Publicado el 2016-09-30 In Proyectos

El proyecto «Alégrate Mujer», ahora también en Ecuador

ECUADOR, Ana Loor de Dahik •

En el año 2014, Schoenstatt cumplió un siglo de haberse regado por todos los continentes. Al igual que nuestra Iglesia y sus discípulos con un puñado de hombres y mujeres, Schoenstatt, que es «hijo de la guerra», se inició con un grupito de jóvenes que salían del Santuario cargados de gracias y, convocados por su patria, con su fusil al hombro para ir a morir en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Contra todo pronóstico, dada esta fragilidad, el movimiento creció, construyendo hombres nuevos y creciendo hacia nuevas tierras.

A partir de las celebraciones del Jubileo 2014, muchos miembros de esta Familia se comprometieron a salir de los linderos del Santuario y, tomados de la mano de María, ir a visitar con Ella diversos lugares en la sociedad, para entregar el regalo de Schoenstatt a sus hijos que todavía no tienen la dicha de experimentarlo.

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Un mensaje a la mujer ecuatoriana

Las señoras que formamos la Rama de Madres de la Familia de Guayaquil, decidimos dar una respuesta a este llamado y nos propusimos visitar, con María, colegios y diferentes asociaciones, donde pudiéramos llegar con un mensaje a la mujer ecuatoriana de esta provincia.

Asesoradas por la Hermana Montserrat Darquea, nuestra rama tomó la iniciativa de elaborar un proyecto maravilloso, que ya estaba en plena marcha en Chile desde 2013 y cuyo contenido no es otro que comunicar los valores del cristianismo sobre la mujer, de acuerdo al plan querido por Dios. Este mensaje lo damos en una época en que el criterio sobre lo qué es la mujer se encuentra completamente deformado en nuestra sociedad.

El título del proyecto propuesto por la Hermana es el que se usa en Chile, “Alégrate Mujer”, y recoge los más altos ideales, eleva y ennoblece el sentido de lo auténticamente femenino. Nos apropiamos del mensaje del saludo del ángel Gabriel a María, llevando la alegría de comunicar la riqueza de la misión que Dios tiene reservada para nosotras, las mujeres: humanizar a la sociedad, regalar hogar a un mundo que tiende a individualizarse y, por supuesto, darle a nuestra capacidad de ser madres todo el valor que tiene para la familia como célula de la sociedad.

Inspiradas en María

Si vamos de la mano de nuestra Madre, con la otra nos agarramos de todo el legado y herencia que tenemos de nuestro Padre Fundador. Profundizando el tesoro que nos ha dejado el P. Kentenich, un enamorado de María, la mejor de las madres y de las mujeres, hemos podido prácticamente palpar el sueño de Dios sobre el orden de ser de la mujer. El material que tenemos para trabajar, eleva el sentir femenino sin dejar a un lado un enfoque objetivo de la realidad. Se han elaborado los talleres, partiendo inclusive de estadísticas sobre la realidad de nuestra mujer ecuatoriana.

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Un encuentro con la Virgen Peregrina

Al momento de elaborar este artículo, estamos en pleno trabajo del proyecto pues diferentes grupos de vida de nuestras señoras ya han llegado a aplicarlo en diversas instituciones y la experiencia que estamos teniendo nos tiene realmente maravilladas.

Una anécdota que corrobora el deseo de nuestra Madre de acompañarnos a llegar a otras mujeres, la tuvimos las señoras que visitamos uno de los colegios de la Beneficencia de Señoras, Matilde Amador. El primer día que fuimos a hacer el reconocimiento del lugar, el coordinador de la pastoral de dicho colegio nos invitó, como él dijo, a visitar al “Dueño de Casa”, el Santísimo estaba expuesto en la capilla del colegio. Llegamos a rezar con nuestro Señor y ¡oh sorpresa! a los pies de la custodia se encontraba, ni más ni menos, nuestra Mater peregrina, que de pura “casualidad” una misionera la había llevado ese día al colegio. Fue una señal maravillosa del Cielo con la que nuestra Señora nos estaba abrazando y abriendo las puertas para que trabajáramos con Ella.

En los talleres, hemos podido experimentar corazones abiertos en las madres de familia, quienes han acogido el tema de la mujer con mucha alegría. Sentimos que verdaderamente es una necesidad y un anhelo por parte de las señoras que lo reciben.

A su vez, a quienes nos estamos preparando para dar y entregar el proyecto, nos ha llenado de entusiasmo el reafirmar que, todos estos años de formación y de recibir el regalo de Schoenstatt, no han sido en vano. El sello de nuestro Schoenstatt lo llevamos en el corazón y el trabajo en equipo por esta causa tan noble, nos está permitiendo una alegría infinita, corroborando que es más feliz el dar que el recibir.

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