MÉXICO, por Cristel Amellaly González Galavis, de la Juventud Femenina de Monclova, Coah. México •
No te das cuenta de cuánto quieres, de cuánto amas algo hasta que lo vives en cada parte de su ser. Fue como todo, como cuando te interesas por alguna persona o por una nueva actividad: primero llegas, a lo totalmente desconocido, después intentas aprender algo y entre más adentro estás, más pequeño te sientes ante la magnitud de lo que es, y por eso, más te interesas.
Eso me pasó en Schoenstatt; tardé varias tardes en decidir ir al grupo, pero cuando fui mi vida empezó a cambiar; tal vez de una forma lenta y difícil, pero ahora, ya después de apenas 2 años, siento que mi vida se vuelve Schoenstatt, que en la mañana despierto y siento que alguien está cerca de mí, y es ella, la Mater. Cuando me siento feliz sé que Dios está conmigo y qué decir de cuando me siento triste: recurro a ellos primero y antes eso no pasaba, antes creía, pero no los sentía.
Cuando viví Schoenstatt, mi amor por Dios y María se volvió verídico.
Entonces, amé Schoenstatt no desde la primera vez, aunque suene un poco frío, lo amé poco a poco, como se quieren las cosas que son para toda la vida; primero recibir el Cetro Azucena , después conocer el santuario, hacer la Alianza de Amor, convivir más con mis hermanas de alianza, ya no sólo dentro del grupo, si no en otros lugares, y después misiones México, luz de Maria, sin duda la experiencia que me ha hecho llegar hasta aquí y hacer un alto para reflexionar lo que siento, y me di cuenta entonces que cuando empiezas a vivir todo lo que Schoenstatt te ofrece, comprendes cómo tu amor por Dios y por María se vuelve algo verídico, que estar en la JuFe (Juventud Femenina) es entregarlo todo por amor.
A pesar de que mis primeras misiones fueron a mis 22 años, considero que la experiencia me dejó algo totalmente significativo, porque a partir de ahí marcó una pauta en mi vida, para reflexionar sobre lo que debo cambiar, y sobre todo, lo que quiero aportar en mi grupo para que su amor por la Mater y por Schoenstatt también crezca.
