Publicado el 2020-09-05 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, Vida en alianza

El “sacramento del hermano” en plena pandemia

ARGENTINA, Clarisa Martínez •

¡Todo es Providencia! Sí, nada escapa a la providencia de nuestro Padre bueno, ni siquiera el hecho de que me haya tomado tantos días compartirles estas líneas. Y es que, si bien Dios irrumpe con fuerza en nuestra vida, necesitamos tiempo para asimilarlo y que así la gracia cale hondo.—

Quien conoce a la comunidad de Schoenstatt de Paraná, la Familia de la Providencia, sabe que los sábados el santuario se llena de abrazos, mates, risas y cantos a la sombra del palo borracho. Probablemente esa sea la razón por la cual el aislamiento social preventivo y obligatorio decretado a causa de la pandemia nos “aquietó” tanto.

 Desde su nacimiento, La Loma siempre ha estado signada por la vitalidad de los vínculos; al punto que se comenzó a hablar del “sacramento del hermano”. La experiencia profundamente afectiva de fraternidad, anclada en Cristo y su Madre, se vuelve camino concreto de redención. Así somos, así vivimos el misterio de la alianza de amor.

Nos llevó tiempo darnos cuenta de que, en la distancia, la comunión se hace más insondable. Por suerte o, mejor dicho, por providencia, Dios nos tiene infinita paciencia y siempre nos espera para que, con libre disposición, “nos pongamos en marcha”.

Salida hacia misiones familiares, hace un par de años

Desde los más grandes hasta los más chicos

Un nuevo aniversario de la familia, el 15 de agosto, fue la oportunidad que su amor providente nos mostró para poder “despabilarnos”. Nos dimos cuenta de cuánto queríamos agradecer en estos 61 años de historia por los innumerables regalos recibidos.

La conexión fue virtual, pero el encuentro fue verdaderamente real. ¡Fue un día de fiesta! En la celebración de la Asunción de María, ella nos abrió las puertas del cielo para que pudiéramos unirnos a su canto de alabanza: Dios nos ha llamado, haciéndonos parte de una historia sagrada. Con amor fijó su mirada de bondad en la pequeñez de esta porción de hijos escogidos para hacer en nosotros y a través de nosotros grandes obras.

Con la consciencia de saber que el don es también misión y que nuestra entrega garantiza la presencia de María en el santuario, en cada santuario hogar y en cada santuario corazón, todos, los primeros y los que siguieron, los que se fueron y volvieron, los de “última hora”, desde los más grandes hasta los más chicos, juntos en familia, renovamos nuestra promesa de fidelidad.

¡Tú reinarás en Paraná! ¡Te prometemos que reinarás!

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