Publicado el 2016-11-16 In Santuario Original, schoenstattianos

Mi vida fue una aventura, de la mano de la Mater

Maria Fischer •

Mi vida fue una aventura, de la mano de la Mater.

Y ya que fue una aventura, no estoy enfadado con nadie,

pido por todos ,

a todos les deseo entendimiento,

una muerte santa y la resurrección.

¡Dios trino, alabado seas eternamente

por todo lo grande, que me has revelado!

Así se podía leer en el inusual recordatorio del Pastor Heinz Künster, que muchas de las personas quienes acudieron el 8 de noviembre, temprano en la tarde, a la capilla de la casa Marienau, se llevaron consigo. La capilla fue recién restaurada, casi como si se la hubiera terminado con el propósito de su misa de cuerpo presente. Un recordatorio inusual: inusual por el formato, ya que fue impreso en formato horizontal (normalmente se usa el formato vertical), inusual por las hermosas imágenes, una del guardián del Símbolo del Padre en el Santuario Original y otra del propio Símbolo del Padre, inusual por la sencillez y la fuerza del mensaje que nos dejó en su testamento, a través del cual el Pastor Künster nuevamente se dirige a nosotros. Parece realmente que estuviéramos escuchándolo, con esa su voz inconfundible. Durante la celebración de la misa y del posterior entierro, es él, quien habla a través de lo que otros dicen de él: el Obispo Peters, el P. Egon Zillekens y muchos que, con ocasión de su muerte, cuentan o escriben acerca de él, o muchos otros quienes con su presencia y sin palabras nos muestran cuánto ha significado el Pastor Künster para ellos. Algunos han viajado cientos de kilómetros para acompañarlo en su último viaje, para rendirle un homenaje, aunque éste no será el último, ya que para alguien que dejó huellas tan profundas como el Pastor Künster, alguien que fue el guardián del Símbolo del Padre para el Santuario Original y de “la Peregrina del P. Kentenich”, perdurará en la memoria, el agradecimiento y el corazón de muchos.

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Gracias por 64 años de servicio sacerdotal

Veinte sacerdotes se encuentran junto al Obispo auxiliar Jörg Michael Peters alrededor del altar en la capilla de Marienau, rodeando el féretro del Pastor Heinz Künster, adornado con los símbolos de su vida sacerdotal. “Cuánto me hubiese gustado ir a colocar la ‘Peregrina del Padre’ sobre su féretro”, escribió Monina Crivelli, desde Argentina, quien por el momento cuida esta valiosa imagen que fuera regalo de Don Joao Pozzobon al Padre Kentenich y que estuviera al cuidado del Pastor Künster. Desde Buenos Aires reza por su Pastor Künster junto a la comunidad de duelo o quizás también comunidad festiva, y da las gracias por él y con él. “Ningún otro lugar hubiera sido más adecuado para celebrar la misa y el velorio de nuestro hermano” mencionó el obispo Jörg Michael Peters en una conversación con el P. Zillekens. Ese fue el deseo de Heinz Künster en su testamento. A pesar de muchos otros compromisos, el obispo hizo hasta lo imposible para estar presente esa tarde y dijo: “Estoy aquí para agradecer personalmente y también en nombre del Obispo Stefan Ackermann, por los 64 años de fiel servicio sacerdotal, que el Pastor Künster nos regaló desde la iglesia de la ciudad de Trier”. Que el día de su partida a la casa del Padre haya sido la noche de Todos los Santos hacia el día de Todos Difuntos es una hermosa señal, que habla de la transparencia de su vida sacerdotal hacia Jesucristo.

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El secreto de su vida: de la mano de la Mater

Partiendo del testamento del Pastor Heinz Künster, descrito también en la breve biografía expuesta a la entrada de la capilla junto a su recordatorio, el Padre Egon M. Zillekens nos habla en su prédica (para el texto completo, seguir el link al pie de esta nota) acerca de un detalle muy relevante que caracterizó su larga y fructífera vida, la que nuestro difunto describió como aventura: “Esa unión entre el cielo y la tierra, de todo lo que es humano y de la realidad de lo sobrenatural”.

“Si quisiéramos describir al Pastor Künster, podríamos decir que:

Era un hombre muy independiente y muy particular, sabía lo que quería y actuaba de acuerdo a sus convicciones, conocía la vida y marcaba siempre sus prioridades, no tuvo una vida sin dificultades, lesiones y heridas, tenía los pies bien puestos sobre la tierra, pero todo esto no basta para describirlo.

Había algo más, algo que quisiera llamarlo ‘su’ secreto, algo que él mismo – como algunos ya lo saben – fue descubriendo poco a poco a lo largo de su vida y que mencionó en su testamento: de la mano de la Mater”.

