Soy la persona que soy gracias a María Ayuda

CHILE, vía Maria Ayuda •

En esta ocasión, te contamos la historia de Pablina Díaz Maldonado, una mujer de 28 años, quien durante su infancia estuvo albergada en una de las residencias de María Ayuda. Allí creció y pudo recibir el afecto y las herramientas necesarias para salir adelante. Ahora es una profesional y junto a su pareja forman una linda familia. Actualmente, Pablina se encuentra realizando su práctica profesional en la construcción de una nueva residencia para menores enmarcada en el proyecto Casa Alma, de María Ayuda. —

Afirma que, parte fundamental de su crecimiento, se lo debe al padre Francisco Pereira. “Él ha sido la persona que ha estado siempre con nosotras desde un principio, sobre todo, en el tema de la pandemia, ya que aun estando fuera del hogar, se dedicó a hacer programas para las niñas egresadas, viendo las necesidades que teníamos después de salir del hogar”.

¿Cuáles eran esas necesidades?

Carencias de hogar, muchas veces la falta de una familia, cariño. Económicamente, las niñas tienen pocas posibilidades porque no muchas terminan sus estudios. Siguen el mismo círculo que tuvieron cuando pequeñas quedando desprotegidas. Entonces, el P. Francisco ha sido una persona muy importante porque se dio cuenta de las necesidades que tenían las egresadas. Algunas incluso vivían en medias aguas, en pésimas condiciones con sus hijos y él hizo un programa especial para conseguir recursos y para asesorarlas en temas de estudios, cómo postular a una vivienda y a adquirir los beneficios del Estado. En definitiva, cómo integrarse a la sociedad.

¿Cómo evalúas tu paso por una residencia de María Ayuda?

Hoy en día tengo trabajo, estudios, formé una familia y soy la persona que soy gracias a María Ayuda. Yo llegué muy chica a la residencia, a los 9 años. No solamente encontré una acogida, también encuentras una familia, cariño. La mayoría de los niños de escasos recursos que llegan a las residencias vienen con una falta enorme de cariño, contención y vulnerabilidad de sus derechos. El recibimiento de las personas que trabajan en las residencias es fundamental. Yo me siento muy agradecida.

¿Qué es lo que más agradeces?

Yo nunca tuve niñez y en el hogar aprendí cosas que hacen las niñas, como jugar a las muñecas. Aprendí a abrazar a alguien, a tener contención cuando estaba enojada o tenía pena. Todo eso te lo entregan las tías y los profesionales que trabajan en las residencias.

¿Cómo fue que llegaste a estudiar una carrera profesional?

Una de mis metas siempre fue estudiar una carrera. Ahí me ayudó el padre Pancho también. Un día me dijo que querían de las noticias hacerme una entrevista y coordinó para que me juntase con una periodista de El Mercurio. Le dije en la nota que uno de mis sueños era estudiar y ella me consiguió acceder a una beca. Me ayudó a hacer una carta de motivación y así fue como terminé estudiando Ingeniería en Construcción en Inacap. Me fue muy bien e hice muchas amistades hasta el día de hoy. Además, los profes eran muy buenos conmigo y me ayudaron mucho, sobre todo, a cómo poder estudiar. Tuve un apoyo muy fuerte de todo mi entorno.

¿Cómo se compone tu familia?

Tengo una pareja que se llama José, con el cual llevo once años. Formamos una familia y tenemos dos hijos: Josefa, de siete años y Luciano que tiene solo diez meses. José ha sido un pilar fundamental para mí, en las buenas y en las malas. Ha sido un apoyo muy importante con mis hijos, mis estudios, con mi trabajo y ahora con mi práctica. Tengo una buena red de apoyo gracias al cariño de su familia.