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Publicado el 2022-01-02 In Obras de la misericordia, Schoenstatt en salida

Tengo la posibilidad de cambiar las circunstancias de un niño y su familia

Por María Luisa de Maccaferri, Monterrey, México •

“2022, año nuevo marcado por los desafíos heredados por los anteriores, la pandemia y sus consecuencias. ¿Cómo te sientes personalmente ante este período de calendario que empezamos?, Me golpean las palabras del Santo Padre con el tema de la indiferencia que cala como un virus; indiferencia frente al pobre, a la pobreza que poco a poco va calando en las clases medias también”. Una conversación viva que desde este comentario del P. José María García se desarrollaba el 1 de enero en el equipo de los colaboradores de schoenstatt.org. Me hizo reflexionar y contestar. —       

En tiempo de pandemia Dios me ha llevado hacia adentro. Tenemos 2 hijos que, al igual que mi esposo, por la pandemia trabajan en casa. Yo estoy encargada de las cosas en casa y comercializo productos japoneses para la salud en los horarios que puedo.

Hemos estado cercanos como nunca, pero en el 2021 sentí un gran cansancio interior: mi hija de 25 tuvo una caída haciendo ejercicio con varias fracturas y mes y medio en silla de ruedas, mi hijo tuvo Covid ligero en enero y en febrero también mi esposo que estuvo dos meses en tratamiento en casa; a pesar de que salimos poco, pasé mucho tiempo cuidando a todos.

Entregando mis preocupaciones a Dios Padre

Hoy cuando me desperté me di cuenta que mi cercanía a Dios Padre era lejana y decidí con la ayuda de Jesús y de María, de la mano del Espíritu Santo entregarle mis preocupaciones, la situación de México, de toda la gente que tiene grandes necesidades y vidas sin esperanza, la pérdida de tantos seres queridos, sus enfermedades, el sufrimiento de las personas que visita la Virgen Peregrina, la incertidumbre que viven mis hijos y los jóvenes, la falta de fe, bueno… una lista enorme que yo estaba cargando por mi falta de fe, de confianza en mi Padre

Me levanté agradeciendo este nuevo año y todas las bendiciones que me da y estoy dejando de ver y disfrutar, esas caricias que me da María para darme ánimo y fortaleza para ayudar con mi pequeñez como he aprendido en Schoenstatt, pero que mi soberbia me hizo exigirme y pensar que puedo cambiar el mundo, olvidando que la mujer más valiente de la historia cambió el mundo ocupándose casi totalmente a una sola persona, el hijo que Dios le confió.

En lo pequeño tenemos que actuar

Hoy agradecí por todo lo que tengo, lo más importante mi familia, el entrenamiento que he recibido viviendo en un país diferente al que nacimos, que nos ha enseñado a tener la familia lejos y a encontrar familia de corazón donde Dios nos ha llevado, a vivir las pérdidas de los familiares queridos a la distancia antes de esto de la pandemia, lo que nos ha fortalecido y permitido acompañar a quien nunca ha vivido estas situaciones y es en lo pequeño donde tenemos que actuar y ayudar.

Una de las mayores satisfacciones es lograr que un niño de siete años aprenda a leer y a escribir pues ha tenido dos años sin escuela y su mamá que viene a ayudarme tres veces a la semana cuando por la pandemia ha sido posible, me lo ha traído pues ella no pudo estudiar y no lo ha sabido enseñar. He estado muy enojada con el sistema tan injusto y las carencias de nuestros países de América Latina que no puedo cambiar, pero tengo la posibilidad de cambiar las circunstancias de un niño y su familia, aceptarlo hoy primer día del año me quitó un peso de encima y me da el entusiasmo para ocuparme de las cosas que me da mi Padre y confiar que Él es el que está a cargo y conoce nuestras capacidades y limitaciones, así nos ama y nos bendice con la ayuda y compañía de Jesús y de Maria.

Cuán grande es mi alegría al ver cómo el pequeño José, con las piezas de Scrabble, ya sabe escribir su nombre…

José, el heroe de esta historia

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