Publicado el 2013-02-02 In Schoenstatt en salida

“Poder llevar la Palabra con tus propios hijos, es algo realmente magnífico”

ARGENTINA, Guillermo Elcano. Alejandro y Maricé, junto sus hijos María y Gabriel, nos cuentan en esta nota la experiencia de misionar en familia. Como lo retractara en notas anteriores El Diario y demás medios periodísticos locales, del pasado sábado 26 hasta este viernes 1, varios barrios cercanos a la capilla San Pedro fueron recorridos por las Misiones Familiares del Movimiento de Schoenstatt. Llamó la atención de gran parte de la comunidad la particularidad de cómo se misionaba, es decir, en familia con sus propios hijos y con hijos de otros matrimonios. Un total de 88 misioneros llevaron una gran tarea en Coronel Pringles anunciando en familia la Palabra de Dios, la escucha al hermano necesitado, encuentros para niños y jóvenes, charlas para patrimonios y misas a cargo del P. Javier Arqueaga, Director Nacional del Movimiento de Schoenstatt que acompañó toda la misión junto a dos seminaristas.

Nos entusiasmamos a nosotros a misionar también

El Diario conversó con una de estas familias misioneras compuesta por Alejandro María Minvielle, su esposa Maricé Marletta, y sus hijos más pequeños María, de 15 años, y Gabriel de 14. Aunque la familia es más numerosa ya que “tenemos tres hijos más, que son adultos, de 29, 28 y 24 años, que no vinieron a Pringles pero que han misionado anteriormente”, nos contó Maricé. Y fue por esos hijos más grandes que “nosotros llegamos a misionar; ellos llegaron primero a las misiones y fue tanto el entusiasmo y las vivencias tan profundas que ellos vivieron que nos entusiasmaron a nosotros a misionar también”. Esta es la cuarta misión de la que participan estos papás de misión.

En cuanto a las Misiones Familiares, estas vienen realizándose hace 15 años y esta fecha coincidió en Coronel Pringles, fiesta que celebraron el pasado martes. Maricé nos contó que dos de los matrimonios fundadores de las Misiones Familiares formaron parte, también con sus hijos, de esta misión en la ciudad.

Una forma de vivir la fe

Para esta madre misionera “misionar en familia es algo maravilloso por las vivencias que uno tiene” y “poder llevar la Palabra con tus propios hijos, es algo realmente magnífico”, lo dijo con firmeza.

Alejandro aportó que “es difícil transmitir esta experiencia. Es una forma de vivir la fe de una manera muy completa. El hecho de poder compartir la fe con nuestros hijos y poder transmitirla en forma de familia es, para la gente, más raro, porque estamos acostumbrados a ver jóvenes que misionan, o grupos de adultos o religiosos; pero el hecho de que toque el timbre de una casa un chico de 15 años con los papás es algo maravilloso”, expresó orgulloso.

Como una gran familia

Alejandro nos relató que “para ser papá de misión venimos con nuestros hijos biológicos y a su vez tenemos asignado, previamente, más cantidad de hijos. En esta misión somos 7 matrimonios y, aproximadamente, 70 chicos que son distribuidos entre las papás de misión”. Así se forma la familia de vida.

Pero la misión no es solo para afuera, para el barrio o la comunidad “porque nosotros misionamos internamente y externamente”, manifestaba Maricé, aclarando que “en la misión interna (la de vida) se trata mucho sobre los vínculos entre nosotros; y después tenemos otra familia, que llamamos de misión, con la que salimos a misionar”, Alejandro agregó que “por lo general ahí no están nuestros hijos biológicos, por lo general nuestros hijos biológicos misionan con otros papás” esto se ocurre para que “todos se vinculen con todos” añadió Maricé, “como una gran familia y se vive como una gran familia”.

Vacaciones con Dios

Cuando muchas familias o jóvenes están de vacaciones disfrutando de la playa o la pileta, estas familias no. Le preguntamos a María si todo este tiempo es parte de esos días de vacaciones, respondió diciendo que “sí, de alguna forma nosotros elegimos esto y podríamos decir que no, pero es algo que claramente a nosotros también nos ayuda y nos hace bien. Y por más que durante el año estemos en familia, en este momento se hace muy fuerte el vínculo de familia, por eso estamos acá y elegimos hacerlo”. María dijo unas palabras muy fuertes que muchos deberíamos tenerlas presente: “Estamos de vacaciones pero tampoco hay que olvidarnos de todo lo que hacemos en el año, tampoco podemos estar de vacaciones de Dios”. Y completó diciendo que “es una forma de acordarse de eso y de poder vivirlo más plenamente”.

Una comunidad muy fuerte

Alejandro y Maricé aprovecharon este medio para destacar “la apertura del P. Ernesto que la demostró desde un primer momento, cuando surgió la posibilidad de venir. Nos sorprendió la dinámica que tiene la parroquia con mucha convocatoria, muchas familias, jóvenes, gente grande, con mucha alegría. La misa de envío fue, realmente, una fiesta. A veces se piensa que la misa y toda la actividad católica es aburrida, muy protocolar, para pocos; y acá nos encontramos como en casa porque por lo general nosotros somos muy bochincheros”. También expresaron que “nos sorprendió la generosidad de la gente de Pringles, del pueblo, como nos recibían en sus casas, de la comunidad parroquial, como se organizaron para darnos de comer, para atendernos. En esta misión pudimos salir todas las familias. Nos consiguieron colchones, cuando estamos acostumbrados a dormir en una bolsa de dormir. Esta fue una misión de lujo. Nos sorprendió, a todos, gratamente la buena voluntad de la gente y la generosidad de la gente. El P. Ernesto tiene una comunidad muy fuerte”, aseguraron.

La fe compartida en familia

Quienes compartieron encuentros, charlas o fueron visitados en sus casas por estas familias, coincidieron en la humildad de cada uno de ellos, en el trato amable, en la escucha atenta, en la palabra tierna, sincera, en la unidad de familia. Y que a pesar de los problemas comunes a todos y a todas las familias, es posible vivir en familia, para la familia y por la familia a través de la fe compartida en familia.

Nota publicada en El Diario de Pringles en su edición del 1 de febrero de 2013

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ARGENTINA, Guillermo Elcano. Alejandro y Maricé, junto sus hijos María y Gabriel, nos cuentan en esta nota la experiencia de misionar en familia. Como lo retractara en notas anteriores El Diario y demás medios periodísticos locales, del pasado sábado 26 hasta este viernes 1, varios barrios cercanos a la capilla San Pedro fueron recorridos por las Misiones Familiares del Movimiento de Schoenstatt. Llamó la atención de gran parte de la comunidad la particularidad de cómo se misionaba, es decir, en familia con sus propios hijos y con hijos de otros matrimonios. Un total de 88 misioneros llevaron una gran tarea en Coronel Pringles anunciando en familia la Palabra de Dios, la escucha al hermano necesitado, encuentros para niños y jóvenes, charlas para patrimonios y misas a cargo del P. Javier Arqueaga, Director Nacional del Movimiento de Schoenstatt que acompañó toda la misión junto a dos seminaristas.

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