Publicado el 2016-05-16 In ¿Que significa el Año de la Misericordia?, Temas - Opiniones

La misericordia en las empresas

Por Carlos E. Barrio y Lipperheide, Buenos Aires, Argentina, abogado independiente y coach profesional, autor de varios libros sobre temas del mundo laboral y empresarial.  Un aporte en la serie: ¿Qué signfica el Año de la Misericordia? •

Este año santo de la Misericordia nos llama como cristianos, a vivir de forma especial el amor misericordioso de Dios y llevarlo a quienes nos rodean y más allá.

Me siento personalmente cuestionado cómo vivir en forma misericordiosa en mi ámbito laboral, cómo llevar la misericordia a la vida de cada día, y en particular al mundo de las empresas.

Las empresas tienen la maravillosa y noble tarea de producir riqueza, completando el Evangelio de la creación, transformando los bienes y servicios y poniéndolos a disposición y acceso de muchos, para que puedan beneficiarse con ellos.

La riqueza de cada bien y servicio es el resultado de un esfuerzo compartido, fruto de la creatividad y colaboración mutua, incluyendo todas las generaciones que nos precedieron, La humanidad es en este sentido un silencioso y solidario co-autor de esa riqueza y debemos estarle agradecida.

La noble tarea de generar riqueza en la empresa tenemos que confrontarla con la pobreza y necesidades de quienes nos rodean.

Quienes queramos llevar la luz del Evangelio a las empresas, nos debemos sentir cuestionados por el pasaje de la multiplicación de los panes y los peces (Juan 6, 1-15), en el que el Señor nos llama a dar respuesta a la escasez con nuestra capacidad de generar riqueza.

Pero ¿qué podemos aportar al mundo de las empresas desde nuestro ser cristiano”? ¿Cuál es la “sal” y riqueza que podemos llevar?

Suena fuerte decir ser “sal” para las empresas, pero ¿no estamos llamados a eso, ser “sal” para el mundo, “sal” en el trabajo, en el ámbito laboral?

Francisco nos dice que “la sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra difícil engendrar alegría”[i], y justamente eso es lo que debemos llevar, ¡la alegría de la Buena Nueva!, la alegría por el entusiasmo de forjar y crear en las empresas.

Encuentro un camino muy interesante para reflexionar en las llamadas Obras de Misericordia, recomendadas por Francisco en su Bula “Misericordae Vultus”, con la que nos convoca a Jubileo de la Misericordia.[ii]

El santo padre nos dice que “será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza …”[iii] Nos dice que “la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor visceral.”[iv]

Estas obras son una manera muy concreta de “… salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás, a la periferia de la existencia, a los más alejados, a los olvidados, a quienes necesitan comprensión, consuelo, ayuda”[v] en nuestras empresas, en nuestros trabajos.

Ellas abarcan tanto los aspectos materiales como espirituales de la persona. Es decir que van dirigidas a llevar el amor a la totalidad de la persona en forma integral, orgánica, a todas sus dimensiones, tendiendo puentes, no muros, vinculando aquellos procesos y realidades que están naturalmente relacionados, pero que, por una división, fruto de la especialización y de nuestra tendencia a fragmentar la realidad, los analizamos y vivimos como independientes (a veces confrontados) y terminamos considerando esas realidades en forma separada y desvinculada.

Su práctica es una pedagogía de las vinculaciones, que irá tejiendo vínculos materiales, espirituales y afectivos entre las personas, uniendo el lugar del trabajo y los ideales, dándole sentido a la tarea.[vi]

 

Ellas son:

Obras de Misericordia Materiales:

  • Dar de comer al hambriento
  • Dar de beber al sediento
  • Vestir al desnudo
  • Dar posada al peregrino
  • Asistir a los enfermos
  • Visitar a los presos
  • Enterrar a los muertos

Obras de Misericordia Espirituales:

  • Enseñar al que no sabe
  • Dar consejo al que lo necesita
  • Corregir al que yerra
  • Consolar al triste
  • Perdonar las ofensas
  • Vivir con paciencia las flaquezas de nuestro prójimo
  • Rogar a Dios por vivos y muertos.

Veo algunas posibles líneas específicas a tomar en cuenta para aplicarlas a las empresas.

Cada uno podrá ampliarlas, interrelacionarlas de otra manera o encontrar otros contenidos, desde su propia perspectiva y mirada.

Obras de Misericordia Materiales:

  • Dar de comer al hambriento: Esta obra de misericordia nos llama a llevar a los hombres la riqueza de los bienes y servicios de la empresa, a multiplicarlos, innovarlos, mejorarlos, distribuirlos, llegando hasta las periferias, si fuera posible. Lo que producimos son no sólo bienes y servicios, sino también una “buena nueva” para la comunidad, a partir del trabajo mancomunado.

