Publicado el 2020-04-01 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, Columna - Carlos Barrio y Lipperheide

Desde la Puna, Doña Cirila y su actitud de vivir agradecida frente al COVID-19

ARGENTINA, Carlos E. Barrio y Lipperheide •

Días pasados, estuve conversando en un programa de Radio María Argentina, conducido por Juanjo Santander, con relación a la difícil situación que todos estamos viviendo por el COVID-19. Esta emisora de la ciudad de Córdoba, llega a todo el país y tiene una significativa audiencia. Mientras estaba al aire llegaban mensajes de todas partes de Argentina. Recuerdo una docente de Santa Fe, un policía de Santo Tomé, un enfermero de un servicio sanitario en una cárcel, otra persona que trabajaba en un hospital pediátrico en Mendoza. Radio María une de una manera maravillosa a los argentinos.—

En dicho programa radial, ofrecí mis servicios de coach en forma gratuita, para todas aquellas personas que tuvieran necesidad de conversar y ser escuchadas. Y para facilitar el contacto les informé mi teléfono celular.

A pocos minutos de haber terminado mi participación en el programa, me escribió por Whatsapp, una señora, quien adjuntando una foto en la que se veían unos barbijos y una máquina de coser, me dijo:

  • “Buenas tardes, señor oyente de radio María, desde San Antonio de los Cobres, provincia de Salta, en la Puna, quiero decirle que estoy muy segura que esto pasará. Pero, bueno, en el momento que empezó la cuarentena, cerré mi comedor y me dediqué a hacer barbijos, ya que aquí en el pueblo no había y nos exigían a todos los que estábamos en contacto con la gente más alcohol en gel y guantes. Fue muy triste para nosotros. Ya estamos en cuarentena y me dediqué hacer los barbijos, ya que estoy encerrada con dos adolescentes que vienen a un colegio desde muy lejos, en medio de los cerros y aquí estamos…” (NR: este mensaje, y los que se mencionan más abajo, en lenguaje muy sencillo, tenía pequeños errores ortográficos y algunos emoticones propios del whatsapp).

Además de los 1600 kilómetros de distancia que separan Buenos Aires de San Antonio de los Cobres, existe una diferencia de altitud de 3.775 metros. Son dos mundos muy lejanos y distintos, que una audición de radio unió en un instante, por obra de la fe y la tecnología.

Cirila en la Puna, Enrique en la empresa

A renglón seguido, me envió una segunda foto de panes caseros que acababa de cocinar, y el diálogo continuó así:

  • “Haciendo lo que se puede Mi nombre es Cirila Simona Taritolay (y agregó su domicilio en San Antonio de los Cobres)”.
  • “Hola, Cirila, muchas gracias por tu testimonio. Te felicito por todo lo que estás haciendo. Contá conmigo para lo que necesites”.
  • “Gracias, don Carlos, Dios lo bendiga”.

Con qué sencillez y entrega pudo pasar de cerrar su comedor, que era su empresa en dónde le daba de comer a turistas, a dedicarse inmediatamente a coser barbijos. ¡Qué capacidad para descubrir lo que debía hacer en estos momentos y tomar una decisión de cambio en medio de las dificultades!

Su actitud me recordó al Siervo de Dios Enrique Shaw, cuando siendo marino, se embarcó en 1945 con su esposa hacia Estados Unidos para hacer un curso de meteorología y al finalizar la travesía de 31 días y conversar en el barco con dos religiosos, decidió en Nueva York, renunciar a la marina, para luego de hablar con un sacerdote en Chicago, dirigir su vida hacia la actividad empresarial.

Tanto en Cirila como en Enrique Shaw vislumbro una profunda capacidad para decidirse por sí mismos desde su interior, a partir de una atenta escucha de las voces del tiempo.

Hay que amanecer cantando y cantando hay que morir

Descubrí que Cirila en su perfil de Whatsapp tenía su foto, vestida con un poncho, sosteniendo una caja chayera, y en el cuero de este instrumento de percusión, se leía una frase, que decía:

“Si la Reina es de la Puna

no te vayas a dormir.

