ITALIA, Jennifer Stahl •
El sábado 27 de mayo algunas integrantes de la Juventud Femenina de Roma comenzaron un proyecto que continúa sobre la estela de las misiones y del apostolado, pero esta vez ¡En nuestra ciudad!
La idea nace del primer ofrecimiento de José Engling. También nosotras hemos querido ofrecer diversas “flores” a nuestra Mater en el mes de Mayo: oraciones, intenciones y obras.
Nosotras, un pequeño grupito de jóvenes acompañadas de la alegre Hermana Julia, de las Hermanas de María, y de la mamá de una de nuestras jóvenes, hemos rezado el Rosario con los habitantes de una casa de reposo en el centro de Roma, en la Plaza de San Pedro en Cadenas.
Al servicio de los ancianos
Las hermanas, las “Pequeñas Hermanas de los Pobres”, están al servicio de los ancianos y prefieren quedarse siempre pequeñas, viviendo así continuamente en la alegría de pedir y de recibir la ayuda de Dios.
En este espíritu, todos, sea las Hermanas o sean los ancianos, nos han dado la bienvenida, gozosos y con mucho afecto.
Reunidos en la pequeña Iglesia, en el interior del edificio, Clara nos ha presentado. Cantando y tocando los instrumentos, fuimos en procesión siguiendo la Virgen de Fátima hasta la gruta de Lourdes en el jardín. Allí, a la Virgen de Lourdes y a la Virgen de Fátima, se unieron la Madre Peregrina con Jesús.
Alessia rezó la introducción a los cinco misterios, mientras las cinco decenas fueron recitadas por los habitantes de la casa. Después del Rosario alegramos a los ancianos con los cantos de Schoenstatt, desde luego en español! Y otros bellísimos cantos marianos.
Intercambiamos los relatos de nuestras vidas, mientras las Pequeñas Hermanas preparaban para todos una merienda con dulces y bebidas, entre ellos, una maravillosa torta hecha por la mamá de nuestra Clara.
Denise nos ha conmovido con la introducción sobre Schoenstatt y sobre la Madre Tres veces Admirable. Ella ha sido acogida calurosamente por los ancianos que habían ya rezado delante al icono de la Madre Peregrina, recibiéndola todos juntos, y cada uno en el silencio de la propia habitación. Ahora, nuestros nuevos amigos y amigas, esperan la llegada de una Mater, toda de ellos y también una próxima visita nuestra, para transcurrir otras horas en oración y compañía.
Experiencias como estas nos recuerdan el verdadero sentido de la vida cristiana que, como ha dicho Denise, es salvar las personas lo más posible.
Ayudar y ser ayudados, salvar y ser salvados. No hay modo mejor de aprender esto que de quienes viven el “ser pequeños” en la cotidianidad.
Son un ejemplo, las Hermanas que hemos conocido. Nuestra incansable y amorosa Hermana Julia que nos acompaña constantemente y las mujeres y los hombres –podrían ser nuestros abuelos– que nos han escuchado el sábado pasado. Ellos que permanecen pequeños delante de las dificultades y sufrimientos físicos debido a la edad. Humildes, pero sabios gracias a la experiencias vividas que nos han transmitido, alegres y ricos de vida, ¡capaces de vivir el momento! En ellos vemos y vivimos plenamente a Jesucristo y a nuestra Mater. ¡Con alegría queremos continuar acompañándolos!
Original: italiano, 15.06.2017. Traduccion: Ana María Ghiggi, Santa Fe , Argentina