Cuba

Publicado el 2023-04-18 In Schoenstatt en salida

De visita en Cuba, pues no se anuncia el Evangelio parados, encerrados en una oficina

CUBA, P. José Luis Correa Lira • 

Puede sonar repetitivo decir que la situación en Cuba está peor que nunca, incluso peor que en el llamado ‘período especial’ de los años noventa. —

En las provincias (en la capital no se atreven a hacerlo, pues habría levantamiento de la población ya hastiada de tanta miseria) hay cortes de energía eléctrica a diario y pueden durar horas. Me tocó experimentarlo dos veces justo al inicio de las misas que celebré en la parroquia de Santa Ana, en Camagüey y en la de Santa Cruz del Sur. ¿Cómo conservan refrigeradas las (pocas) cosas que tienen para alimentarse? ¿Cómo resisten el calor y la humedad en una isla tropical?

Cuba se está despoblando 

Cuba

P. José Gabriel

Este año lo nuevo no ha sido la acostumbrada falta de alimentos, medicinas y cosas básicas para el aseo personal, sino que ahora tampoco hay petróleo.

Lo otro novedoso es el éxodo de más de 300 mil cubanos en los últimos tiempos. Cuba se está despoblando. Los jóvenes no aguantan más y a la primera ocasión se van y a donde sea… El programa ‘Parole’ está ayudando a la emigración legal hacia USA. Ya no solo se puede ‘reclamar’ a los familiares de primer grado para llevárselos consigo a donde uno ya arribó, proceso que puede durar años, si se consiguen las visas. Ahora el ‘Parole’ permite que hasta unos 7 miembros del núcleo familiar se vayan de inmediato.

Así y todo, sigue habiendo gente que se va en balsa (conocí a la hermana de un balsero reciente) y otros que se van por Sud o Centroamérica y empiezan su travesía de cruzar fronteras sin saber si los van a recibir o deportar y si lo van a lograr, pues pasar, por ejemplo, el ‘tapón del Darién’, entre Colombia y Panamá, es casi suicida y qué decir de los maltratos, vejaciones, violaciones y demás cosas que sufren por parte de los ‘coyotes’.

Una dictatura de más de sesenta años 

Las reconocidas educación y salud están por los suelos. Si alguien tiene que ser operado (¡qué peligro!) tiene que llevar consigo desde el algodón hasta el hilo para suturar, así como la anestesia, guantes, y todos los demás medicamentos, aparte de darle un extra al médico o enfermera tratante.

El estado de las carreteras es deprimente, aunque no es nada nuevo. Viajé por tierra desde La Habana a Camagüey ida y vuelta y de Vertientes a Santa Cruz del Sur.

El país se lo han repartido los nuevos burgueses: antiguos militares y sus hijos y nietos (los únicos que viven bien; el resto a duras penas sobrevive)

En fin, daría para escribir un libro el relatar tanta miseria en que el régimen dictatorial de más de seis décadas tiene sumida esta bella isla. 

Aún hay fe en esta isla 

En cuanto a la fe, me llamó la atención que, a pesar de haber tan pocos sacerdotes (también varios no resisten y terminan yéndose) y menos seminaristas (¡ni 25 en total para todo el país!) la fe de los pocos fieles se mantiene, cultiva y expresa.

Junto con las misas que celebré en Camagüey y Santa Cruz, me tocó presidir y predicar la misa de matrimonio de cuatro parejas. Por primera vez en mis más de 30 años de sacerdote me tocó una boda comunitaria. Sin embargo, lo más sorprendente es que las cuatro parejas eran de adultos. Sí, hay algunas conversiones de gente mayor.

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El santuario de Nuestra Señora de Regla 

Donde nunca había estado ni celebrado fue en el santuario de Nuestra Señora de Regla, un municipio a las afueras de La Habana. Un lugar de mucha devoción popular mezclada con elementos de santería. Fui a celebrar misa a media mañana del sábado y luego a dar una charla sobre la Virgen de Schoenstatt (esto último fue ocurrencia espontánea de última hora del párroco, P. Roberto B., quien animó la histórica y multitudinaria misa de San Juan Pablo II en La Habana hace un cuarto de siglo). Al final compartimos un rico almuerzo en la casa cural.

La Virgen Peregrina conquista los corazones cubanos 

En el viaje de vuelta a la capital pudimos al menos pasar a saludar a un seminarista diocesano de Schoenstatt de Florida (Usiel).

La tarde y noche anteriores, al regresar de Camagüey, pude reunirme, caminar, cenar y sobre todo conversar largo y tendido con el querido P. Jorge R., que estaba en espera de su visa para irse a Miami, a donde su obispo le tramitó que el arzobispo de allá lo pueda recibir.

