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Publicado el 2022-05-22 In Casa Madre de Tuparenda, Obras de la misericordia, Schoenstatt en salida

«¡Te conozco desde la cárcel!»

PARAGUAY, Maria Fischer •

Y de repente aparece Sergio. Sergio, protagonista o, mejor dicho, héroe de una de las muchas historias reales de la vida narrada en schoenstatt.org. Sergio, aquel joven participante del programa de Casa Madre de Tupãrenda que se levantó, día por día, a las 2 de la mañana para ir, caminando al lugar de su pasantía, la panadería de un supermercado, para estar puntualmente para el inicio del trabajo a las cinco de la mañana… Ahora, nos comenta Sergio, está ahorrando para pronto poder abrir su propia pequeña panadería. Vive su vida, mantiene a su pequeña familia, y nadie iba pensar que hace un par de años era un preso y uno de estos niños de la calle que roban para comer y drogarse para olvidar su miseria… —

Es el viernes de la semana pascual, y junto con Babbio Sallustro estoy visitando Casa Madre de Tupãrenda, por primera vez después de casi cuatro años. Sergio no es el único protagonista de una historia real que encuentro. Está también aquel «Pepito» que puso una foto del santuario de Tupãrenda junto al comentario: «De vuelta en casa» a su estado de WhatsApp. Está entre los del primer mes, el mes de prueba, y su sonrisa va de oreja a oreja.

Y esta visita mía, en este soleado día, es como un volver a casa, a una casa con nuevos habitantes y mucho mejoramiento dentro y fuera, pero con la misma ermita de madera erigida el día de la decisión de construir aquí una casa para jóvenes que, después de salir de la cárcel, buscan y merecen la primera oportunidad de su vida.

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Tantos sueños, tantas historias

Nos esperaban para el almuerzo y nos repartimos en las mesas de los jóvenes. Mis compañeros de mesa son la profesora de habilidades blandas, Lourdes (¿puedo prestarla por dos meses para los empleados jóvenes en nuestra empresa?), Alexis y Gonzalo, que comparten sus experiencias, y escuchan con gran asombro que también a jóvenes alemanes en su primer empleo les cuesta la puntualidad…

Después, nos reunimos durante media hora, compartiendo… Hay varios jóvenes que están en sus primeras semanas, otros ya en huerta, confección industrial o panadería. Cuantas historias, cuantos sueños de familia, de casa, de trabajo digno… Tantos momentos de sufrimiento, abandono, delincuencia, caídas y nuevos intentos, que podría llenar la historia de vida de un anciano. Tantas sonrisas inocentes que parecen niños de cinco, seis años.

Uno de los jóvenes, alto, fuerte, y seguramente con gran conocimiento en robo de celulares o motos, casi se muere de vergüenza en el momento de pedir un pequeño favor a Babbio Sallustro…

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Panadería

No paran de trabajar

Aún falta una visita importante: a la nueva panadería, el primer y hasta ahora único emprendimiento Madre de Tupãrenda. Un emprendimiento donde junto a un panadero experto, tres jóvenes egresados de CMT tienen su primer empleo, y donde otros pueden hacer su pasantía. Una oportunidad especialmente para menores, pues es difícil encontrar trabajo para ellos…

Entramos, y sí, ahora estamos en un entorno laboral. Los jóvenes nos saludan, pero no paran de trabajar. Los productos se venden en Tupãrenda, después de las misas, en el Santuario Joven y ojalá, después de algunos trámites que aún faltan, en supermercados. Así darán un sustento económico a Casa Madre de Tupãrenda.

La panadería es toda nueva para mí, aunque la acompañamos con los artículos en schoenstatt.org su construcción y apertura en plena pandemia.

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Reencuentro con Darío

Pero, hay un reencuentro. «¡Te conozco desde la cárcel!», grita uno de los jóvenes al verme. Es Darío, al que casi no reconocí, no solo por la mascarilla, sino porque es mucho más grande ahora y mucho más feliz.

Si, Darío, te recuerdo desde la cárcel. Recuerdo tus palabras, tus sueños, tus dudas… Recuerdo que aquel día lluvioso en septiembre de 2018 me despedí con aquel: «Nos vemos, pero no aquí, ¡sino en Casa Madre de Tupãrenda!». Aquí estamos, con este joven de mi última visita a la cárcel de menores, y nuestro sueño cumplido. Todo el esfuerzo, toda la esperanza condensados en un solo reencuentro.

Vale el esfuerzo. Vale todo, todo lo que hacen estos equipos de la pastoral carcelaria, de Casa Madre de Tupãrenda, vale lo que hacen los encargados del Ministerio, vale el gran esfuerzo de Fundaprova, vale lo que hacen los editores y traductores de schoenstatt.org, vale lo que hacen los bienhechores… Vale por Darío y por tantos más Daríos, Pepitos, Sergios…

Vale soñar juntos por más…

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Finalidad de uso: Pater Pedro Kühlcke, Casa Madre de Tupãrenda

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1 Responses

  1. Hugo García dice:

    Maravillosa historia y obra que llevan a cabo en Casa Madre Tuparenda, la cual permite a jóvenes marginados poder reintegrarse dignamente a la sociedad de forma digna y luchando por un mejor futuro! Dios y La Mater sigan bendiciendo abundantemente dicha obra!!!

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