Publicado el 2016-11-10 In Misiones

Como viví las Misiones «Talita Kum»

ARGENTINA, Estela Rodríguez •

El día 8 de noviembre leí en esta página un artículo sobre nuestras queridísimas Misiones Juveniles «Talita Kum». Soy de la ciudad de Corrientes, una bella provincia en el noreste argentino, bastante cerca del fin del mundo (en la expresión del Papa Francisco), que es un lugar que ama a María en alma y espíritu. Quiero compartir con ustedes mi testimonio sobre las bendiciones que recibimos en esta misión en Caá Catí, a 126 km de mi ciudad. Realmente la Divina Providencia obró muchísimo.

Hace un año una amiga, de la Juventud Femenina, me invitó a misionar y fui con más miedos que certezas. A la Mater la conozco de toda la vida, tuve una formación religiosa muy schoenstattiana pero no sabía de la existencia del Movimiento. Cuando llegué a Caá Catí por primera vez, sabía que mi corazón estaba sano, libre de todo aquello que no me permitía ser feliz. Cantos, bailes, juegos, oraciones y el sentirse familia, esa fue mi primera misión con la juventud.

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Ya no podía negarle mi Sí a la Reina

Este año volví a misionar pero ya en la provincia del Chaco, provincia vecina a Corrientes. Fue otra experiencia increíble, muy fuerte. Ya no podía seguir diciéndole que no a Ella. Era la Reina de mi corazón y yo no me atrevía a gritarlo. Me abandoné a su inmenso amor y desde entonces, el camino no es más fácil, sino menos solitario.

En abril me invitaron a formar parte del equipo organizador de las Misiones Talita Kum y fui inmensamente feliz. Sabía que volvería a ese pueblo que vio nacer mi «ser misionero».
Nuevamente surgieron obstáculos, pero nunca olvidamos que Ella es la Gran misionera y es quien obra milagros indescriptibles. Y la misión fue un éxito.

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De regreso en casa y con el corazón lleno de misericordia

Hoy, una semana después de haber vuelto a casa me siento con el corazón lleno, feliz de saber que tanto esfuerzo, entrega y lucha hicieron felices a otras personas. Nuestro capitalario favorito son aquellos corazones que descubren a María y nos tienen a nosotros como instrumento. Somos ese cireneo que en el silencio acompaña a Jesús. Queremos ser misericordiosos, María nos mira con ojos de misericordia día a día. Caá Cati ya es mi segunda ciudad.

Con el profundo deseo de que las Misiones Juveniles «Talita Kum» sigan avivando en fuego del Espíritu Santo en la juventud correntina me despido con una pequeña reflexión:
«La vida nunca será sencilla, pero si están Cristo y su hermosa Madre a tu lado, nada te será imposible».
Misionar me dio la gracia de conocer mucha gente, visitar muchas casas, e incluso un hospital. Misionar es ser portadores de alegría y misericordia. Ser servidores y discípulos del Maestro.
«Servidores de María, confiamos en tu Misericordia».

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