Publicado el 2017-05-29 In schoenstattianos

Ella reina de por vida en nuestros corazones

PARAGUAY, Mario Gilberto Enciso •

Hace 13 años fui llamado y tocado por el Señor con un cáncer en estado terminal.

Esto también les alcanzó a todos mis seres queridos y sobre todo a mi señora esposa Gladys. Fue ella quien llevó el yugo de la cruz a mi lado durante los 365 días del año. Empecé mi tratamiento en un sanatorio privado, creyendo que las cosas iban a mejorar en cuanto al tratamiento, con médicos especializados y, sin embargo, fui bastante mal tratado en ese lugar por los profesionales incluso por el Director propietario. También mi señora recibió lo mismo y lo más triste fue que nos despidieron una vez cobrados todos los honorarios.

A partir de ese momento empezamos nuestro peregrinar, ya poniendo mi destino en las manos  de Dios y María porque en mi diagnóstico médico, según la ciencia, ya no había nada que hacer más que esperar la muerte en poco tiempo. Y los profesionales médicos que me atendieron, dijeron a mis familiares que no fueran tontos sosteniendo el tratamiento, porque ya no valía la pena, solamente quedaba resignarse y esperar la muerte en mi casa.

Caminar en la confianza

Sin embargo, ahí empezó nuestra confianza plena en la Divina Providencia y en quien yo tanto amo, la Madre Santísima Virgen María; en ese momento yo no conocía todavía al salvador Nuestro Señor Jesucristo Dios Hijo. Con mi esposa, no entregamos nunca la bandera y con la fe puesta en el alba, nos encaminamos hacia el hospital del cáncer con la esperanza de buscar alivio y que pudiera ser atendido. Nos recibieron en urgencias donde jamás fuimos atendidos y durante 2 a 3 días estuvimos alojados en los pasillos del hospital pasando mucha penuria, pero la Madre Santísima empezó a obrar milagros y gracias a Ella, con el apoyo de algunas personas de buena voluntad pude ser atendido como paciente.

Luego de muchos estudios realizados, gracias a un médico japonés, quien se hizo responsable por mi tratamiento y yo no dudo de que era enviado del Todopoderoso con la intercesión de la querida Mater, una vez que se tuvieron todos los resultados, me sometieron a tratamiento de quimioterapia y radioterapia a fin de que el tumor pudiera retroceder por lo menos algunos centímetros.

Con el tratamiento y la intervención de Dios, retrocedió un poco el tumor y me sometieron a una cirugía, que duró 9 horas y media con un resultado muy alentador y de buen pronóstico. Estuve 9 días internado, luego me dieron de alta y regresé al rancho donde me aguardaban mis hijos.

Miraba a la imagen, le ofrecía y le pedía

Durante el tratamiento de quimioterapia y radioterapia, iba con mi señora a la Parroquia San Cristóbal a una misa de sanación, donde conocimos a Jesús de la Divina Misericordia. Al entrar en la Parroquia, la hermosa imagen de la Divina Misericordia te recibía y verdaderamente con mi señora sentimos su presencia.

Durante la misa yo le miraba a la imagen con los rayos brillosos que salía de su corazón y le pedí que si me sanaba del cáncer, yo me iba a donar del todo a su servicio hacia los más necesitados. Así pasó, seguimos un curso de servidores al apostolado de la Divina Misericordia, durante el transcurso de mi tratamiento que duró 1 año. Terminé mi tratamiento.

Al año siguiente, la querida Mater por intermedio de una pareja del apostolado nos invitó a participar de una charla de matrimonios en el Movimiento de Schoenstatt. Mi esposa, sin dudar, aceptó pero yo no quería participar por la mala lengua de la gente, que habla de que el Movimiento supuestamente es de los ricos y para los ricos, y entonces estaba con un perfil muy bajo, no quería caer en un lugar ajeno.

Con mi señora soñábamos hacer algo o ayudar

Sin embargo, la Mater ya me tenía acorralado y la casualidad de que durante mi estadía en el hospital veía muchas necesidades y siempre con mi señora soñábamos hacer algo o ayudar. Celosa, la Mater me estiró a través de una pareja schoenstattiana que hacía servicio de voluntariado como miembros de una Fundación que ayuda a niños con cáncer; entonces vencido por nuestra Madre, le dije sí y así empezamos en el nivel de introducción.

Nuestros guías, Margarita y Luis Ayala, fueron buenísimos instructores y gracias a las buenas orientaciones que recibimos, aprendimos a perseverar y hoy en , llevamos 14 años en el Movimiento conformando un formidable grupo, que es el Círculo 38.

Tenemos algunos apostolados permanentes: somos miembros del consejo directivo de la Fundación San Peregrino, ministros de la eucaristía en Tupãrenda y parroquia San Cristóbal, papá y mamá de corazón de un grupo de matrimonio nivel introducción, en la Diócesis de San Lorenzo y representantes del Movimiento de Schoenstatt en la Coordinación Nacional de Laicos (CONADELA) perteneciente a la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP).

La Mater, hoy en día, no solamente eligió nuestro hogar para reinar, también reina de por vida en nuestros corazones…

 

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