Publicado el 2012-04-28 In Schoenstatt en salida

Estando en el sur, imposible no participar en alguna misión de verano…

CHILE, Hna. M. Ivonne Latsague. «Montahue solidario: alianza solidaria y fraterna»: Aunque ya pasaron unos meses y aunque los incendios forestales en el sur de Chile ya cayeron al olvido de los medios, aún vale transmitir una experiencia que se puede resumir en pocas palabras: Estando en el sur, imposible no participar en alguna misión de verano…

 

 

 

En el mes de enero, en pleno verano, acompañé a un grupo de señoras de la Rama de Montahue, y otros miembros de la Familia que fueron a entregar ayuda solidaria a seis familias damnificadas por los incendios forestales, en la zona de Coyanco, cerca de La Florida, Concepción. El panorama ambiental es desolador. Todavía hay olor a humo en muchos sectores. Las casas quedaron como restos de fogata en un paseo. Se me paralizó hasta el deseo de sacar fotos de muestra.

Al escribir este relato aún habían regresado pocos al lugar, porque los rebrotes aparecen de sorpresa, ya que se quemaron las raíces por dentro y van avanzando bajo la tierra hasta que de repente aflora un hilo rojo sobre la superficie que se eleva con el viento y se desata de nuevo el infierno.

En medio de toda esta catástrofe, la Mater se manifestó simplemente grandiosa

La gente que visitamos estaba, en general, muy agradecida. A todos les falta mucho todavía. No hay agua en ninguno de esos sectores. El gobierno regional ha ido distribuyendo bidones grandes para el consumo inmediato y necesidades básicas. Las vertientes naturales no se pueden usar aún, porque están contaminadas con la muerte de animales y muchas otras infecciones. Luz eléctrica tampoco hay. En realidad, si uno no experimenta la situación «in situ» queda como una noticia del momento y luego se olvida…

Y en medio de toda esta catástrofe, la Mater se manifestó simplemente grandiosa. Una de las señoras de la Rama que nos acompañaba ese día, tiene por ahí un terreno inmenso, del que parceló más o menos la mitad hace algunos años. Vendió a cinco personas del Movimiento, una hectárea y media más o menos a cada una, porque quería vecinos buenos y honrados. En una esquina que no se podía usar, instaló una ermita de la Mater, con acceso a la gente que pasa por el camino principal, que es ripiado. Incluso han tenido misas en el lugar con asistencia de los vecinos que hasta le dejan moneditas a la Mater. Hablo de vecinos, uno cada dos kilómetros, pero vienen o pasan cuando «bajan al pueblo». El lugar está en medio de todo lo quemado. Bosques enteros. Cuando cada uno de estos propietarios llegó al lugar, pensó encontrarse con lo que era evidente y lo mismo que le había pasado a tantas familias del sector y más allá. Son cerros y cerros de bosques quemados a uno y otro lado de la carretera…

La ermita hecha cenizas…

¿Cuál fue la sorpresa? Si yo no lo hubiera visto ese día con mis ojos, habría pensado que era exageración. Y la exagerada protección fue de la Mater…

Cada casa, las cinco, estaban rodeadas por un anillo café señalando hasta donde había llegado el fuego. A dos pasos en una casa, dos metros en otra. En una, la rama de un pino que se había empezado a quemar sobre el techo de la casa y parecía apagada con manguera. Todo el resto del pino, verde. Nada, ni siquiera chamuscado el choapino de la entrada. Impresionante. La ermita, en cambio, calcinada, hecha ceniza. Todos opinan que la Mater se inmoló por ellos.

