Publicado el 2017-10-21 In Santuario Original

Como hace más de 100 años, en el mismo lugar, el mismo día…

SANTUARIO ORIGINAL, Andrés Romero •

Mi nombre es Andrés Romero, tengo 19 años, soy de Paraguay y estoy en este maravilloso Movimiento de Schoenstatt desde que tengo memoria.

Mis padres entraron al Movimiento el mismo año que yo nací; entonces prácticamente se puede decir que yo nací y me crié en Schoenstatt. Digo esto para que entiendan la magnitud de lo que es para mí sellar la Alianza de Amor y la preparación que me llevó a tomar la decisión de este sí.

A comienzos de este año, recuerdo que después de una misa  en el Santuario Joven en Asunción,  entré al santuario y dije «Mater, llegó el momento. Este año sellaré mi Alianza de Amor». Nunca imaginé lo que Ella me tenía preparado.

El tiempo pasó y esa promesa se hacía cada vez más lejana. Tuve la oportunidad de hacer un curso en Londres y me embarqué a Europa.

Llegó el momento

Planificando mi viaje, me di cuenta que mi curso terminaba unos pocos días antes del 18 de octubre. Tomé esto como una gran voz de la Mater que ahora me decía: Andrés, ¡llegó el momento!

Y así comenzó esta aventura rumbo a Schoenstatt. Al llegar un día antes, el 17 de octubre, a la Casa Marienau, me recibió la gran María Fischer, que con su carisma ya me hacía sentir que estaba en casa.

Mi emoción era tanta que cuando me pregunté «¿Qué hace un paraguayo tan lejos de Paraguay?», lo primero que se me vino a la cabeza y sin dudar fue: ¡Vengo a sellar mi Alianza!

Ya luego de instalarme en la casa de retiro, decidí ir al Santuario original. Anduve medio perdido, llegué a una iglesia, la de los Palotinos y al girar… ahí estaba el Santuario. Yo no me lo creía, el origen de esta alegría que me cambió la vida, estaba enfrente mío. Al entrar, ya empezaron a brotar las primeras lágrimas. Aún no dimensionaba que, como hace 103 años, en el mismo lugar, en el mismo día, yo estaría sellando la misma Alianza de Amor que sellaron los primeros congregantes.

Reencuentro en la Casa Marienau (los dos nos conocimos de una charla en el Santuario Jóven sobre comunicación)

Más regalos de la Mater

Pero esto no era todo. La Mater me tenía preparado otro regalo. No sólo me sentía en casa sino que sorpresa fue la mía cuando me entero que no era el único paraguayo en el lugar. Me encontré con Roberto, actual novicio de la comunidad de los hermanos de María, con Guille y Gabi quienes están estudiando en España y decidieron visitarle a la Mater en su gran día, con Mica quien se encontraba trabajando en Schoenstatt y con Zoraya y Romi, quienes se unieron en el día al festejo.

Entonces, me sentía más en casa ahora ya con mi gente y con un grupo de latinos, quienes más tarde se convertirían en buenos amigos (chilenos que también se encontraban en el lugar) y me acompañaron en este gran hito en mi vida.

Y ahí me encontraba, más de 100 años después, sellando mi Alianza de Amor en la cuna de gracia. Me sentía un testimonio vivo de como «Mater Perfectam Habebit Curam».

Vayan e incendien el mundo para Schoenstatt

La Mater nunca se deja ganar en generosidad. Ahora voy cargadísimo a llevar este fuego a Paraguay, corazón de América del Sur y estoy seguro que lugar predilecto de María.

Agradecimiento especial al Padre Ignacio Camacho, por hacer este sueño realidad y por recibirme con tan buena onda desde el principio.

Nada sin ti, Nada sin nosotros.

Fotos: Roberto González, Antje Knopp

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