Publicado el 2015-08-09 In Dilexit ecclesiam, Iglesia - Francisco - Movimientos

“Que el mundo no asista mudo e inerte a las persecuciones de las minorías”

Roma, AICA

El secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana, monseñor Nunzio Galantino, por invitación del Patriarca Latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal, y del vicario patriarcal para Jordania, monseñor Maroun Lahham, realizó un viaje a esta nación en ocasión del primer aniversario de la llegada de refugiados iraquíes a Jordania, el 8 de agosto de 2014.
Aprovechando la ocasión, el papa Francisco quiso enviar un mensaje de cercanía a los refugiados, de gratitud a los que se hacen cargo de sus problemas y un llamamiento a la comunidad internacional para que no permanezca pasiva ante esta dramática situación.

De este modo, en la misiva que el Santo Padre envía a monseñor Lahham quiere llegar “con una palabra de esperanza a cuantos, oprimidos por la violencia, se han visto obligados a abandonar sus casas y su tierra”.

Tal y como recuerda el Pontífice, en más ocasiones ha querido “dar voz a las atroces, deshumanas e inexplicables persecuciones de quienes en tantas partes del mundo –y sobre todo entre cristianos– son víctimas del fanatismo y discriminados por su fidelidad al Evangelio”.

El recuerdo del Papa, que se hace llamamiento solidario, quiere ser “el signo de una Iglesia que no olvida y no abandona a sus hijos exiliados a causa de su fe: sabemos que una oración cotidiana se alza por ellos, junto al reconocimiento por el testimonio que nos ofrecen”.

Del mismo modo, dedica unas palabras a las comunidades que han sabido hacerse cargo de estas personas, “evitando mirar a otro lado”. A ellos el Santo Padre les dice: “Vosotros anunciáis la resurrección de Cristo al compartir el dolor y con la ayuda solidaria que prestáis a cientos de miles de refugiados; con vuestro agacharse por sus sufrimientos, que corren el riesgo de sofocar la esperanza; con vuestro servicio de fraternidad, que correrá también el riesgo en momentos oscuros de la existencia”. Por esto, el Papa ha deseado que el Señor les recompense, “como solo Él puede hacer, con la abundancia de sus dones”.

A su vez, el Pontífice ha deseado que la opinión pública mundial esté cada vez más atenta, sensible y participativa frente “a las persecuciones que sufren los cristianos y, en general, de las minorías religiosas”.

Finalmente, renueva su exhortación para que la comunidad internacional no permanezca muda e inerte frente a tal crimen inaceptable, “que constituye una preocupante pérdida de los derechos humanos más esenciales e impide la riqueza de la convivencia entre los pueblos, las culturas y las religiones”.

Las campanas de Francia repicarán por los cristianos perseguidos

El próximo 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen María, las campanas de las iglesias de Francia repicarán convocando a todos los fieles a rezar a la Virgen por los cristianos perseguidos. La iniciativa partió de la diócesis de Fréjus-Toulon, donde su obispo, monseñor Dominique Rey, convocó a sus fieles a rezar por esa intención.

“No son seres desencarnados”, proclamó monseñor Rey: “Se encuentran a pocas horas de avión de aquí, en países devastados. Se llaman Samir, Sobhi, Tony, Petro, Boutros, Adib, Rima, Macha, Lama, Fadia, Rama. Son hombres, mujeres, niños, ancianos. Son rostros donde en ocasiones se lee la angustia, el miedo, la tristeza, la confianza, a veces la alegría y la esperanza. Son sollozos inacabables o carcajadas infantiles. Son seres asesinados física y moralmente. Son seres infinitamente amados por Dios”.

“Bastaría un signo, una llamada firme a todos los hombres de buena voluntad”, pidió el prelado: “Que el día de la Asunción, en Francia, las campanas de todas nuestras iglesias repiquen y los cristianos y todos los que lo deseen se congreguen para expresar su apoyo. Por la Paz, con el único arma del amor en las manos. Unos minutos de recogimiento y silencio”.

Poco a poco se fueron sumando otras diócesis a la iniciativa, entre ellas la de Avignon, cuyo obispo, monseñor Jean-Pierre Cattenoz, comentó: “Es importante no bajar los brazos. Hacer tañer las campanas es una hermosa forma de dar testimonio de lo que se vive en las iglesias. Así que invitamos a los cristianos, pero también a todas las personas de buena voluntad, a concentrarse en la calle con ese motivo”.

Y “¿por qué el día de la Asunción?”, se interrogó monseñor Cattenoz: “Cuando todo va mal, cuando no se tiene nada, uno se vuelve hacia la Virgen María. Dos mil millones de hombres sobre la tierra le rezan, no sólo los cristianos. Propongo a todos los fieles que se concentren en las iglesias a que digan juntos la oración a María que derriba los muros”.

Esta oración dice así:

“Santísima Madre de Dios, nos dirigimos a ti como Madre de la Iglesia, madre de todos los cristianos que sufren y de todas las minorías perseguidas. Te suplicamos, por tu ardiente intercesión, que hagas caer ese muro, los muros de nuestros corazones, y los muros que producen odio, violencia, miedo e indiferencia, entre los hombres y entre los pueblos.

“Tú, que mediante tu Fiat aplastaste a la serpiente antigua, congréganos y únenos bajo tu manto virginal, protégenos de todo mal, y abre para siempre en nuestras vidas la puerta de la esperanza.

“Haz que nazca en nosotros y en este mundo la civilización del amor que pende de la cruz y de la resurrección de tu Divino Hijo, Jesucristo, Nuestro Salvador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén”.

“Tal vez”, concluye monseñor Cattenoz, “algunos teman que este gesto sea considerado como una provocación hacia los musulmanes o un atentado a la laicidad. Pero no es nada de eso: se trata de un gesto de oración, de solidaridad, de paz y de fe. Creemos que puede tener un auténtico impacto”.

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Fuente: AICA

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