CHILE, vía mariaayuda.cl •
Pablina tiene 26 años, vive con su hija, su pareja y su suegro. Llegó a María Ayuda en 2010, cuando tenía 10 años, y estuvo hasta 2013. Tiene muy buenos recuerdos de todo ese tiempo, sobre todo por el cariño y dedicación que recibió de parte de las tías y del director pastoral, el P. Francisco Pereira. —
“En María Ayuda pude vivir la niñez como debe ser. Mis cinco hermanos estuvimos todos en hogares y yo tuve la suerte de estar en uno maravilloso, en donde me entregaron muy buenas enseñanzas y hábitos, los cuales me han servido hasta hoy”, dice Pablina.
“Al igual que muchas otras niñas, llegamos a la residencia con la necesidad de amor y de tener padres responsables, y María Ayuda nos entregó lo que necesitábamos y hasta ahora – después de haber egresado – sigo manteniendo contacto con las tías y recibo su apoyo siempre. Yo en María Ayuda tuve una familia”, cuenta Pablina.
En la actualidad, Pablina estudia Ingeniería en Construcción en Inacap, gracias a una beca, y además es mamá de una niña de 5 años. “Estoy bien y muy agradecida con María Ayuda, ya que gracias a ellos soy la persona que soy. Por eso creo que es muy importante la tarea que hacen y, por lo mismo, muchas veces he ofrecido mi apoyo para ayudar en el hermoso trabajo que realizan”.
Un hogar para jóvenes vulneradas
María Ayuda es una de las obras sociales más antiguas y grandes de Schoenstatt. Acoge a niños, niñas y adolescentes, vulnerados en su dignidad y derechos, en situación de maltrato, abuso y abandono, para sanar sus vínculos y reinsertarlos en un ambiente familiar en el menor tiempo posible. Si no existen las condiciones para ello, prepara a los jóvenes para la vida independiente.
El año 1983, en medio de una fuerte crisis económica en el país, el P. Hernán Alessandri, miembro de la comunidad de los Padres de Schoenstatt, se conmovió con la presencia de niñas menores de edad ejerciendo comercio sexual en las calles, producto de la extrema pobreza.
Ante esta situación, recurrió a la solidaridad de la sociedad civil y convocó a un grupo de familias para que le ayudaran a fundar la primera casa de acogida para estas niñas, con un modelo pedagógico basado en tres pilares:
- Fortalecer la dignidad
- Entregar experiencia de hogar y familia
- Sanar los vínculos con ellas mismas, con los demás y con Dios
Tal es el origen de esta obra, que hoy en día está presente en 13 ciudades de Chile, de Iquique a Temuco, con 17 programas residenciales.