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Publicado el 2019-07-05 In Obras de la misericordia, Proyectos, Schoenstatt en salida

Juventud Masculina Sudeste en Misión Calle

BRASIL, Gustavo Vitalino vía www.jumasbrasil.com.br

La segunda misión calle se realizó los días 25 y 26 de mayo y contó con la participación de 19 jóvenes de la Juventud Masculina.—

Pocos podrían imaginar que, en el ajetreo cotidiano de la ciudad de São Paulo, un grupo de jóvenes, ya sea en familia o aprovechando los feriados, abrirían la mano para ir al encuentro de los hermanos en situación de calle. Fue eso exactamente lo que 19 jóvenes de Juventud Masculina (JUMAS), acompañados por los asesores, padre Ailton Brito y padre Afonso Wosny, hicieron en la última semana de mayo. En asociación con la Misión Belén se realizó la Misión Calle.

El Proyecto

La Misión Belén se inició en 2005 con el padre Giampietro Carraro y la hermana Cacilda da Silva Leste. La experiencia de ir a la calle y crear un espíritu de familia con los hermanos hizo comprender a ambos que, a veces, un plato de comida puede no ser lo único que alguien necesita, sino que espera ser escuchado y acogido. Por eso, la Misión cuenta también con casas de acogida, respaldadas por el estado de São Paulo que, actualmente, cuentan con más de 2.200 personas que salieron de la calle.

Daniel, que actualmente es seminarista, cuenta como decidió ser misionero de la Misión Belén: “Antes de venir, yo ya formaba parte de otro grupo religioso, tenía una trayectoria en la iglesia y sentí un deseo muy fuerte en mi corazón de estar con los pobres. Así fue como vine un día a hacer una experiencia en la Misión Belén y fui a Cracolândia. Allí Jesús me habló mucho a través de los hermanos de la calle. Viendo a aquella gente en medio del tráfico, me quedé reflexionando y pensé que era allí donde tenía que estar. Cuando regresé a casa, sentía un llamado muy fuerte de Jesús a asumir el lugar del pobre. Entonces, a partir de ese llamamiento, vine a la Misión Belén y desde hace 6 años soy misionero”.

JUMAS en la misión

Después de un breve momento de envío en el Santuario Sion de Jaragua, fuimos a la sede de la Misión Belén, que queda cerca de la estación de la Sé. Allí tuvimos una pre misión en la que nos explicaron cómo comportarse al hablar con los hermanos y también escuchamos algunos testimonios de personas que fueron acogidas y ahora ayudan en la misión. El primer día de misión fue en los alrededores de la Plaza de la Sé, donde conversamos con algunas personas y encontramos algunos hermanos conocidos de la Misión Belén. A la hora de comer, una sorpresa: no podíamos gastar dinero y teníamos que pedir nuestra propia comida a alguien en la calle o en algún establecimiento. Un pequeño choque, quizás por vergüenza, pero seguimos adelante. A fin de cuentas, algunos hermanos tienen que hacer eso todos los días para poder comer.

Inicialmente, nos echamos los “no” al bolsillo, pero en cierto momento fue inevitable que fueran incómodos. Eran respuestas intrínsecas y prácticamente automáticas sin ningún contacto visual, y nos hicieron pensar en cuántas respuestas iguales darían esas personas todos los días. Fernando Gabriel, de la Juventud Masculina de Campinas, relata como un NO se convirtió en una palabra tan pesada en esa misión: “Fui a un bar y me acerqué al camarero y le pregunté si tenía algo para comer. Me mandó a hablar con el dueño que estaba en la caja contando dinero, y le pregunté si no tenía una marmita o algo así. El dueño no me miró a la cara ni se dio el trabajo de dejar lo que estaba haciendo y respondió: No. No tengo nada para ti”. Es realmente muy doloroso escuchar un No de esos, porque estaba pidiendo comida que es lo básico para sobrevivir, en un lugar que estaba lleno de comida. Y lo que más dolió no es solamente la insensibilidad de la persona que no te ayuda, sino además saber que existen personas que reciben ese No a diario. Que salen a buscar comida y muchas veces escuchan un no insensible, despreocupado de que exista allí un ser humano que necesita comer”.

La noche más fría del año

Mirando el pronóstico del tiempo para la semana, vi que en la madrugada del día 25 se registraría la temperatura más baja del año. Cuando lo supimos, ofrecimos directamente el capital de gracias para que la Mater nos cuidase en la calle. Ya a la hora de dormir necesitábamos cartones para cubrir el suelo donde nos quedaríamos. Salimos por varias calles desde Valle de Anhangabaú hasta 25 de Marzo, pero como no encontramos bastante, tuvimos que aceptar lo que teníamos. Realmente fue una noche muy fría, y sumado al cansancio de caminar todo el día, nos hizo dormir rápidamente.

Misión en Cracolândia

Amanecido un nuevo día, los hermanos de la Misión Belén hicieron su examen de conciencia diario y nosotros los acompañamos. Después del café, fuimos a Cracolândia, donde la situación de tráfico acabó por sorprender un poco a los muchachos. Fue una especie de “golpe de realidad”, algo que sólo veíamos en la televisión, ahora delante de nosotros. Ver la cantidad de personas envueltas en el olor de las drogas, parecía casi increíble, pero lamentablemente es la realidad del momento. Por un lado, personas caminando como verdaderos zombis, y por otro,1a gente vendiendo todo lo que conseguían para fomentar el vicio. ¿Cómo hablar de Dios a personas en esa situación? Esta fue la pregunta que más surgió en nuestras mentes, pero conseguimos eludir rápidamente la situación y establecer una línea de raciocinio para misionar. Al final del día, como en todas las misiones que realizamos, nosotros también fuimos misionados.

Una mirada que ha cambiado

Algo dicho en nuestra pequeña presentación antes de la misión, fue que los hermanos en situación de calle eran muchas veces considerados invisibles, a veces sin intención, pero automáticamente nuestra mirada cambiaba de foco.

Después de esa experiencia y de este fin de semana extraordinario, una cosa es segura: el modo en que esos 19 jóvenes ven lo cotidiano cambió drásticamente.

 

Original:  Portugués, 01.07.2019. Traducción: Carmen M. Rogers, Santiago de Chile/Alejandra Kempf

 

 

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