Publicado el 2015-05-26 In Segundo siglo de la Alianza

Tres preguntas… sobre el Schoenstatt del segundo siglo de la Alianza de Amor (16)

Hoy contesta: Hna. M. Elizabet Parodi, Roma, de Argentina, trabajando en la Congregación para las causas de los santos en el Vaticano •

A medio año de peregrinar por el segundo siglo de la Alianza de Amor… ¿Cómo sueña este Schoenstatt en su ser, en su estar en la iglesia y en el mundo, y en su quehacer?

Lo sueño anclado en la confianza.

Un Schoenstatt confiado en que María renovó la alianza y en que nosotros nos renovamos en el primer amor a Ella, en un amor capaz de vencer barreras y de salir a regalar lo que ha recibido. En ese sentido, un Schoenstatt imparable. No por propia fuerza o por arrogancia, sino como fruto de la confianza en el nada sin ti, nada sin mí.

Para llegar a cumplir este sueño, ¿qué tenemos que evitar o dejar?

El Schoenstatt imparable es el que camina en la noche, con la antorcha en la mano: una imagen muy linda que nos regaló el jubileo. El peligro de la noche es adormecerse. Por eso tenemos que evitar mirar la oscuridad y poner los ojos en la luz que llevamos.

Además, evitar ponernos las pantuflas, son el primer paso para empezar a dormirse. Dejar lo fácil y arriesgar más, con confianza. María va adelante. Ya lo ha demostrado.

Para llegar a cumplir este sueño, ¿qué pasos concretos debemos dar?

En la madrugada de esta nueva etapa el Papa lanza el Jubileo de la Misericordia. Me parece un signo. Dios nos está interpelando en nuestro carisma, en el desafío de ser causas segundas, transparentes de Dios para los demás. Cada grupo, cada comunidad, cada uno de nosotros, cada actividad apostólica… un reflejo de la misericordia de Dios Padre.

Nos interpela porque toca la identidad más honda del carisma de nuestro fundador e interpela el regalo que recibimos en su persona. Una antorcha que no es sólo para nosotros, pero que está en nuestras manos. El desafío del Schoenstatt imparable, regalar la luz que recibimos.

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