Momentos antes el Padre Egon M. Zillekens describió la personalidad del Pastor Künster, este hombre de oración y excelente confesor, basándose en los testimonios espontáneos de condolencia y comentarios que surgieron en los medios cuando se dio la noticia de su partida. Y mientras uno escucha, uno se va dando cuenta de cuantas otras personas tenían la misma imagen de este sacerdote y uno piensa: “Ah, o sea que también…”. Y el secreto de esta aventura nos toca. Es esta última aventura de morir, como él la llamó en su testamento y por la cual estaba tan ansioso.

«Si pudiéramos preguntarle al Pastor Heinz Künster: ¿Cuál es su experiencia después de esta aventura de morir? Quizás él respondería de la siguiente manera:

  • Ésta es la cuestión fundamental de la vida, es la última aventura de la vida.
  • Respóndele, vívela con un sí esperanzador y de la mano de la Mater – incluso en un mundo que está marcado por la muerte, muertes dolorosas, muertes incomprensibles, muertes horribles y siempre tomando en cuenta tu propia fragilidad y tu transitoriedad.
  • Invoca a nuestro Señor Jesucristo y ten la plena confianza, sin ningún tipo de especulación y sin pensar que lo sabemos todo, que después de tu muerte tendrás un lugar donde podrás gozar del amor y del cuidado del Padre misericordioso.
  • Confía en el Dios, cuyo poder y cuya fuerza van más allá de lo que cualquier humano puede imaginar.
  • Coloca tu vida, frágil y controvertida, por completo en las manos de Dios, para ser libre de cualquier miedo por ti, libre para los demás, libre para poder llevar a cabo tu tarea en el mundo.
  • No se trata de que en tu lecho de muerte, para ti sea más fácil; se trata de que vivas tu vida aquí y ahora, valiente y llena de energía,
  • Se trata de que sin miedo y con tus fuerzas limitadas, dejes rastros de paz, de amor y calor cada día,
  • Se trata de que el saber tu final junto a Dios, te ayude a vivir desde ahora más tranquilo, más humano, más amplio, más abierto y sobre todo más feliz”.

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Una vez más hacia el Santuario

Después de la misa en el lugar y al estilo que el Pastor Künster quiso (“no en profunda tristeza”), el ataúd es llevado una vez más hacia el Santuario. No podría haber sido de otro modo. Y ya que el cielo probablemente tampoco quería estropear este día del pastor Künster, en el santuario y luego en el cementerio de Vallendar, nos acompañó un sol radiante que no es típico del mes de noviembre.

A continuación, muchos se quedaron a la merienda en la Casa Marienau, donde la antesala de la capilla, en un abrir y cerrar de ojos, se había convertido en un comedor. Hubo muchos momentos de conversación, de risas y de encuentro. Parecía como si él estuviera entre nosotros, con una sonrisa, con un esporádico ceño fruncido, con un consejo, con una broma, con una bendición.

Cuando vemos arribar expresamente para el entierro, a una gran delegación de la parroquia donde él hace treinta años llegó, y cuando alguien de esa parroquia nos cuenta entusiasmado acerca de “su Pastor”, de lo mucho que él logró, abrió y cambió, y además admite haber derramado lágrimas durante la prédica, entonces estamos hablando de una vida sacerdotal enriquecedora.

El 8 de noviembre pasará a la historia como el día en que Donald Trump, pese a expectativas contrarias y para consternación de muchos, fue elegido Presidente de los Estados Unidos. ¿Qué connotación tendrá este día en el futuro? Todavía queda pendiente. Pero sin duda alguna, el 8 de noviembre pasará a la historia de Schoenstatt y más allá, como el día en que muchos presentes y muchos acompañantes lejanos pudieron experimentar la aventura de una vida plena “de la mano de la Mater” como don y tarea, en discipulado con «nuestro Señor Jesucristo», como dijo el P. Zillekens: “Aquel que nos precedió en el camino de la fe, el camino de la vida y en la resurrección y aquel que nos abrió la puerta de la vida.

Heinz, a ti ya te tocó seguirlo.

Nosotros aún tenemos esta aventura por delante”.

 

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Audio: Saludo de Mons. Jörg Michael Peters y prédica del P. Egon M. Zillekens (alemán)

Prédica del Rector Padre Egon M. Zillekens (Texto completo, traducido al español)

Recordatorio (alemán)

Vita Heinz Künster + (alemán)

Álbum de fotos:
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Original: alemán. Traducción: Gilka Aranibar, Hannover, Alemania/ce.

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