Publicado el 2016-01-02 In Misiones

Misión Cuba – bajo la mirada de la Virgen de la Caridad

CUBA, por Juan Vicente y Juan Manuel, misioneros en Cuba •

Misión Cuba es un proyecto de la Juventud Masculina de Chile. Por invitación del P. Bladimir, de la Federación de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt en Cuba, ahora está ya el segundo equipo de jóvenes schoenstattianos en Santa Cruz, cerca de Camagüey, en la parroquia en donde el P. Bladimir está trabajando con grupos de Schoenstatt. Se quedan unos meses al servicio de Schoenstatt en Cuba.

Los inicios de Schoenstatt en Cuba radican en la primera generación de Misión Cuba de hace unos 10 – 15 años.

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Los dos misioneros del equipo actual de la Misión Cuba relatan:

Sin duda que hemos viajado. En el último reporte quedamos en que partíamos de aventuras a conocer la zona más oriental y pobre de la Isla de Cuba: Maisí. La fama de la provincia de Oriente en la Isla es importante: desde Santiago, la primera capital, pasando por Bayamo, donde se inició la lucha independentista, hasta Maisí, una tierra maravillosa, de monte, de tierra roja, de una vegetación de un verde vibrante y un cielo azul fuerte.

Pero primero es lo primero. Antes de conocer Oriente, viajamos en un bus cubano hacia La Habana para obtener nuestra residencia, despedir al Padre Bladimir que partía un mes a Chile para el encuentro internacional de la Federación de Sacerdotes, y de paso conocer la capital de Cuba, que no habíamos tenido la suerte de conocer. La estadía fue fantástica, nos alojamos en una casa sacerdotal buenísima y durante el día teníamos de base de operaciones una casa que quedaba a unos pasos de la catedral barroca de La Habana. Recorrimos la ciudad durante tres días y conocimos las cosas bellas y feas que hay en ella, cuya fachada es muy linda, alegre y viva, pero que cual máscara, oculta una realidad más triste y oscura.

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El P. Bladimir en Chile

Con el P. Rolando a Oriente

Luego, volviendo a la historia de nuestro viaje a Maisí, de La Habana viajamos a Camagüey y ahí nos encontramos con el Padre Rolando, un cura diocesano de Schoenstatt, que nos montó en su camioneta (que solo andaba cuando la empujaban) y partimos a Oriente. Pasando por Guantánamo, llegamos a un lugar llamado Río Seco, donde compartimos y dormimos esa noche con una familia muy cariñosa, muy cerca del mar. Al día siguiente junto con Yoni, el chofer del Padre (estábamos en su casa), llegamos por fin a Sabana, la ciudad donde está la Parroquia de Maisí.

Misión en Maisí

Cómo explicar Maisí… Sería decir misión, una misión intensa. Todos los días visitamos una o dos comunidades (por lo menos) y desde los miércoles empezábamos a pasar el Evangelio y las misas del domingo, ¡uf! Recorrimos ríos, pozones, cuevas del mar, la tierra rojiza y sobre todo la bondad de la gente, que aunque era en extremo pobre, era en extremo generosa. También conocimos Baracoa, la primera fundación en Cuba.

Luego de la estadía en Maisí, fuimos a un encuentro formativo de sacerdotes en El Cobre, donde nos sumamos y compartimos con muchísimos curas, y por sobre todo con la Virgen de la Caridad, cuya imagen presidió toda nuestra visita por el montañoso santuario. Con el P. Rolando, Juan Miguel realizó un tríptico sobre el patronazgo de la Virgen de la Caridad en Cuba, y un afiche sobre el Jubileo Mariano en el Año de la Misericordia para la Conferencia de Obispos, siendo una linda contribución de la Misión Cuba a la Iglesia Cubana.

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En el semimaro de La Habana

Cuba es fiesta

Después de esta aventura que duró casi tres semanas, viajamos junto a dos curas a Camagüey, pasando por Bayamo, donde conocimos al obispo que recientemente había estado enfermo. Cuando llegamos por fin a Santa Cruz, nos esperaba una parroquia cuyo sacerdote aún no había vuelto, por lo que trabajamos codo a codo con las hermanas lauritas. Las ayudamos en sus apostolados y a hacer celebraciones y encuentros. Pasaron dos semanas de ardua misión, y por fin el curita Bladimir volvió de Chile, tras casi un mes y medio de ausencia.

Pero antes de su regreso, le celebramos el cumpleaños a Juan Miguel, y nuevamente la alegría y la generosidad cubanas nos sorprendió. Cuando nos despertamos, estaban asando un pernil de cerdo al palo para el almuerzo, y armaron una fiesta que nos mantuvo bailando toda la mañana. Mención especial merece el regalo que le hizo a Juan Miguel, Roberto, un señor ya mayor y muy pobre: una cerveza que costaba por lo menos 1/20 del dinero que recibe al mes… ¡cuánta generosidad! También, una pequeña apóstol (las niñas de Schoenstatt), Lilita, organizó una pequeña sorpresa pidiéndole a su mamá que cocinara una torta y panes con pasta, junto a los jóvenes de la parroquia, para celebrar el cumpleaños que fue impresionante.

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Pronto volveremos…

Los últimos días han sido de carnaval, durante los cuales Juan Vicente pudo dar muestras de sus dotes de bailarín, logrando dominar los pasos cubanos de ‘casino’ y otros bailes. El pueblo estuvo tres días paralizado, y con la gente de la parroquia vimos las comparsas y los carros alegóricos, y festejamos junto a un cantante llamado JG, que es furor aquí en Santa Cruz, bailamos y hasta nos subimos a un juego mecánico criollo, llamado «el Bamboleo», del cual Charlie salió muy mareado.

Ahora solo nos quedan un mes y días de misión, que esperamos cerrar con broche de oro. Se avecinan la Navidad, con sus belenes gigantescos y las posadas, Año Nuevo y un nuevo viaje a El Cobre a visitar a la Virgen de la Caridad. Ya estamos con «olor a avión», como dicen aquí: pronto volveremos a Chile.

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1 Responses

  1. Edwin Lucin dice:

    Gracias por compartir esta historia, es inspiradora y emocionante, ojalá la Mater se establezca con un santuario en Cuba, seguro que quiere regalar sus gracias a sus hijos en la isla también, saludos desde Guayaquil, Ecuador

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