Ha sido tal la impresión de los lugareños, que aún sin imagen (yo les ofrecí una lámina grande para una nueva ermita), van al lugar a encomendarse a la Virgen para que les ayude a conseguir luego una casa definitiva y todo lo que necesitan, desde los documentos de identidad. Las historias de supervivencia son increíbles, pues no había para donde escapar. Un matrimonio de edad, desorientado, sólo atinó a arrancar hacia el estero cerca de su casa, pero las piñas de los pinos volaban por el viento de un lado a otro y caían sobre sus cabezas como dardos encendidos…

Señor, te dejo mi casita en tus manos

En eso, la ayuda del cielo fue evidente, pues no hubo muertos que lamentar. Otro ejemplo de ello fue el del último matrimonio de edad donde llegamos. Vivían solitos. Cuando vino el fuego, hubo un último llamado a toda la gente a abandonar sus casas porque se cerrarían los caminos y morirían ahí mismo. Este matrimonio, dejó todo, salió con lo puesto. Ella, por su cuenta le dijo a Dios: “Señor, te dejo mi casita en tus manos”. Él, por su parte, también en silencio, le rogó: “Mi Dios, es lo único que tengo”. Y se fueron. A los cuatro días, cuando volvieron… igual que las casas de la ermita, un círculo café alrededor de la casa, como constancia de hasta donde había llegado el fuego y la casita intacta.

Y así como la Virgen se había preocupado de estas familias, se preocupó también de nuestro grupo, que había trabajado sin cesar todo el día subiendo y bajando mesas, sillas, colchones, etc. A ese lugar, que no estaba en el registro hecho con anterioridad, llegamos por referencia y sería el último de la tarde. La Mater nos estaba esperando. Detrás de la casa, había un salto maravilloso. Todos se metieron con ropa al agua bajo la cascada. Era el recreo necesario. Mientras eso ocurría, la Mater seguía trabajando para nosotros. Cuando ya volvíamos con el fin de regresar, la dueña de casa nos estaba esperando con pan amasado calentito, mate y sopaipillas recién hechas. ¿No era ese un regalo suyo? Un día redondo. Yo cooperé con un cuadro de la Mater para cada una de las familias visitadas. Se alegraron.

Ella, la gran Misionera, tendrá que salir a recorrer los caminos con mayor prisa

Hay muchísimo que hacer todavía en esta región. Muchos habían pasado las penurias del terremoto, habían recuperado la casa que se llevó el sismo y ahora se las arrebató el incendio. Hay gente con depresión, los trámites son lentos. Se levantan los edificios en todas partes, pero las casas de los ciudadanos comunes y corrientes aún están postergadas. Es difícil.

En este Año de la corriente del Santuario, Ella, la gran Misionera, tendrá que salir a recorrer los caminos con mayor prisa aún que en el Evangelio, para saciar la sed de cielo de sus hijos. Todas estas familias visitadas tendrán un seguimiento durante el año para ver los avances y necesidades de cada una y ayudarles a encauzar las diligencias correspondientes.

Así, el verano da para todo. Vacaciones, misiones, paseos, retiros, jornadas. Y Dios está en todo y con todos.

Fuente: Vinculo, Revista del Movimiento de Chile

3 Responses

  1. angela dice:

    me sorprende y emociona leer esta experiencia, no deberia sorprenderme los caminos de Dios y la Mater, pero nuestro corazon olvida pronto, y este recuerdo de su maravillosa accion, de que siempre esta ahi, que Ella nunca deja a aun hijo solo, y Nuestro Padre Celestial no olvida sus promesas….
    gracias y fuerzas, para quienes han estado ahi…
    aprecio que fueron circulos… el circulo del amor.

  2. hma - Argentina dice:

    Realmente emocionante. Felicitaciones a las misioneras y Dios quiera que puedan continuar con este apostolado. Cuando leí que la ermita se quemó, recordé las palabras del Padre Kentenich cuando bendijo nuestro Santuario nacional, el 20 de enero de 1952, estando ya exiliado: "Es necesario que haya quienes pierden su hogar para dar hogar a otros" ¡Ella lo hizo! Gracias por el hermoso testimonio de la protección de la Mater.

  3. Maria Francisca dice:

    Me dio mucha alegria leer esta noticia y ver la solidaridad de la familia de schoenstatt. Vivimos la Alianza solidaria, frutos para nuetro segundo centenario. La Mater obra segura y silenciosa.
    Padre, tu Alianza nuestra mision
    De Colombia

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