Publicado el 2020-01-13 In Obras de la misericordia, Pastoral carcelaria, Proyectos

Jesús nace allí donde nadie lo espera

PARAGUAY,  Cristy Santa Cruz •

Si bien diciembre, es un mes de fiestas, despedidas, y más fiestas… lastimosamente a veces olvidamos el sentido más profundo y original de este festejo, y por otro lado también olvidamos a quienes no tienen ni idea de qué es la Navidad. Es el sexto año que quienes integramos la pastoral carcelaria “Visitación de María” sí recordamos el sentido de esta fiesta, y sí nos acordamos y nos ocupamos de aquellos que muchos han olvidado. —

 

“¡Qué van a venir estos junto a nosotros, justo en Navidad!”

Junto con el padre Pedro, cada año, al inicio del mes de diciembre emprendemos nuestra campaña “Cena de Navidad solidaria”, que no es más que juntar donaciones para llevar un plato de comida, un postre y gaseosa, acompañado de algún que otro regalito para los jóvenes y adolescentes privados de libertad en los centros educativos Itaugua y La Esperanza, el día de Nochebuena.

Desde hace varios sábados les pedimos a los chicos que recen por todos aquellos que han estado colaborando con esta cena, y les recordamos que el 24 y 25 estaremos con ellos. Claro que no falta el “nuevo” que incrédulo le dice a sus compañeros en guaraní y bajito: “¡Qué van a venir estos junto a nosotros, justo en Navidad!”

Desde el inicio de la campaña, como cada año sentimos la bendición de Dios y la mano protectora de María, en cada donación, en los preparativos y en las palabras de aliento de muchas almas generosas que han dado su sí a esta campaña.

 

Todos los colaboradores

El pan que acompañaría la cena de los chicos estaba hecho por alguien que fue uno de ellos

Los días previos ya fueron de mucha emoción. Y llegado el día, desde la mañana, la Mater nos tenía preparados algunos regalos.

Cuando fuimos al supermercado en busca del pan que acompañaría la cena, encontramos a Sergio trabajando en la panadería – hace apenas un par de años atrás lo conocimos en el CEI-. Cuando por fin pudo salir en libertad decidió cambiar su vida e ingresó en el programa pos-penitenciario de la “Casa Madre de Tupãrenda”. Allí concluyó el programa y hoy se encuentra trabajando dignamente. Fue un regalo muy lindo saber que el pan que acompañaría la cena de los chicos estaba hecho por alguien que fue uno de ellos, uno que sabía lo que significaba pasar una Navidad ahí adentro.

La próxima vez en Casa Madre de Tupãrenda

Ya en Itaugua, la fiesta se iba completando, la decoración, la música, la comida… todo esto ante la mirada curiosa de los chicos, ansiosos por saber qué les teníamos preparado.

Recibimos a cada grupo con cantos, aplausos y muchos abrazos, ¡ellos eran los homenajeados ese día! Iban pasando al comedor, algunos con cara de asombro, otros con inmensa felicidad, pero todos listos para disfrutar lo que para ellos sería un verdadero banquete.

En un momento me senté junto a Pepito, y entre lágrimas y abrazos me dice “¡Una vez más aquí, tía, pero ya ovalema (ya es suficiente), no quiero más esta vida!” Ya perdimos la cuenta de cuantas Navidades pasó ahí, pero a la pregunta de dónde lo veré la próxima vez, me responde que en Casa Madre de Tupãrenda: “Ya hice un trato con el pa’i Pedro”.

Se derrumbaron muros de orgullo

Vimos muchos muros de orgullo derrumbarse ante la fuerza de un abrazo. Algunos que siempre se mostraban duros, prepotentes, “cabezudos” como decimos por acá, sucumbieron al amor de Jesús y María entregados en cada detalle, en cada canción, en cada abrazo.

Muchos de ellos nunca vieron una mesa con mantel, nunca tuvieron una cena de Navidad, sus Nochebuenas las pasaban en la calle, o si les tocaba estar en casa, tal vez lo único que abundaba era el alcohol y las drogas.

Un mensaje navideño por radio

Los educadores no podían quedar exentos de toda esta fiesta. En un momento dado me acerco a uno de los ellos y le pregunto si todos los que tienen radio (así se comunican entre ellos), los que están dentro del establecimiento y los que cuidan el perímetro, tienen el mismo canal. Cuando me dice que sí, le consulto si era posible que el padre Pedro les diera unas palabras a todos ellos por la radio. Ante la respuesta positiva y sin más tiempo que perder, le pregunté al padre si no tenía inconvenientes de dar un mensaje por radio. Le pareció buena idea. No podíamos dejarlos fuera del festejo a ellos, a quienes cuidan de los chicos. Y fue así como al culminar todo, de una forma muy especial, el padre Pedro agradeció a todos los educadores y guardias perimetrales y les dio la bendición. Sin ellos, sin su predisposición, no sería posible lo poco que hacemos, además si ellos están bien, los chicos estarán bien.

Vivimos la verdadera Navidad

Todos terminamos el día más que felices, rezamos, cantamos, agradecimos tantas bendiciones, que aunque no sean tan tangibles, aún son muchas. Saber que podemos brindar un momento de tanta felicidad, de tanta misericordia y amor con tan poco, realmente nos llena el corazó. Hoy solo estamos tirando al viento algunas semillas, Dios sabrá en qué terreno van a caer, pero tenemos la certeza que sus tiempos son perfectos y los frutos llegarán más temprano que tarde.

Lo que vivimos el 24 y 25 de diciembre no es más que la verdadera presencia del Niñito Jesús, Emmanuel, el Dios con nosotros, más presente que nunca en un lugar que muchos tienen olvidado.

Jesús nace y se hace presente ahí, en la oración sencilla, pero sincera, en los largos y silenciosos abrazos, en la alegría de cantar, compartir, reír y llorar. Puede parecer poco, pero para quien no tiene nada, es mucho.

 

Cristy Santa Cruz,  la autora, con unos de los colaboradores

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BIC/SWIFT GENODEM1DKM
Uso previsto: P. Pedro Kuehlcke, Pastoral penitenciaria

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