Publicado el 2018-02-08 In schoenstattianos

¿Qué espera de nosotros el P. Kentenich?: “Vaticano II”

Entrevista con el P. Ludwe Jayiya, de Sudáfrica •

Cuando el Papa Francisco se encontró con sus hermanos jesuitas en su reciente visita al Perú, uno de los sacerdotes mayores le preguntó qué es lo que él, como Papa y jesuita, esperaba de ellos en este preciso momento de la Iglesia. Su respuesta fue concisa y clara: “Vaticano II”.

Apenas algunos días antes yo había entrevistado a un joven sacerdote de Sudáfrica, el P. Ludwe Jayiya, párroco de la iglesia Mater Dei, en Port Elizabeth, que había invertido todos sus ahorros, ya que en Sudáfrica los sacerdotes no reciben salario, para viajar a Schoenstatt y participar en un encuentro de la Federación de Sacerdotes. Le pregunté qué, en su opinión, esperaría el P. Kentenich de Schoenstatt en este momento de su historia. Su respuesta fue: “Vaticano II, sólo Vaticano II, pero realmente Vaticano II”.

¿Qué es lo que motiva a un joven sacerdote sudafricano que se prepara para celebrar el décimo segundo aniversario de su ordenación el 18 de febrero, para invertir tanto por estar en Schoenstatt y comprometer su vida con la misión de Schoenstatt? Mientras conversábamos, se hizo evidente: una vocación personal, una profunda unión espiritual con el Papa Francisco y el P. Kentenich, y un santuario, el Santuario Madre de África, el Santuario de Cathcart.

Discernimiento vocacional

Santuario de Cathcart. Foto: P. Simon Donnelly

“Crecí en Cathcart”, compartió, “y las Hermanas me dieron clases de catecismo. El P. Schneider era el párroco y se encargaba del santuario. Esas personas y su testimonio de fe me formaron profundamente”.

En 2006, unos meses después de su ordenación sacerdotal, tuvo el privilegio de visitar Schoenstatt y sellar su Alianza de Amor en el Santuario Original el 19 de septiembre, al tiempo que se unía a la Liga de Sacerdotes. Mons. Hermann Gebert lo guio en la espiritualidad sacerdotal de Schoenstatt, y los P. Bernhard Mucha y Karl Ebner mantuvieron contacto personal, visitando incluso Sudáfrica para mejorar su crecimiento orgánico. “El material de lectura de Peter Wolf fue de gran ayuda. Es un privilegio encontrarse con alguien que tiene tan rica experiencia”.

Un grupo de sacerdotes de Schoenstatt se formó a la sombra del Santuario de Cathcart con enriquecedoras reuniones mensuales. “Siempre tuve el anhelo de ir nuevamente a Schoenstatt y sentir la universalidad del movimiento, aprender más y dar más”. Sintió que la Federación de Sacerdotes era su vocación y, aunque no hay en Sudáfrica otro sacerdote que sea miembro de la Federación, quiere intentarlo, agradecido por haber sido invitado a unirse al más reciente curso alemán de la Federación.

¿Por qué es el P. Kentenich importante para usted?

“El P. Kentenich quería formar personas, quería formar personalidades fuertes, libres y sacerdotales. Él mismo era ese tipo de personalidad. No quiso formar personas de acuerdo con un ideal que él no encarnase. Eso lo hace creíble y auténtico. Su misión es para el presente y para el futuro y es para Sudáfrica”, declaró el P. Ludwe.

¿Por qué?

“Él es el Vaticano II personificado, y eso es lo que él espera de nosotros. Veo que este hombre fue capaz de luchar con las heridas de su pasado y superar la profunda herida de no tener un padre. Nunca lo tuvo, pero se convirtió en padre del Movimiento y atrajo a las personas hacia Dios, el Padre. Fue un hombre realmente moderno y capaz de mostrar al hombre moderno y a nosotros, que, aunque rotos, todavía podemos invertir y contribuir positivamente en la vida. Todos estamos rotos, pero no estamos hechos por las desgracias de la vida. Él es lo que exige el Papa Francisco, que busca pastores con olor a oveja. Él vivió el mensaje que hoy está dando el Papa. El P. Kentenich estaba con la gente, él era ese hospital de campaña. Eso significa que Schoenstatt debe estar en el centro de la vida de las personas, para sanar las heridas del pasado y desarrollar su carácter”.

Schoenstatt, hospital de campaña para los heridos de nuestro tiempo

¿Cómo cumple y cómo debería cumplir Schoenstatt esta misión de ser hospital de campaña según el modelo dado por el P. Kentenich?

“Sí, Schoenstatt cumple con esta misión”, respondió el P. Ludwe. “Pero depende de las personalidades. Todavía hay algunas personalidades que se quedan en el aspecto intelectual de la idea, la discuten y la estudian, pero no son prácticos. El desafío es salir, llegar a la gente”.

La vida y el mensaje del Papa Francisco, la vida y el mensaje del P. Kentenich. ¿Un intervalo de 50, de 100 años y tanta congruencia?

