Publicado el 2015-07-23 In Iglesia - Francisco - Movimientos, Temas - Opiniones

Jesús es nuestro pastor

PARAGUAY, P. Oscar Saldivar – prédica del Domingo 16° durante el año – Ciclo B, a una semana de la despedida del Santo Padre de Paraguay •

IMG-TUPARENDA BIENV“Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.” Mc 6, 34

Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos esta Eucaristía a una semana de la visita del Papa Francisco al Paraguay. Por eso, la meditación que quisiera compartir con ustedes está inspirada en su paso por nuestras tierras.

Jesús vio una gran muchedumbre

“Jesús vio una gran muchedumbre”. También nosotros hemos visto una gran muchedumbre durante los días de la visita del Papa Francisco al Paraguay.

Impresionaba ver las avenidas y calles por donde se esperaba el paso del papamóvil abarrotadas de personas esperando ver al Papa Francisco, aunque sea sólo un momento. Hombres y mujeres; niños, jóvenes y ancianos; todos esperando al Papa. Verdaderamente una gran muchedumbre.

¿Qué esperábamos ver? ¿Qué anhelábamos ver? Algunos querían ser parte de un momento histórico; otros, tal vez, querían saciar su curiosidad; pero la gran mayoría esperaba encontrarse con el Papa, con el Vicario de Jesús. La gran mayoría esperábamos encontrarnos con un Pastor. Un pastor cuyos gestos y palabras nos fortalecen y nos dan esperanza.

Así como la muchedumbre del evangelio (cf. Mc 6,30-34) busca un pastor también nosotros lo hacemos. Los anhelos que el Papa Francisco ha despertado en nuestros corazones son anhelos que sólo se pueden saciar en Jesús. Como dice la Carta a los Efesios: “Cristo es nuestra paz” (Ef 2,14).

 

El Señor es mi pastor

As9GZkR6q2Z5IN0nZgrdwz73cO20yLX0q5NLvKq3K5s6Los intensos y emocionantes días de la visita papal nos han mostrado un pueblo religioso y alegre, pero también nos han mostrado un pueblo anhelante de un pastor. Y esto debe ayudarnos a tomar conciencia de que Jesús, el Señor, es nuestro pastor (cf. Salmo 22,1). El encuentro con el Papa Francisco debe ayudarnos a encontrarnos con Jesús.

Así como en el evangelio, también hoy Jesús ve a la gran muchedumbre que lo busca y anhela. Él nos ha visto como pueblo de Dios en estos días. A todos y a cada uno nos mira con amor y ternura. Y con su mirada nos dignifica, nos enaltece.

Cuando Jesús nos mira, cuando Jesús se dirige a cada uno de nosotros, nos dignifica, nos ayuda a reconocernos valiosos a los ojos de Dios; nos ayuda a tomar conciencia de que somos amados y de que podemos amar.

Jesús, nuestro pastor, no sólo nos mira sino que compadece con nosotros (cf. Mc 6,34). Es decir, se hace parte de nuestras vidas, de nuestras alegrías y sufrimientos. Él es el pastor que camina a nuestro lado: “Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo” (Salmo 22,4).

Jesús, nuestro pastor, es el que nos enseña a vivir (cf. Mc 6,34), el que nos “conduce a las aguas tranquilas” (Salmo 22,2) donde saciamos nuestra sed de amor, nuestra sed de sentido para nuestras vidas.

Nos enseña a través de gestos y palabras

Él nos enseña a través de su Evangelio y a través de los pastores que Él ha suscitado para su pueblo (cf. Jer 23,4). Nos enseña a través de gestos y palabras. Por eso sería bueno que recordando el gesto o palabra del Papa Francisco que más me tocó, me pregunte: ¿Qué me quiere enseñar Jesús con esto? ¿Qué enseñanza de vida quiere entregarme?

Finalmente, Jesús pastorea nuestras vidas para que nosotros mismos nos transformemos en pastores para nuestros hermanos.

Pastores que miran con respeto y ternura a los demás y así los dignifican; pastores que guían con paciencia y acompañan con esperanza los momentos de oscuridad; pastores que enseñan con palabras y gestos el camino de una vida plena. Pastores que conducen hacia Jesús, “porque por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu” (Ef 2,18).

Que María, Madre de la ternura y de la hospitalidad, nos ayude a encontrarnos con Jesús, buen pastor, que nos acompaña y conduce hacia el Padre. Amén.

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