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Publicado el 2021-07-01 In Fratelli Tutti, Schoenstatt en salida

Vivir el sacerdocio en medio de las “alegría, penas, angustias y esperanzas” de nuestro pueblo

CHILE, Equipo Vínculo •

«Vivir el sacerdocio en medio de las alegría, penas, angustias y esperanzas de nuestro pueblo«: P. Juan Pablo Cruz nos puedes contar sobre esta experiencia de inserción en medio de nuestro pueblo: el proceso, la evolución, la decisión y la finalidad. —

sacerdocioMi nombre es Juan Pablo, soy sacerdote de la comunidad de los padres de Schoenstatt, y actualmente vivo, junto con Joaquín (seminarista), en la villa el Refugio de Puente Alto. Es una zona con altos niveles de pobreza material y social que han sido el caldo de cultivo para el avance de la droga, el alcohol y la violencia, cuyas consecuencias van desde la destrucción de los vínculos familiares y vecinales hasta la tragedia de la muerte.

Mi experiencia en el lugar se remonta a mi época en el seminario. Entre los años 2012 -2014 participé en la confirmación del colegio Padre José Kentenich y luego, durante el 2018, pude vivir en Puente Alto y ayudar en los distintos proyectos del sector. Actualmente soy vicario en la Capilla Misericordia y capellán del Colegio Kentenich.

Para entender por qué estamos viviendo aquí, tenemos que remontarnos al proyecto que el P. Hernán Alessandri (fundador de María Ayuda) pensó para este lugar. Él soñó con un centro integral al que pertenecía la capilla “El Señor de la Misericordia”, el colegio “Padre José Kentenich” y un centro de salud. Ésta cuadra quería ser el lugar de encuentro de los nuevos residentes que venían a poblar las villas circundantes. Nuestra comunidad de los Padres de Schoenstatt, siguiendo este sueño, ha prestado ayuda tanto en el Colegio como en la Capilla, pero ha sido la experiencia de la juventud masculina que inició con el proyecto de ARDE (al que luego se sumo la juventud femenina) seguido por los seminaristas de los Padres de Schoenstatt los que vieron la necesidad de formar una comunidad estable viviendo y trabajando en las inmediaciones de la Capilla y el Colegio.

En el Seminario de los Padres de Schoenstatt surgió el anhelo evangélico de estar más presente entre los pobres, y al mismo tiempo vieron en Chile una sociedad fuertemente segregada, en que las personas de distintas clases no se ven, no comparten y por eso no empatizan. Es por eso que el año 2012 se da inicio al proyecto “Sión Puente”, cuyo objetivo era ser puente de encuentro entre mundos que no se topan y entre las personas con Dios. Para ello, tres seminaristas se van a vivir a esta zona de Puente Alto, y dan apoyo en la capilla, el colegio y a los vecinos mientras continúan con sus estudios. Es una experiencia que tiene un antecedente el año 1998 y que se retomó como “Sion Puente” el 2012 para continuar de forma permanente hasta la fecha.

La comunidad de los Padres de Schoenstatt también ha querido involucrarse más en el lugar, razón por la cual yo estoy viviendo en Puente Alto. Algunos de los motivos que, a mi juicio, nos han llevado a dar este paso son: la larga historia común, iniciada por el P. Hernán; el anhelo y las vivencias de los curas jóvenes que han participado en Sion Puente; las necesidades espirituales y pedagógicas del Colegio Kentenich; el apoyo a la capilla Misericordia, centro de unidad de la comunidad; el testimonio de la fundación “ARDE”, con su permanente ayuda; el creciente deterioro de los vínculos sociales y el avance de la droga. Todo esto nos ha mostrado que debiésemos tener una mayor presencia y en el futuro esperamos poder formar una casa con más de un sacerdote de Sion.

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En ese sentido, ¿qué actividades pastorales se han hecho y se espera realizar?

Pastoralmente trabajamos con el entorno, el colegio y la capilla. En esta última se está llevando a cabo una olla común de lunes a viernes y se entregan cajas de alimento mes a mes. Por otro lado, hemos abierto todas las pastorales sacramentales, que por más de que no pueden juntarse presencialmente, lo intentan hacer de forma digital. Lo que llama la atención es la necesidad que tiene la gente de reunirse en la capilla, de celebrar juntos. Muchos de los feligreses que hoy no pueden o no se atreven a salir de sus casas, dicen sentir un vacío, extrañan los vínculos que habían construido, la capilla es su lugar de pertenencia, ahí encuentran la fuerza y la esperanza para vivir en medio de realidades complejas. A esto se suma que para algunos de ellos es su único contacto social.

