Publicado el 2016-04-24 In Misiones

¡Misiones Familiares a la Romana! Una historia de fundación

ITALIA, por Martin Candia, Misión Roma •

El arte de tocar puertas. La Mater Peregrina. La vida comunitaria. Las liturgias con el pueblo. María como Reina de la Misión. La alegría de ser misionero. Te contamos lo vivido en las Misiones Familiares 2016 con la juventud de Roma.

Primero… el querer de Dios

A la Juventud Masculina de Paraguay, en el año 2014, se le presenta un gran desafío: ser promotores de la fundación de la JM (Juventud Masculina) en Roma, Italia. ¡Sin dudas un regalazo! En consecuencia, pusimos manos a la obra durante todo el año del Centenario para ir dando forma y estructura a la propuesta. En forma silenciosa también se forjaba el coraje y el espíritu de los tres misioneros universitarios, para afrontar un año lejos de casa. Con la propuesta hecha se abre el camino a los sueños. El sueño de compartir con ellos nuestras experiencias de Fe, el amor a María, las gracias del Santuario y la convicción de una vida orgánica cotidiana. En este sentido, unidos al Padre Alfredo Pereira -principal asesor de Misión Romase puso en marcha el proyecto, en el amanecer del 2015. Tres misioneros paraguayos hicieron el salto al vacío.

Al llegar a Roma, las aventuras se sumaban… cada actividad, cada retiro, cada propuesta tenía la adrenalina de un nuevo “cerrar los ojos y confiar” por el hecho de estar en período de fundación. Las hojas en blanco se empezaron a llenar con una atrapante historia de las Misiones Familiares, en su primera edición, año 2015.

Juan en la visita a la casa de Reposo.

El obrar humano y la providencia = Misiones Familiares

El Padre Alfredo, en una conversación casual, lanza la propuesta a un matrimonio, (la familia Bauro), de aprovechar la Semana Santa para hacer algo diferente. La traducción de hacer algo diferente es Misionar. Pasó un tiempo hasta que Francesco Bauro le confirma las ganas de hacer la Misión, llamativamente algo que nunca había hecho, pero que estaba dispuesto, por el amor de hacer cosas nuevas. En esta suma de anhelos nacen las Misiones Familiares de Roma. Teniendo la confirmación de la familia Bauro, se empezaron a invitar a otros jóvenes líderes dentro del grupo parroquial. Grande fue la sorpresa cuando todos, a excepción de uno, rechazaron la invitación, aludiendo que ya tenían otros planes para esa Semana Santa. Ese joven fue instrumento de María para convencer a otros, sin tener la mínima certeza a lo que estaba invitando.

En la primera edición, con los tres misioneros del Paraguay, el Padre Alfredo, dos matrimonios y unos 15 chicos, fueron al norte de Italia, a unos 700 Km. de Roma, a vivir algo totalmente nuevo para unos y “un viejo conocido” para otros.

¡Luego de la primera… la segunda!

Después de la excelente primera experiencia, se fue difundiendo boca en boca lo vivido. No hay mejor manera de contagiar que los comentarios de los primeros. Para este año, la misión se fortaleció con la presencia de cuatro familias de Roma: Bauro,Turani, Minici, Zara; también con dos matrimonios españoles y con unos 30 jóvenes, incluídos los 4 nuevos misioneros del Paraguay.

El ambiente fue puramente familiar, con el buen ánimo y el servicio de los matrimonios. El grito y la interminable energía de los más chicos, la notable predisposición de los jóvenes y la participación constante de los sacerdotes, hicieron de esta semana una inmejorable experiencia de comunidad. Todos juntos, sin importar edades, salimos a golpear puertas con la Madonnina en brazos, en medio de la montaña, su paisaje y la baja temperatura. La nieve hacía, para nosotros, una misión atípica. Así también, en el santuario, se reflejaba la entrega cotidiana en el capitalario. El motor de la misión, Verso L’ Alto, nos indicaba que el camino era hacia la cima,¡ hacia Dios!

El lavado de los pies, la Última Cena y la institución del sacerdocio marcaron el inicio litúrgico de la Semana Santa. Las celebraciones en las Iglesias que datan del 1300, nuestro aguerrido italiano para comunicarnos, el compartir en las casas, las canciones en latín, la Fe a pesar de la distancia, entre otras puntos sobresalientes, son parte de la mística de una semana que tenía mucho de conocido y también mucho por conocer.

Tanto al inicio como al fin de la jornada, nos congregamos en el santuario para cantar, rezar el evangelio y consagrar a María nuestro día. Después de cada oración de la noche, los jóvenes ofrecían un rosario a la Madre tres veces Admirable. Los impulsos los guiaba el Padre Alfredo, que en todo momento utilizó la imagen de María como la ejemplar misionera. El Padre Angel –invitado a la misión- y el Padre Alfredo, daban el sacramento del perdón.

Con el correr de los días, se dio la vinculación con las personas, con cada matrimonio, con cada niño y cada joven. Cuando una comunidad se hace fuerte internamente, llega con más fuerzas a las demás personas; con esta vitalidad animamos las misas, con las lecturas, los cantos y ritos.

Llegó la Pascua y el corazón de cada misionero recibió la alegría de la resurrección. Esa tarde la alegría fue doble, al comer unos buenos helados que es la especialidad de Val di Zoldo. Con el agradecimiento por los días vividos y el descubrir el “angelito” (Nota de Redacción: se trata del «amigo invisible». Muy probablemente ha influido la tradición de las Hermanas de María, transmitida a la Juventud Femenina en Paraguay, y de allí a la Juventud Masculina. El angelito es el que reza anónimamente por el amigo y le hace algún regalito para las fiestas de Navidad o Pascua.) iba terminando la misión con la paz que sólo Dios nos puede dar. Unos abrazos de despedida, a la par que cargábamos el minibús y nos volvimos a Roma.

Claramente, para todos, fue un tiempo muy de Dios. Se hace imposible no imaginar la próxima edición con más jóvenes, más peregrinas y con más celo misionero.

¡Con las ganas de que recen por el proyecto Misión Roma, nos despedimos!

¡Con Cristo su Hijo, nos bendiga la Virgen María!

Celebracion de la Liturgia del Viernes Santo

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