Publicado el 2016-09-02 In Iglesia - Francisco - Movimientos

“El Evangelio era la magna carta del compromiso empresario de Enrique Shaw”

ARGENTINA, AICA •

¿Empresarios santos? ¿Empresario, gerente, ejecutivo como vocación cristiana? ¿Gestación de un nuevo orden social desde la economía? Si, dice el Espiritu Santo a través de la historia real de Enrique Shaw, empresario argentino. Si, dice un José Kentenich con la idea de la santidad diaria.

El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato SDB, presidió este domingo, en la catedral metropolitana, la misa por el Siervo de Dios Enrique Shaw, al conmemorarse un nuevo aniversario del fallecimiento de quien puede convertirse en el primer hombre de negocios en alcanzar la santidad.

La celebración eucarística, convocada por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y la Acción Católica Argentina (A.C.A.), fue concelebrada por el obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires, monseñor Joaquín Sucunza, en representación del cardenal Mario Aurelio Poli, y el obispo de San Justo y asesor de la A.C.A., monseñor Eduardo García.

El cardenal Amato destacó que Shaw “se distinguió por su deseo de responder cotidianamente a la misión que Dios le confiaba como laico católico, esposo, padre de familia y empresario” y dejó “el recuerdo de un cristiano extraordinario por la ejemplaridad de su fe”.

“No pudiendo interferir en el juicio que la Iglesia dará sobre ello, me asocio a los que afirman que él obraba con alegría, con disponibilidad al diálogo y con gran cercanía a los trabajadores, como camino para crecer juntos en un desarrollo cada vez más acorde con el humanismo cristiano. El Evangelio era la magna carta de su compromiso como empresario”, agregó.

El purpurado afirmó que “Enrique Shaw orientaba su vida según las bienaventuranzas evangélicas, que eran la carta náutica de su navegación como empresario cristiano”.

“En este tiempo que se celebra el bicentenario de la independencia de la República Argentina, el papa Francisco, hijo amadísimo de esta patria, invita a jóvenes y ancianos a soñar y a profetizar grandes cosas. La patria es una madre y como toda madre quiere que todos sus hijos vivan bien. La patria es un don y un deber. La patria está siempre en construcción y necesita del protagonismo de todos”, recordó.

“La patria necesita – como decía Don Bosco – ciudadanos honestos y buenos cristianos. Pero sobre todo la patria necesita del protagonismo de los santos, de esos hijos e hijas, valientes y fieles al Evangelio, que difunden en la sociedad el buen espíritu de la fraternidad, de la amistad, de la comprensión, de la solidaridad, del respeto, de la acogida. Esto hicieron por la patria el beato Gabriel Brochero y la beata María Antonia, que fueron al encuentro de los más marginados de la sociedad elevándoles a la dignidad de ciudadanos honrados y de cristianos auténticos”, sostuvo.

“Así lo hizo el Siervo de Dios Enrique Shaw, que enseñaba a todos la vida buena del Evangelio. Sigamos rezando por su glorificación, pero sobre todo sigamos admirándolo en su ser cristiano auténtico, imitando sus actitudes virtuosas”, concluyó.

Cardenal Poli: Shaw, apóstol comprometido con la vida empresarial

Monseñor Sucunza leyó durante la misa la carta que el cardenal Poli le envió al cardenal Amato, en la que le agradece su presencia en el país para la ceremonia de la beatificación de Mama Antula y que haya presidido la misa por Shaw en la catedral metropolitana, que fue cátedra de Jorge Bergoglio.

El purpurado porteño le encomendó al cardenal Amato “una intención especial por un hijo dilecto de esta iglesia particular, Enrique Shaw, padre ejemplar de una familia numerosa y apóstol comprometido con la vida empresarial de nuestra Nación”.

“Desde Santiago del Estero, donde la alegría de la beatificación de Mama Antula va en aumento, con festejos y acciones de gracias, recibe estas breves palabras como cálida bienvenida a la catedral de la arquidiócesis de la Santísima Trinidad de los Buenos Aires. Esta fue la cátedra del papa Francisco, durante su extenso y fecundo ministerio episcopal entre nosotros. Desde aquí rezamos todos los días por su servicio a la Iglesia universal”, escribió.

“Te agradezco que hayas accedido a celebrar la Eucaristía dominical en nuestro templo. Me permito encomendarte una intención especial por un hijo dilecto de esta Iglesia particular, Enrique Shaw, padre ejemplar de una familia numerosa y apóstol comprometido con la vida empresarial de nuestra nación. Hoy su causa de beatificación la hemos depositado en manos de la Congregación que tú presides. Deseo, finalmente, que tengas un feliz regreso a Roma, junto al sacerdote que te acompaña. Y para que así suceda, rezamos por tu viaje y te encomiendo a la tierna protección de Nuestra Madre de Luján”, completó.

Enrique Shaw concibió y desarrolló conceptos novedosos sobre el papel fundamental de las empresas en la economía y la sociedad de un país, a partir de su gestión en Cristalerías Rigolleau. Sentía responsabilidad personal de atender las necesidades de los más humildes, humanizando y cristianizando la empresa y las estructuras sociales, empleando eficazmente todos los recursos técnicos y profesionales para el desarrollo de fuentes de trabajo y para la dignificación y realización del personal.

Shaw brindó su apoyo espiritual y material para la fundación de la Universidad Católica Argentina (UCA) y trabajó intensamente en la Acción Católica a partir de la Segunda Guerra Mundial en el programa Pro Ayuda a Europa y fue nombrado por el Episcopado en 1961 presidente de la ACA.

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Texto completo de la homilía

Fotos: Aica

 

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