook…)

 

 

 

 

 

Original: inglés – Traducción: Cecilia Mata, Buenos Aires, Argentina

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