Publicado el 2018-03-15 In Iglesia - Francisco - Movimientos

Acerca del fallecimiento del Cardenal Lehmann: nos deja un gran teólogo, Obispo y filántropo.

ALEMANIA, Redacción

Centro schoenstattiano en Weiskirchen, 2009

En la madrugada del cuarto domingo de cuaresma, Domingo Laetare – alégrate – falleció el cardenal Karl Lehmann, por largo tiempo obispo de Maguncia y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana. “Nos deja un gran teólogo, obispo y filántropo” escribe el cardenal Marx, de München y actual presidente de la Conferencia Episcopal Alemana. También muchas personas del Movimiento de Schoenstatt, que tenían vínculos con el cardenal Lehmann, lamentan su partida. —

Era patrocinador de la Academia de Pedagogía Matrimonial y Familiar y entregó el correspondiente certificado a numerosos instructores familiares recién egresados tanto en Maguncia como en Schoenstatt; habló en las ‘oraciones al mediodía, en busca de huellas’, organizadas por Schoenstatt en las Jornadas de los Católicos alemanes. A algunos, el cardenal les resultaba incómodo y para muchos era un sacudidor.

El cardenal Karl Lehmann, durante una misa solemne celebrada con ocasión de los 25 años del Centro schoenstattiano en Weiskirchen, el 24 de junio de 2009, señaló que el Movimiento de Schoenstatt es un enriquecimiento para la diócesis de Maguncia y para otras diócesis en Alemania. El Movimiento de Schoenstatt se distingue “por una genuina y verdadera unidad en una multiplicidad realizada por el Espíritu”, dijo Lehmann y que muchos de sus miembros trabajan en las diócesis. El cardenal indicó que la “gracia especial del Movimiento de Schoenstatt es la santificación de la vida cotidiana”. “Es importante que nuestra fe se traduzca en la cotidianidad de la vida, ya que es allí donde debe acreditarse. El Movimiento de Schoenstatt y su fundador, el P. José Kentenich, tienen una noción especial de la santidad de nuestra vida cotidiana”, subrayaba el cardenal.

Fe y vida, plasmación del mundo real desde una fe igualmente real y vinculada con el mundo. Una gran frase que el fallecido cardenal le entrega hoy al Movimiento de Schoenstatt. Sacudiendo.

“El acceso individual y personal, que no restringe, sino que permite la libertad individual y la aprecia, es lo que hoy hace especialmente atractivo este camino. ‘Tanta libertad como sea posible’, esta premisa de nuestro fundador, en la que se expresa su respeto ante la vocación de cada uno, es una guía muy determinante para permitir que las personas entren en contacto con la fe. Es difícil abordarlas si lo primero que ven son mandamientos y prohibiciones. Allí donde soy abordado en forma personal y donde son tocadas las capas profundas del alma, allí donde soy tomado en serio con mis preguntas religiosas, en forma acogedora y sin presión, allí se abren caminos para la fe en el Dios vivo; esta es una gran oportunidad que se nos ha dado en nuestro Movimiento mediante el camino de fe personal en Alianza de Amor y el respeto ante la propia vocación”: estas son palabras de su sucesor, el arzobispo Dr. Robert Zollitsch, quien es miembro del Movimiento de Schoenstatt y muy cercano al mensaje del cardenal Lehmann.

“Sí, hoy tenemos que dar a la Iglesia un mensaje moderno, verdaderamente desafiante. Precisamente el deseo de nuestro padre y fundador era no enredarse en el pasado y querer conservarlo todo, sino buscar cómo se puede llevar a esta época nueva los contenidos de la fe  y traducirlos a su realidad. Esto lo llevó también a un conflicto con la Iglesia, sin por eso dejar de amar a esa misma Iglesia. Y reconoció como tarea de Schoenstatt el colaborar en la construcción ‘de la Iglesia en las nuevas playas’ para que así se haga realidad la visión acerca de la Iglesia del Concilio Vaticano II”.

Dr. Robert Zollitsch, 15.09.2008, Schoenstatt

El Cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, con motivo del fallecimiento del cardenal Lehmann

Con gran pesar y dolor he recibido la noticia del fallecimiento de nuestro apreciado hermano y amigo, el cardenal Karl Lehmann. Dios, el Señor de la vida y de la muerte, ha llamado a su fiel servidor. Falleció con una profunda fe en el Dios misericordioso. Nos deja un gran teólogo, obispo y filántropo. Con su muerte perdemos a un obispo humano y de cálido corazón, quien se distinguía por una gran fuerza lingüística. Comparto mi dolor con los fieles de la diócesis de Maguncia. La Iglesia alemana se inclina ante una personalidad que colaboró considerablemente en dar una impronta a la Iglesia católica en todo el mundo.

La Conferencia Episcopal Alemana le debe a Karl Lehmann una inmensa gratitud que sobrepasa ampliamente la muerte. Por mucho más de veinte años dirigió sus destinos como su presidente. Recuerdo bien nuestros primeros encuentros, que estuvieron marcados por la cordialidad y la apertura, pero sobre todo por el interés en el debate teológico. El cardenal Lehmann experimentó altibajos en la Conferencia Episcopal. Él siempre estuvo preocupado con la cuestión de cómo debería diseñarse una Iglesia beneficiosa para las personas y, al mismo tiempo, comprometida con la tradición. El aprecio personal que mostraba frente a cada interlocutor, su increíble memoria – Karl Lehmann no olvidaba nada – y su amplitud teológica  fueron años felices para nuestra Conferencia Episcopal. Mi predecesor, el arzobispo Dr. Robert Zollitsch, se sentía comprometido con esta herencia y yo también continúo comprometido con ella. Karl Lehmann fue confirmado en su cargo de presidente los años 1993, 1999 y 2005, antes de retirarse el año 2008, por motivos de salud. No habría sido Karl Lehmann si no hubiera asumido la presidencia de la Comisión para la Fe de nuestra Conferencia Episcopal por varios años.