Junto a los queridos padres Rolando y José Gabriel, (camagüeyanos los dos) tenemos un cuarteto de seminaristas vinculados a Schoenstatt. Dos se ordenarán, Dios mediante, este año de diáconos en tránsito y los otros dos tienen un tiempo de estudio y formación por delante.

Uno de ellos me había solicitado una imagen de la Mater, que gracias a Dios le pude llevar. Causó furor entre la gente y espero la peregrine en el seminario. Le quedé debiendo una al diácono permanente de esa parroquia y otra sacerdotal al párroco.

Tres valijas llenas de ropa, medicina y otras cosas 

En esta ocasión viajé con tres valijas, de 23 kilos cada una, cargadas de ropa, medicina y objetos de piedad, como rosarios y estampitas. Todo fue gentileza de gente del Movimiento de Costa Rica y fue recibido y repartido por los padres. ¡Lo agradecen infinitamente!

Por la tarde del sábado quise ir a saludar y conversar con el padre Reinier, carmelita que tiene alianza con la Mater, pero justo se le cayó un pedazo inmenso del techo del templo parroquial, de modo que recién el domingo por la tarde pudimos encontrarnos. En esa parroquia los frailes carmelitas custodian la escultura de santa Teresita de Los Andes que, con ocasión de la visita del Papa San Juan Pablo II, hace poco más de un cuarto de siglo, trajera a Cuba mi hermano de comunidad y obispo que me ordenó de sacerdote hace 32 años, Mons. Manuel Camilo Vial.

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La fe vive de encuentros 

Por esas cosas de la vida, como regalo inesperado, en la casa sacerdotal me encontré con el cardenal de La Habana, Mons. Juan de la Caridad. Nos conocemos de hace años, cuando el aún era arzobispo en Camagüey y luego en el retiro anual que le prediqué al clero y en otras visitas. Pudimos conversar un momento y contarle en qué andaba esta vez. Es siempre muy refrescante encontrarlo, mirarlo y escucharlo.

El Domingo de la Misericordia en Bauta 

El Domingo de la Misericordia fui a celebrar misa a las parroquias de Bauta y a Playa Baracoa, gracias a las gestiones de mi tocayo seminarista, a cuyos padres pudimos recibir en el santuario de Schoenstatt en San José, Costa Rica, el año pasado, en su odisea hacia los Estados Unidos.

En Bauta, un municipio a las afueras de La Habana, el templo parroquial estaba atiborrado de gente. Un coro espectacular, un equipo litúrgico de lujo y un párroco con medio siglo de sacerdocio a sus espaldas. En sus palabras finales mi tocayo nos sacó lágrimas a todos, y cuando digo a todos me incluyo.

A la vuelta de la segunda misa de ese domingo, también llamado de ‘cuasimodo’, nos recibió a almorzar una familia en el propio pueblo de Bauta. Otra experiencia de cálida acogida cubana, donde se ofrece y come lo que se tiene y se disfruta la amistad y comparte la fe y la esperanza.

La despedida de Cuba

Ese domingo 16 por la noche alcancé a saludar y conversar un momento con el arzobispo de Camagüey, Mons. Willy, que había llegado esa tarde a la casa sacerdotal de La Habana, para un encuentro de la conferencia episcopal que tenían esa semana.

Lo bueno fue que ya el P. José Gabriel (Federación de Sacerdotes) le había llevado el regalo que le traje de Costa Rica y estaba informado de mi visita a su arquidiócesis y que por motivos de fuerza mayor no había podido ir a saludarlo personalmente (se echó a perder el motor de arranque de la camioneta del padre Rolando, auto no menor que tuvimos que empujar un par de veces cuando fuimos a celebrar la misa a la ciudad el miércoles anterior).

El lunes, ya casi antes de volar de vuelta al continente, concelebré la misa donde las monjas carmelitas, a las que normalmente acostumbro a pasar a saludar. Concelebré con el padre vicario general de los carmelitas, encargado de la Orden Seglar Carmelitana en el mundo, un mexicano que preside la curia generalicia en Roma.

No hay anuncio sin movimiento, sin “salida”, sin iniciativa.

Esto quiere decir que no hay cristiano si no es en camino, no es un cristiano si el cristiano no sale de sí mismo para ponerse en camino y llevar un anuncio.

No hay anuncio sin movimiento, sin camino.

No se anuncia el Evangelio parados, encerrados en una oficina, en el escritorio o en el ordenador haciendo polémicas como “leones de teclado” y sustituyendo la creatividad del anuncio con el corta y pega de ideas cogidas aquí y allí.

El Evangelio se anuncia moviéndose, caminando, yendo.

Papa Francisco

El Evangelio se anuncia moviéndose, caminando, yendo… a Cuba.

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