Ucrania nos necesita

Bárbara de Franceschi, España •

“El horror de una guerra despierta lo peor y lo mejor del ser humano”. Hace 11 días que el horror de la guerra en Ucrania despierta en buena parte del mundo un sentimiento de impotencia frente a una situación, impensable en el siglo XXI. —

Foto: Twitter, Alessandro Giusotti

Quizás Rusia se sintió amenazada cuando Ucrania se planteó entrar en la OTAN, pero nada justificaba una invasión rusa de un territorio hasta entonces amigo, que muy pronto dejó paso a bombardeos, destrucción, toma de ciudades y de puntos estratégicos. Cientos de personas buscando refugio en el Metro o en bunkers improvisados cuando las sirenas anuncian los bombardeos aéreos, y cientos de miles de personas huyendo hacia fronteras más seguras, a pie, en coche, en tren o en barco. Larguísimas colas de niños, mujeres, ancianos, dejando atrás sus vidas, hogares, maridos, padres, hermanos que a partir de ese momento se quedarían para defender con un ejército pequeño su país y su patria.

Estamos siendo testigos del mayor éxodo desde la segunda guerra mundial. Se están violando los principios del derecho internacional cuando los bombardeos son indiscriminados y atentan contra la población civil e inocente sin respetar tan siquiera los corredores humanitarios. Las amenazas de armas nucleares preocupan no solamente a diplomáticos, gobiernos, militares y estrategas. Preocupan a millones de ciudadanos de a pie que nunca se habían planteado una situación parecida y que temen también por las dimensiones internacionales que puede alcanzar esta dramática situación.

La guerra despierta lo mejor del ser humano

Pero la guerra despierta también lo mejor del ser humano. Somos testigos de cómo la población ucraniana se ayuda entre sí, compartiendo lo poco que les queda y de lo que pronto van a carecer: alimentos y abrigo. Pero también solidaridad por doquier y amor entre ellos. Nos llegan imágenes de multitudes en países vecinos que se agolpan en las fronteras para acoger a todos aquellos que han huido con lo puesto hacia ellos. Los abrazos en las fronteras de países vecinos, los alimentos, los juguetes para los niños, los centros de acogida improvisados para recibirlos nos hablan de la nobleza del hombre. Nos gritan como nadie quiere volver a vivir el genocidio de guerras pasadas. Las fronteras y puertas se abren de par en par a las personas que sufren las terribles consecuencias de estas guerras. Puede que los intereses ocultos de las llamadas grandes potencias no los entendamos, pero sí entendemos que por encima de todas ellas se intuye el poder demoníaco de la destrucción y muerte contra el que sí podemos hacer algo.

Podemos hacer algo

Tenemos a nuestro alcance las armas más poderosas que existen para construir la paz y combatir la guerra. Son las armas de la oración, del ayuno y de la limosna. Hay un refrán español que dice así: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Además del mazo nos queremos ocupar muchos a partir de ahora con la oración. De este modo el “golpe del mazo” será mucho más efectivo ya que contamos con la eficacia de la ayuda de Dios. Si en cada hogar en el mundo se rezara responsablemente por la paz. Si hiciéramos el esfuerzo común de rezar en familia, si ayunáramos para dejar que el Espíritu Santo ocupe más espacio en nuestras vidas, si juntáramos nuestras fuerzas para recibir los Sacramentos y escuchar la Palabra de Dios, si alabáramos a Dios con palabras y gestos de amor, si cuidáramos de la naturaleza con el respeto que merece un don de Dios… seríamos capaces de parar las guerras. Que no nos quepa la menor duda. Por lo tanto: llenemos nuestras Iglesias, juntémonos en las calles y plazas para orar como recientemente lo han hecho nuestros jóvenes en Madrid, interrumpamos nuestras jornadas laborales con pequeños momentos de oración con los compañeros de trabajo, quedemos los domingos para rezar con los amigos en un ambiente fraterno. Que todos nos reconozcan por cómo nos amamos.

Una propuesta: cada día un rosario desde un santuario hogar

Y nosotros, una comunidad oficial de la Federación en España, les traemos una propuesta: los miles de familias que tenemos santuarios del hogar, en los cinco continentes, organicemos ruedas de oración en ellos: cada día un rosario desde un santuario hogar. Ofrecemos a cada grupo de jóvenes, madres, hombres, profesionales, matrimonios, grupos de peregrinos, en institutos, federaciones, ligas, (organizados cada uno en su pequeño grupo o curso), que cada día un santuario hogar se ocupe del rezo de un rosario por la paz. Empezamos hoy. Un ejemplo concreto: en mi santuario hogar, rezamos hoy, los que estamos en casa, sin preocuparnos de que falte algún miembro de la familia que no ha podido estar y sin estrés. Y después mandamos una foto al chat de mi comunidad “Desde nuestros santuarios del hogar, rezamos por la paz”. Mañana reza otro de mis hermanos en su santuario hogar y manda la foto al chat de nuestra comunidad, pasado otro, y así cada día uno. Cada comunidad o grupo o curso independiente, necesita para este propósito de: un chat, el compromiso de un día concreto para rezar un rosario y una foto enviada al chat a través de la cual cada día aseguramos el rezo de un rosario desde un santuario hogar y la unidad entre nosotros, dentro de nuestro grupo o pequeña comunidad. Fácil y sencillo. No nos tenemos que desplazar. La Virgen está en cada “Iglesia Doméstica” en el del trabajo, en cada corazón consagrado a ella.

La unión hace la fuerza y tenemos con nosotros la mejor aliada que es la Mater. Los hijos de María nunca perecerán. Y ella nos lleva a Cristo y Cristo quiere la paz.

Ucrania se lo merece, los ciudadanos rusos que no quieren la guerra se lo merecen, el mundo se lo merece. ¿Se animan?