Hay que amanecer cantando

y cantando hay que morir”.

 

Su mensaje me llenó de esperanza y alegría. ¡Cuánta riqueza interior y capacidad para contactarse con la belleza y expresarla!

Los versos de la copla “Hay que amanecer cantando y cantando hay que morir”, me hicieron pensar que para Cirila esta copla es una plegaria de alabanza, en la que expresa su agradecimiento a través de la belleza de su arte. Muy cerca me sentí del P. Kentenich, cuando nos dice que “alegría es siempre el estar en todo momento cobijado en Dios. El Padre me quiere.”[1] Sólo podemos cantar desde el amanecer hasta la muerte, si nos sentimos arropados y amados por Dios.

Intuyo que el corazón de Cirila está lleno de cobijamiento y alegría en Dios, en medio de la realidad silenciosa, desértica y monocorde de la Puna, que esconde una riqueza muy honda, velada para mis ojos ciudadanos, acostumbrados a muchos estímulos, impresiones fuertes, comodidades y necesidades superfluas.

La conversación siguió de la siguiente forma. Le dije:

  • “¡Me encanta tu foto con la caja y lo que está escrito en ella!”.
  • “Si, me gusta componer música y cantar”.
  • “¡Te felicito!”
  • Si, don Carlos, Dios no nos abandonará”.
  • “Estoy seguro. Él es bueno”.
  • “Sí, mientras cocinaba se me terminó el elástico para poner a los barbijos, innové poniendo hilo elástico a éstos”.

Junto a su última respuesta me envió una foto con los nuevos elásticos que había improvisado para los barbijos.

En estos momentos tan difíciles que estamos viviendo por la pandemia del COVID-19, en que nos invade la angustia y preocupación por los infectados y muertos, en un mundo fragmentado y aislado, que nos impide tener un contacto personal con los demás, me alegra saber que el Dios de Cirila (que es el mío), “no nos abandonará”.

¡Cirila me lleva y me levanta con su fe y me señala el camino de la confianza en Dios!

Dificultades son tareas y encontrar nuevos caminos

Me quedé también muy impactado con su expresión “innové”.

Su inventiva para reemplazar la falta de elásticos en los barbijos, utilizando otros elásticos, mostró su capacidad creativa para resolver situaciones adversas en momentos críticos, al igual que Enrique Shaw, cuando en plena crisis de la empresa Rigolleau, descubrió nuevos caminos para no dejar desocupados a los trabajadores.

Cuenta Máximo Bunge en el libro “Viviendo con Alegría”[2], que ”Enrique hizo muchas cosas para evitar despidos. Por ejemplo, había en Rigolleau una sección de carpintería. Ellos se dedicaban a hacer cajones para las botellas y pallets. Eran de la planta permanente de la empresa. Él llegó a determinar que era antieconómico tenerla en la estructura propia y que había que hacer algo para que fuera un costo menor. Entonces ¿qué hizo? Arregló con ellos su desvinculación pero con un contrato de los mismos productos a costo y responsabilidad de ellos por 5 años. Los ayudaron a comprar un terrenito enfrente para que los carpinteros pusieran la fábrica. A ambas partes le fue bien.”[3]

Sin duda, como decía el médico español Santiago Ramón y Cajal, “no hay cuestiones agotadas, sino hombres agotados en las cuestiones”, y tanto Cirila como Enrique, encontraron nuevos caminos para no quedarse agotados en las cuestiones que tuvieron que enfrentar.

Cirila me hizo pensar también que sentirnos cobijados es lo que necesitamos para caminar hacia una transformación interior. Sin un sentido de la vida, que nos llene de plenitud, nuestra vida carecería de rumbo. Nos decía Enrique Shaw que “…en el trabajo se debe poder desarrollar la personalidad. La empresa, consciente o inconscientemente, es un molde.”[4]

 Vivimos en un mundo sin cobijo, masificado, y sólo estando vinculados, superaremos el aislamiento y seremos capaces de transformar la realidad. En definitiva se trata de recuperar el hogar interior, que no es otra cosa que “estar afectivamente uno en el otro”[5].

