Publicado el 2020-03-22 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus

El pueblo español se vuelca con los demás y es solidario

ESPAÑA, Paz Leiva •

Los pueblos valen mucho más que sus gobernantes, aun suponiendo que éstos supieran gobernar, que es mucho suponer. Lo digo por lo que vivimos en España desde que se supo la existencia del coronavirus. —

Ahora cumplimos ya ocho días de confinamiento. Algunos, por prescripción médica, llevamos más tiempo en casa. Mi otorrino, que sabía de la gravedad de lo que se avecinaba,  me dejó recluida hace dos semanas.

Lo más raro de la situación fue ver como se vaciaban las agendas, siempre llenas de citas, trabajos, quehaceres y compromisos. Nuestras vidas se encontraron de repente vacías. Y ahora ¿qué hago yo?

Y ahora ¿qué hago yo?

Una de las primeras cosas que hicimos fue instalar un puesto de teletrabajo para mi marido. El banco en el que trabaja dejó abiertas oficinas, con servicios mínimos. Alguna  se tuvo que cerrar, por empleados contagiados.

El ritmo de la casa cambió; es muy distinto de lo que pasaba cuando las niñas eran pequeñas y mi estudio ocupaba la mitad de la casa. Para empezar, ahora no hay niñas: son madres de familia. Gracias a Dios están todos bien y contactamos por video llamada. Así, comprobamos que tienen buen aspecto.

Nos gusta estar en casa, no es un sacrificio quedarse. Lo malo es cuando llega el fin de semana y no vienen ni hijos, ni nietos ni amigos.

Nuestra agenda se ha vuelto a llenar

Nuestra agenda se ha vuelto a llenar: oración de la mañana juntos (esto es nuevo), visita al santuario de Pozuelo, misa en el santuario original, rosario con la Liga de Familias, misa en el santuario de Serrano; mandar mensajes de ánimo a los que están solos, mandar oraciones cortas a los que han vuelto a rezar; llamar a los vecinos, por si necesitan algo… A las 20  horas salir a las ventanas a aplaudir por los que trabajan en los hospitales. Oración de la noche, lectura, bendición del padre José María… Ayer por la noche tuvimos videoconferencia con nuestros hermanos de curso, con gin- tonic incluido.

Todo esto llena un horario espiritual y natural, que va camino de parecerse al de José Engling. Tenemos una extraña sensación de estar de retiro de Cuaresma (o de cuarentena), pero comunicados con los que están lejos.

Además, tenemos trabajos manuales que hacer y amasar el pan cada dos días. (Recuerdo a nuestra amiga Karin Leibold; seguro que el nuestro pan no es tan rico).

Fuimos a comprar y nos trajeron el pedido a casa. Tenemos para subsistir bastantes días y eso que no exageramos comprando. No compramos ni papel higiénico ni cervezas en exceso.

Silencios llenos

No es aburrido esto del confinamiento: es raro. Pero podemos aprovecharlo. Hay cosas que ya no volverán a ser iguales (o eso espero).

Yo estoy empezando a pensar que ”la cana es bella”, porque no podré ir a la peluquería una vez al mes (que ya tocaría) y a aprovechar que la manicura haga su trabajo, que queda mejor que en casa.

Echamos de menos salir a pasear. Vivimos en un edificio en altura. Está prohibido permanecer en las zonas comunes en grupo, pero de uno en uno se puede salir a subir y bajar escaleras… y pisos tenemos un montón.

El diálogo matrimonial ha aumentado y mejorado y los “silencios llenos”, también.

Nuestra oración se ha hecho más profunda y también más divertida, más alegre.

La orquídea ha florecido de nuevo y la admiramos más que nunca.

Y el párroco del Cristo de la Victoria bendice al barrio desde la torre de la iglesia  con el Santísimo.

Repasamos a diario a los que sufren, que son muchos. Agradecemos a los que nos cuidan. Nosotros obedecemos unas órdenes que, lamentablemente han llegado tarde. Intentaremos no contagiarnos, para no aumentar el estrés en los hospitales. Ahora están llamando a los estudiantes de medicina de los últimos cursos, porque los hospitales están desbordados. El pueblo español se vuelca con los demás y es solidario. No hay más que oír los aplausos a las ocho de la noche y ver a la policía y las ambulancias hacer sonar sus sirenas como homenaje a los sanitarios.

Y los sanitarios de León trabajan protegiéndose con bolsas de basura y gafas de buceo. Y conventos, industrias y particulares confeccionan mascarillas, porque aquí todo el material sanitario escasea.

Y el párroco del Cristo de la Victoria bendice al barrio desde la torre de la iglesia  con el Santísimo.

Y todo a pesar de los políticos. Porque Cristo ha salido a la calle antes de las procesiones de Semana Santa, vestido de sanitario, policía, bombero, reponedor de supermecado, farmaceútico…y tantos otros. Gracias por estar ahí.

¡Feliz domingo de la alegría a todos!

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5 Responses

  1. Qué lindo artículo, gracias!!! ne hizo recuerdo a la película «La vida es bella»

  2. Muchas gracias, Paz, por compartir vuestro testimonio de vida, y por la luz que nos regalas con estas palabras que nos ayudan a cobijarnos más y mejor en el corazón de Dios Padre.

  3. Rocío dice:

    Muchas gracias Paz por este artículo tan bonito y cierto.
    Estamos acostumbrados a sacar solo lo malo de cada circunstancia que nos ocurre y es importante destacar tambien las cosas positivas que nos regala Dios cada día y que seguramente despues de este tiempo apreciemos mas.

  4. Dalia dice:

    Gracias por todo lo escrito en este artículo,es completamente cierto,todos estamos viviendo esta situación rara y confusa. Esperemos saber actuar bien ante esto .Y sobretodo hay que agradecer por las personas que ayudam día a día a que todo esto se haga más ameno.GRACIAS

  5. Belén Olleros dice:

    Gracias Paz por recoger en este artículo tan bien nuestra vida: ofrecemos el ser conscientes y solidarios para evitar contagios y cuídamos nuestra salud de alma y de cuerpo. Esperamos que todo pase.

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