En eso estamos hoy, pero ha habido varias actividades previas. Por nombrar algunas: hubo misiones organizadas por el Seminario de Schoenstatt, las que migraron hacia un retiro impacto para jóvenes llamado “Pascua Joven” desde el año 2018.

También las juventudes de Schoenstatt tienen un proyecto misionero de Adviento llamado “JAS”, que cuenta con una misión de ayuda permanente. Hemos realizado jornadas de cierre de año con la pastoral juvenil de la parroquia.

Por otro lado, ha habido una serie de talleres que se realizan en el colegio gracias a la ayuda de los voluntarios de Arde. Ahora, en pandemia, han tomado una especial relevancia las tutorías y el reforzamiento para los alumnos.

¿Se han formado comunidades schoenstattianas? ¿Cómo se imaginan su vinculación con la Familia de Schoenstatt general?

En este momento hay un grupo de la “Virgen Peregrina”. Ellas renuevan su alianza todos los 18 y están vinculadas al Santuario de Bellavista. Son mujeres comprometidas en la pastoral social y la visita de enfermos. Durante un tiempo recibieron formación de seminaristas y otras personas del movimiento.

También tenemos un grupo de juventud masculina que comenzó con Cruzados y ahora son Pioneros. Ellos han participado en campamentos con otras ramas de Santiago y la zona centro Sur. Las vivencias han sido un gran aporte en el sentido de ampliar horizontes, salir de su entorno, encontrarse con la naturaleza y hacer amigos. Todo esto traspasado por la experiencia de una fe viva. Personalmente confío muchísimo en este proyecto de Cruzados y el impacto que puede tener en los niños antes de que empiecen la adolescencia, que en este sector es difícil por la influencia de la droga.

Por otro lado, gracias a la presencia de sacerdotes, seminaristas y jóvenes misioneros del movimiento, hay muchas instancias comunitarias, de oración o de trabajo que tienen un estilo schoenstattiano.

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Grupo de confirmación del colegio

Hay varias experiencias previas, otras ya maduradas (iniciativas del P. Hernán, Arde Puente Alto, Colegio P. José Kentenich, inserción del seminario de los padres de Schoenstatt), ¿cómo es la relación, interacción y complemento entre ellas?

Hoy me parece que hemos dado pasos importantes, al menos en lo que respecta a la capilla y el colegio. Existe una buena relación entre ambos y hay un clima de colaboración. Esto se ve por ejemplo cuando el colegio reparte alimentos y quedan frutas, verduras u otro, llaman a la capilla y lo donan a la olla común. Lo mismo ocurre cuando el Colegio necesita usar la capilla e incluso (aprovechando las plataformas digitales) hemos hecho momentos de oración orientados a la comunidad del colegio y la capilla. En ese sentido, cabe destacar la buena relación entre los encargados de ambos establecimientos. Respecto al trabajo con ARDE y los seminaristas, naturalmente se ha dado un clima de amistad y trabajo colaborativo, sin desmerecer las tareas y acentos propios de cada comunidad, es común que nos encontremos detrás de los mismos proyectos y naturalmente vamos meditando juntos el futuro de Schoenstatt en el sector. Antes de la pandemia nos reuníamos una vez al año todos los integrantes del movimiento que estuvieran de alguna manera comprometidos en Puente y hacíamos una “completada reflexiva” para analizar como seguir hacia adelante.

¿Cómo podemos hacernos parte como Familia de Schoenstatt?

Tal vez antes de responder, quisiera manifestar algo que me parece importante. Se trata del recibimiento que hemos tenido los seminaristas, padres y misioneros/as en Puente Alto. Numerosos vecinos, feligreses, apoderados, abuelos, jóvenes y niños nos han acogido con un cariño tremendo. No es normal que nos abran sus puertas, que nos sonrían, que se interesen por nosotros, por nuestras familias, por nuestra salud. Son muchos los gestos de gratitud por dar un poco de atención, por compartir el pan, hacer una oración o simplemente saludar. Todas estas muestras de cariño hacen que uno se sienta querido y así este lugar se empieza a transformar en tu hogar. Luego las vidas se van entrelazando y empezamos a compartir dolores complejos, que muchas veces no tienen soluciones simples, y alegrías profundas por las pequeñas mejoras que van ocurriendo en el día a día.

Pueden ayudarnos interesándose por Puente Alto y ofreciendo apoyo material, profesional o espiritual. También los invitamos a rezar por las familias del sector, muchas de ellas viven verdaderos calvarios a causa de las drogas.

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Fuente: Revista Vinculo, con permiso

 

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