Detenerse a tomar mate y orar… ¡sin llevar el celular!

Buscando saciar mi curiosidad por la copla que estaba escrita en su caja de percusión, le dije a Cirila:

  • “Me preguntaba quién le dijo esa linda copla. ¿Me podrá decir, y también por qué la escribió?”.

Cirila no me respondió enseguida. Recién a los diez minutos me dijo:

  • “Ah, me fui un rato a tomar unos mates al comedor. No suelo llevar el celular porque agradezco a Dios por tener para comer y hago oraciones por los que no tienen”.

¡Cuánta sabiduría para detenerse un rato a tomar mate y no llevar el celular consigo a todas partes y poder vivir desintoxicada de nuestras dependencias de las redes sociales!

¡Cuánta capacidad para agradecer y ver la riqueza que tiene en medio de la austeridad!

¡Cuánto para aprender! ¡Cuánta libertad!

¿Cómo hacer para vivir así de agradecidos en medio de la nada y rezar a Dios por los que no tienen?

Se acercó a mi mundo para componer la copla

Luego me dijo:

– “Yo las hago estas coplas. Ahora le envió una”.

“Si en mi pueblo hubiera libros

como los que estoy mirando

me pasaría con ustedes

día y noche cantando.

…………….

De Buenos Aires me vengo,

con la palabra de Dios

a internarme en estas montañas,

brindarles mi corazón”.

 

Ella había compuesto estas coplas, al ver la foto de mi Whatsapp, en la que estoy sentado y con la biblioteca por detrás. Me dijo:

  • Vi en su perfil muchos libros, por eso se le canta a esos libros”.

Se había acercado a mi mundo para interpretarlo, y desde su propia cosmovisión me compuso esas coplas.

Escuchar, valorar, agradecer

Finalmente, le pregunté a Cirila:

  • “Y dígame, ¿quién es la Reina de la que habla en la copla que está en la caja?”.
  • La reina es la Puna, por sus paisajes, su naturaleza, sus minerales. Por eso se le canta y se la ve como una reina que tiene de todo en medio de la nada”.

Nuevamente Cirila me había acercado a José Kentenich, quién refiriéndose al arte de escuchar, nos dice que debe despertar nuestro propio interés y liberarnos de aquello que nos aprisiona, para mirar el lado bueno que todos tenemos.[6]

¡Cuánta sabiduría!, me dije. Poder valorar y apreciar como una “reina” a la Puna “en medio de la nada”.  Qué capacidad para vivir agradecida en un lugar tan inhóspito, a 3.775 metros sobre el nivel del mar, en el que, la gran mayoría de nosotros, nos sentiríamos abandonados de la mano de Dios. Ella ha hecho de esa “nada” su hogar, su lugar en el mundo, el lugar donde Dios la ha bendecido y regalado el sentido de su vida.

Que todos seamos nuevas “Cirilas”, solidarios y creativos, en medio de la pandemia de indiferencia y frialdad que nos aqueja, para sentirnos cobijados en Dios, transformados y enviados con profunda alegría a “convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo”, como nos pidió el Papa Francisco en su meditación del 27/03/2020.

Material no exclusivo. Republicación con permiso del autor

[1] José Kentenich. Retiro Espiritual para sacerdotes del 7 al 13 de octubre de 1934. Quinta Plática. Conf. José Kentenich. “Las Fuentes de la Alegría”. Ed. Patris (2006), pág. 165
[3] Sara Shaw de Critto. “Viviendo con Alegría”. Ed. Claretiana (2017), pág.140.
[4] Enrique Shaw. “Notas y apuntes personales”. Ed. Claretiana (2002), pág. 50.
[5] José Kentenich. Jornada Pedagógica del 2 al 5 de octubre de 1951. Décimo Primera Plática. Conf. José Kentenich. “Que surja el hombre nuevo”. Ed. Schoenstatt (1971), pág. 173.
[6] José Kentenich. “Ethos e ideal en la educación” (1931), 288-300, 302-303. Conf. José Kentenich. “Textos Pedagógicos. Ed. Nueva Patris (2008), pág. 225 y ss.

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