Tenemos que llenar de alma las empresas, “descosificar” el hacer empresario, llevando la “luz” de la “desproletarización del espíritu de quienes trabajan[vii], para que todos seamos considerados personas y no meras mercaderías intercambiables, “productos y servicios” con un precio en el mercado. Nuestra “buena nueva” debe llevar a unir el capital y el trabajo, haciéndonos más conscientes de la centralidad de la persona, despertando sus fuerzas creadoras y vínculos, gestando una comunidad de trabajo y de corazones.

La “sal” será entonces realzar la dignidad humana, enfatizando “… que el primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo.”[viii]

Una clara señal de que estamos dándole lugar a la creatividad del hombre en la empresa, se verá reflejada en la belleza de los bienes y servicios ofrecidos.

Nos dice Francisco que estamos llamados a “… producir lo bello y de hacer “saltar” al ser humano inmerso en el mundo material al ámbito de la belleza. ¿Se puede negar la belleza de un avión, o de algunos rascacielos?”[ix]  Es una desafiante llamada la que nos hace el Papa de no sólo producir sino también generar belleza, es decir llenar de gozo a quien adquiera o utilice los frutos de la empresa.

Este cambio de paradigma que llevaremos al mundo empresario generará entusiasmo en el trabajo y un nuevo horizonte en el ambiente laboral, que llevará a contagiar alegría y creatividad, y a partir de este espíritu, producir servicios y productos de excelencia.

El resultado de nuestra “sal” se deberá ver reflejada en la calidad y valor de los precios de los productos y servicios ofrecidos, evitando toda forma de cartelerización o manipulación.

Nuestra “luz” debe llegar también a los salarios y los factores que tomamos en consideración para su fijación. El valor del mercado es una realidad que no podemos ignorar si queremos vivir en el mundo, pero como cristianos, ¿podemos considerar solamente este parámetro? El mercado es lo primero pero no lo único. Nuestra “sal” debe producir la multiplicación de los panes y los peces (Juan 6, 1-15), tomando en consideración las necesidades de los trabajadores y sus familias.

La “levadura” de esta obra debe fermentar también el contexto social en que se desenvuelve la empresa y las distintas realidades y necesidades que la rodean. Su fuerza expansiva creativa y de entusiasmo deberá alcanzar también a los distintos grupos de interés con los que se relaciona. La realidad de estas personas no nos puede ser ajena, sin perjuicio de la responsabilidad de los gobiernos y otras organizaciones.

 

  • Dar de beber al sediento: Nos dice San Francisco de Asís, “Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy humilde, y preciosa y casta“[x]. Así la deberíamos tratar y ser nosotros imitación de ella.

El agua es vida, produce vida, sacia y limpia. ¡Tenemos que compartir el manantial de agua viva! Esta obra de misericordia me llama a ser instrumento para facilitar los manantiales que le dan sentido y vida a la empresa y a quienes trabajan en ella. Sin duda que uno de estos manantiales es la posibilidad de encontrarle sentido a nuestro trabajo, encontrar la raíz desde donde nos conectamos con nosotros mismos y los demás.

¿Somos instrumentos que para las personas encuentren manantiales de agua viva en las empresas (y en nosotros), en donde poder crecer llevar adelante sus sueños para enriquecerse, o las hemos transformado en lugares fríos, secos y vacíos de contenido e inspiración?

La alegría del Evangelio debe llevarnos a brindar planes para posibilitar que el agua llegue pura y cristalina a todas las personas dentro y fuera de la empresa. En especial habría que tomar en cuenta qué medidas se podrían realizar para facilitar el acceso del agua, no sólo a los trabajadores, sino también a sus hogares y en donde las empresas se desenvuelven. ¡Cuántas comunidades tienen dificultades para abastecerse de agua y deben caminar largas distancias para llegar hasta ella! ¡Cuántas zonas no tienen agua potable y deben proveerse de ella mediante pozos cuyas napas están contaminadas, producto de la irresponsabilidad de muchas empresas en el tratamiento de sus desechos productivos!

 

  • Vestir al desnudo: Esta obra nos llama a llevar nuestra “luz” para que en el trabajo nadie se sienta desprotegido en sus necesidades básicas materiales y de dignidad.

Esta “buena noticia” nos llama a que todos tengan el abrigo necesario para enfrentar las inclemencias del tiempo en el contexto social que rodea a la empresa, abarcando las distintas realidades y necesidades que existan.

Nuestra “sal” tiene que llegar también a cubrir las necesidades de vestido de quienes trabajan en la empresa y sus familias.

También vestimos al desnudo “revistiendo” los productos y servicios que se producen. En este sentido las empresas tienen la noble y valiosa función de vestir los bienes y servicios con verdad, belleza, transparencia, precios razonables, evitando cualquier engaño y abuso en lo que se está ofreciendo.

A diario no me siento respetado como consumidor, cuando en los productos ofrecidos a la venta, no se detallan con exactitud sus características, induciendo a error, o no se informa debidamente los precios, con el objeto de direccionar las ventas hacia otras marcas. En esas circunstancias me siento de alguna manera desnudo e impotente por esta desinformación.

