Publicado el 2016-05-17 In schoenstattianos en red

Los artículos están conectados entre sí… ¡y nos hablan y nos refuerzan el valor de la familia!

Por Pablo d’Amico – OBSERVACIONES DESDE SEATTLE (1) •

Queridos Amigos Schoenstattianos:

Si tomamos “Caminemos Familias, sigamos caminando” por Maria Fischer publicado el 10 de abril, al referirse a la Exhortación “Amoris Laetitia” sobre el amor en la familia, encontramos palabras de afecto que buscan, con este lenguaje, llegar de manera sencilla a la interioridad de cada uno de nosotros, palabras concretas de experiencia de vida.

Lo explica de manera clara el Padre Guillermo Carmona (director nacional del movimiento de Schoenstatt en Argentina) en su carta de Alianza sobre “La Familia, el sueño de Dios”:

Podría ser (dice) “el Evangelio de la familia” y también aplica a nuestra Familia de Schoenstatt.

“La familia no es una realidad idílica ni utópica.” Debemos cultivar actitudes fruto de la misericordia del Padre… y nos ofrece siete “sacramentales del Amor”. Por ejemplo (algunas de estas):

  • LA FAMILIA CRECE CUANDO ESTAMOS DISPUESTOS AL SERVICIO: servir es conocer las necesidades del otro (…) quien sirve, reina (Padre Kentenich) => familia de Schoenstatt.
  • RESPETO, ACEPTAR AL OTRO COMO ES Y COMPRENSIÓN: todos tenemos historias y herencias familiares diferentes. Sin regalar o recibir “caricias para el alma”, la vida se torna más hostil.
  • LIBERTAD Y CERCANÍA: sana autonomía, presencia cercana y atenta. El riesgo de la libertad presupone confianza, diálogo y valores compartidos.
  • LA APERTURA A LA GRACIA DE DIOS: agradecer el “don” del otro. Esto alegra el amanecer de la familia.

Y, como si fuera la otra cara de la misma moneda, nos encontramos con «Los refugiados no son números, sino personas con rostros, nombres e historias…» o sea ¡familias que han realizado esos viajes para alcanzar un lugar de seguridad y de esperanza!

Francisco comienza y termina sus viajes pidiendo a María, Madre de los más vulnerables y abandonados, su protección (para nosotros, Schoenstattianos, nuestra MTA).

Nos recuerda e intenta recordarles a todos que los refugiados son personas (no cifras de muchos ceros) y familias… y nos interpela “quién de nosotros ha llorado por los niños, hombres y mujeres que mueren ahogados en el mar”.

Y simplemente viajo para “honrarlos como seres humanos”, padres/madres y niños que seguramente forman familias como las nuestras. No esperando nada a cambio, solo visitando a las personas. Quizás se pueda comparar a la “magia” de nuestras Misiones y de la Campaña de la Virgen Peregrina, o sea, una obra de Misericordia.

“Escuchar su voz y seguir sus pasos”. Probemos, salgamos a buscar las oportunidades de “salvar” a otros (prójimos y próximos), ancianos abandonados, niños de la calle, familias en necesidad… dejemos que la Gracia del Señor nos ilumine (como decía San Agustín: “recemos pero no dejemos de remar hasta la orilla”).

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