Por Maria Fischer, desde Asunción •
«¡Pensar que cuando comenzamos con las misiones universitarias éramos sólo schoenstattianos y apenas unos veinticinco!», comenta Ani Souberlich, del equipo de Schoenstatt.org, mientras intenta llegar, a pesar del tráfico impresionante, a la explanada de la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, pocos minutos antes de la ocho. Ya en el camino se ven los diez ómnibus que van a llevar a más de quinientos jóvenes a diferentes lugares de misión en el interior del país, para vivir la Semana Santa con el pueblo, evangelizando con sus palabras y su testimonio de vida, con sus oraciones y con la Peregrina en sus manos.
Toda la explanada de la catedral está tomada por los jóvenes, entre maletas y colchones, cajas y banderas. Cada vez más aparecen imágenes peregrinas con el rosario, con símbolos de entrega y compromiso. ¡Vamos a misionar, vamos con la Gran Misionera! Entusiasmo palpable en los cantos, los abrazos y las despedidas. Los schoenstattianos que comenzaron las Misiones no se quedaron solo entre ellos: se abrieron a todos los universitarios, y ahora son más de quinientos los que ofrecen cinco días para ser misioneros. Iglesia en salida.
La Virgen Peregrina de Schoenstatt los acompaña a todos. Es la que abre las puertas, los corazones, y la que fortalece el ánimo de sus jóvenes misioneros.
El P. Pedro Kuehlcke sale con los jóvenes a misionar, pide oraciones (por supuesto), bendice a los misioneros salientes. «Vamos a armar lío», dice José Aníbal Argüello. «¡Lío de la Mater, lío con el Papa Francisco!».
Ver el compromiso y el entusiasmo de los jóvenes emociona y contagia. Que la Mater abra los corazones de miles de jóvenes en todo el mundo para que todos sean una iglesia cada vez más en salida.