En el periodo que ocupó su cargo, el cardenal Lehmann tuvo que afrontar momentos muy difíciles, como la “Declaración de Colonia”, en 1989, la lucha por el camino correcto en la orientación en los conflictos debido a un embarazo y la revelación de los casos de abusos sexuales en la Iglesia católica. Momentos especialmente felices fueron para Karl Lehmann la reunificación de las dos conferencias episcopales (NT. luego de la reunificación de Alemania) en la primera Conferencia Episcopal Alemana conjunta, que se constituye en 1991. Pero también pienso en el viaje apostólico del Papa Juan Pablo II en 1996, a Paderborn y Berlín, en el cual el cardenal Lehmann acompañó al Papa cuando cruzó la Puerta de Brandenburgo y cuando, por decirlo así, también para el Papa se cerró la reunificación. Momentos felices experimentó el cardenal Lehmann en su incansable dedicación  por el éxito de la Jornada Mundial de la Juventud el 2005, en Colonia, al igual que un año después, cuando Bendedicto XVI visitó su tierra bávara. El acercamiento ecuménico teológico y espiritual era un anhelo de su corazón. Por este motivo, no pocas veces tuvo encuentros confidenciales con los responsables de la Iglesia Evangélica en Alemania. La firma de la Declaración conjunta de 1999 sobre la justificación, se debe en gran medida a las habilidades negociadoras de Karl Lehmann. Llenó de vida y de ideas, de discusiones y propuestas al Grupo de Discusión de Contacto Protestante-Católico entre la Conferencia Episcopal Alemana y la Iglesia Evangélica alemana.

Karl Lehmann fue durante su vida profesor de teología. En la Conferencia Episcopal, algunas veces dio largas exposiciones para ponernos al día acerca del estado de las investigaciones. Agradecidos recordamos también sus completas conferencias sobre principios, durante nuestras asambleas plenarias. Todos sus tratados científicos estaban destinados a dar confianza a las personas en tiempos de cambios radicales. Esto le acarreó un gran respeto en la política y en muchos grupos sociales.

El fallecido, que fue ordenado sacerdote en 1963 por el cardenal Julius Döpfner, en Roma, siempre estuvo marcado por la irrupción del Concilio Vaticano II. Como asistente de Karl Rahner pudo experimentar desde muy cerca los acontecimientos y la lucha por puestos. Karl Lehmann convirtió en su tarea de vida el salvaguardar la herencia del Concilio y promoverlo. En épocas tormentosas se mantuvo firme en la fe, tal como lo expresó en su lema episcopal, que asumió con la consagración episcopal en 1983: “State in fide – Firmes en la fe” (1 Cor 16,13). Sí, nada podía hacer tambalear en su fe a Karl Lehmann.

Pasó algún tiempo hasta que su múltiple compromiso con Roma, su pertenencia a numerosos dicasterios de la Curia, su intenso acompañamiento teológico en incontables sínodos de obispos en el Vaticano, fuera reconocido con el Cardenalato el año 2001. Esto lo vio como un nuevo incentivo para continuar su servicio en Roma y en la Iglesia universal.

Con el fallecimiento de Karl Lehmann, la Iglesia en Alemania pierde una figura determinante y nuestro continente, a un europeo convencido. Precisamente en los ocho años como vicepresidente del Consejo de las Conferencias Episcopales europeas, se dedicó incansablemente al entendimiento y la reconciliación entre los pueblos, a construir puentes y al diálogo

El cardenal Lehmann fue una persona impresionante y un sacerdote ejemplar, cuyo compromiso y trabajo, tanto nacional como internacional, recibieron innumerables honores. Karl Lehmann era sobre todo sacerdote, pastor y obispo, un teólogo aventajado y un buen amigo. También extrañaremos su fineza teológica, así como sus discursos punzantes. Karl Lehmann era un ciudadano del mundo, capaz de proporcionar información sobre todos los temas de la época. Estamos de duelo por una gran persona, una personalidad orientadora y un católico fiel, que vivió su vida completamente según el plan de Dios y para Él;  que se dedicó a la misión de Cristo y su mensaje. ­

En silencioso dolor me inclino ante un amigo, un hermano que nos orientó a todos nosotros.

 

Telegrama del Papa Francisco

A Su Excelencia Reverendísima
Mons. Peter KOHLGRAF
Obispo de Maguncia
MAGUNCIA

He recibido con dolor la noticia de la muerte de Su Eminencia el cardenal Karl Lehmann. Expreso mis más sinceras condolencias a Usted y a los fieles de la diócesis de Maguncia, asegurando mis oraciones por el difunto cardenal, que el Señor ha llamado a sí después de una grave enfermedad y sufrimiento. En su larga actividad como teólogo y obispo, así como presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, contribuyó a plasmar la vida de la Iglesia y de la sociedad. Siempre se preocupó de la apertura a los interrogantes y a los desafíos de los tiempos y de ofrecer respuestas y orientaciones a partir del mensaje de Cristo, para acompañar a las personas a lo largo de su camino, buscando lo que une más allá de los confines de las confesiones, convicciones y estados. Jesús, el Buen Pastor, done a su fiel siervo el cumplimiento y la plenitud de la vida en su reino celestial. De corazón le imparto así como a todos aquellos que lloran y recuerdan en la oración al fallecido cardenal, la bendición apostólica.

Papa Francisco

Original: alemán, 11.03.2018. Traducción: Ventura Torres, Chile

 

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