“Creo que el P. Kentenich se adelantó a su tiempo”, dice el P. Ludwe. “Estaba preocupado por las heridas de las personas cuando éste no era tema en la Iglesia. Para mí, como sudafricano, es especialmente un mensaje de sanación para los jóvenes sin padre. El mensaje del P. Kentenich para estos jóvenes es real. Una familia sin padre trae mucha pobreza y dolor”.

¿Qué puede hacer Schoenstatt en Sudáfrica entonces?

“Tiene que venir y cambiar la perspectiva de nuestra gente en Sudáfrica a través de la vivencia del ideal del P. Kentenich, no limitándose a hablar de él. Los miembros de Schoenstatt deben vivir la vocación del P. Kentenich. Hace una diferencia cuando vivimos la vocación. Tenemos muchos líderes en la Iglesia que aportan mucha teoría, pero la práctica es cero. Entonces viene el Papa Francisco y pide involucrarse con las personas, vivir con la gente, escuchar y sentir el latido de las personas. La gente debe ser lo primero y el resto seguirá. El mensaje del Evangelio para el pueblo de Sudáfrica debe traer alegría a la gente, no tristeza, ni temor a que la Iglesia juzgue a las personas. Entiendo al Papa Francisco como un hombre que no quiere que juzguemos a las personas, sino que curemos sus heridas”.

Foto: Felici, con licencia para schoenstatt.org

Respeto por los laicos y su experiencia

¿Qué más encuentra inspirador y desafiante en la vida y el mensaje del P. Kentenich?

«Muchísimo», dijo, y luego, con semblante serio, agregó: «Nosotros como Iglesia, y ahora hablo de clérigos, todavía tenemos un gran problema en la forma en que usamos la experiencia de los laicos. Queremos mantener el control y así, en lugar de utilizar su experiencia y trabajar bien con ellos, tratamos de competir con ellos, y siempre queremos ser el centro y reclamar el profesorado, y mientras lo hagamos, no obtendremos una buena colaboración con los laicos. Esta competencia es mala, realmente mala. La Iglesia todavía tiene un largo camino por recorrer, y tenemos que cambiar la forma en que hacemos las cosas. Necesitamos valorar la riqueza de los laicos. La Iglesia no es el sacerdote, la Iglesia no es la enseñanza y la predicación, la Iglesia es la gente, y no permitimos que la gente comparta sus dones con nosotros. Estamos matando el futuro de la Iglesia”.

¿Cómo puede la Iglesia convertirse en amiga de la juventud?

La Iglesia se prepara para el Sínodo de la Juventud en octubre, un sínodo que se celebra pocas semanas después del quincuagésimo aniversario de la muerte del P. Kentenich y coincidiendo con el centenario de la muerte de Joseph Engling. ¿Será un mensaje para nosotros?

«De acuerdo con mi experiencia, los jóvenes creen que no tienen un lugar en la Iglesia. No estamos escuchando a los jóvenes. Los jóvenes se enfrentan a muchos desafíos, y en lugar de escucharlos, les traemos más reglas y les decimos qué hacer. Pero no los estamos escuchando”.

«La Iglesia en general y Schoenstatt deben preguntarse: ¿Qué necesitan los jóvenes? ¿Cómo podemos ayudarlos?», dijo el P. Ludwe. «En Sudáfrica estamos perdiendo muchos jóvenes por el SIDA. Algunos no hablan de eso por temor a ser juzgados. Tenemos un grave problema de drogas y los jóvenes no se abren por temor al juicio. No ven a la Iglesia como instrumento de sanación; no la ven como amiga; no encuentran alegría en la Iglesia”.

Un sacerdote de Schoenstatt que sirve a la juventud

¿Qué puede hacer por los jóvenes un sacerdote de Schoenstatt que trabaja en una parroquia, desde la visión del P. Kentenich, desde la Alianza, para que los jóvenes experimenten a la Iglesia como una amiga?

El P. Ludwe se ríe y responde: “tiempo”. Les ofrezco tiempo, mi tiempo. Juego con ellos, celebro con ellos, los escucho sin juzgarlos. Cuando veo que no vienen a misa, tomo la iniciativa y los voy a ver. Cuando vienen a misa, reconozco su presencia. Luego los involucro en la vida de la Iglesia, dándoles un papel en las Estaciones del Vía Crucis, la Pasión de Cristo o lo que sea, ¡y hago un gran alboroto al respecto!”

Se suponía que debía estar con los jóvenes de la parroquia en el tradicional campamento de tres días al final del año, pero no pude porque estaba en Alemania. En Sudáfrica lo primero que se hizo fue una actividad con la juventud de la parroquia”.
“Bromeo y me río con ellos, no condeno sus errores, les muestro que me gusta estar en su compañía. Y no sólo les pregunto sobre cosas de la Iglesia, sino que también muestro interés en su vida social y en sus estudios”.

Sonríe: “Simplemente soy su amigo, ya que el P. Kentenich era amigo de los jóvenes. Eso es Vaticano II”.

 

Entrevistadora: María Fischer.

Original: Inglés, 7.2.2018. Traducción: Carmen M. Rogers/es, Santiago de Chile

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