La “luz” de esta obra nos llama también a darle el debido resguardo a los más débiles en los puestos de trabajo ¿Cuántas personas son tomadas reiteradamente bajo la forma de contratos temporarios, con el único objeto de evitar que puedan ser consideradas bajo relación de dependencia y con ello generar una mayor estabilidad y cargas sociales a la empresa?

Sin duda todas estas personas están desnudas en sus seguridades frente a la empresa.

 

  • Dar posada al peregrino: La “sal” de la “buena nueva” nos debe inspirar a hacer de la empresa una “posada”, un lugar en donde sentirnos recibidos, acogidos, arraigados, motivados, transformando su frialdad y generando espacios para el desarrollo y el entusiasmo.

Esta obra de misericordia nos llama a que podamos desarrollar vivencias de cercanía y lazos con nuestra tarea y quienes trabajan a nuestro lado, llegando hasta el corazón. Para que este arraigo sea profundo y estable es necesario que sea vivido por la persona en sus ideales, junto a las personas que lo acompañan y en el lugar mismo de trabajo

También nos llama a preguntarnos ¿cuánto abrimos nuestra casa interior a las necesidades de quienes trabajan a nuestro lado? ¿Tenemos un corazón capaz de albergar a otros en sus necesidades y urgencias, o nos cerramos y vivimos concentrados sólo en la tarea?

Nuestra “sal” debe llevar a que las personas puedan estar espiritualmente los unos en los otros, no enfrentados. Nos dice Kentenich que “el desarraigo es el núcleo del problema cultural de hoy, es el lado oscuro de la cultura actual”[xi].

La falta de vivienda digna de quienes trabajan en la empresa debe significar una “hipoteca social” sobre ella y la sociedad. Sin un lugar donde habitar no resulta posible que una familia se desarrolle en armonía y paz y la empresa no puede ser indiferente y no sentirse co-responsable de esta realidad.

Qué buen ejemplo de esta obra llevó a cabo la empresa argentina Ledesma construyendo viviendas para todos sus empleados en la provincia de Jujuy y otorgándoles una financiación que se ajustaba al salario que iban percibiendo.

La “levadura” de esta obra nos llama a abrir con urgencia nuestros corazones para recibir a tantas personas que han tenido que emigrar en este último tiempo por causa de la guerra o la pobreza, buscando soluciones creativas, para que nadie quede excluido y sin afectar el trabajo de quienes reciben a los desterrados.

 

  • Asistir a los enfermos: La buena noticia de esta obra de misericordia nos llama a tener “ojos transparentes que irradian calor y manos bondadosas alivian los dolores” [xii] con quienes nos rodean. Quienes sufren algún tipo de enfermedad física o espiritual, necesitan no sólo de nuestras manos sino también de nuestra capacidad de acogimiento sanador, hacer en nosotros un lugar en donde sanar la soledad de nuestro tiempo y nuestras empresas.  Debemos ser “levadura” para construir un ambiente empresario que tenga sensibilidad para detectar los aspectos enfermos que las habitan y llevar antídotos de esperanza y sentido.

La “buena noticia” tiene que inspirarnos a extender una cobertura médica digna a la mayor cantidad posible de miembros de la empresa y sus familias, sin que nadie quede desamparado.

El Presidente de Estados Unidos de América, Barack Obama, llevó la luz de esta obra de misericordia a muchas personas que no estaban alcanzadas por una cobertura médica en el país más rico del mundo.

La levadura de esta obra debe llegar también a muchos casos en las empresas de personas con dificultades de salud particulares que, sin una ayuda especial que vaya más allá de la cobertura médica legal obligatoria, no podrían recibir la debida atención médica. Me viene a la memoria el ejemplo de un empresario argentino que se hacía personalmente cargo de los gastos médicos de los empleados que debían someterse a intervenciones quirúrgicas complejas no alcanzadas por la cobertura de la obra social, contratando a los mejores cirujanos de la plaza.

Nuestros ojos transparentes y manos bondadosas deben llegar, no sólo a quienes trabajan junto a nosotros, sino también a sus familiares a quienes nos rodean y podemos llevarles vida.

Hemos enfermado la tierra con nuestras acciones irresponsables sin freno. La encíclica “Laudato Si” del papa Francisco nos  señala las enfermedades que muchas empresas producen en su actividad diaria, como los contaminantes atmosféricos, el humo de la industria y de los combustibles, residuos, insecticidas, fungicidas, pérdida de selvas y la bio diversidad, que ha hecho desaparecer miles de especies vegetales y animales cada año[xiii]. Estos y otros daños han llevado a un calentamiento del sistema climático, con el crecimiento del nivel del mar entre otras consecuencias. Sanemos la tierra con nuestros “ojos transparentes … y manos bondadosas …”.

 

  • Visitar a los presos: La “luz” de nuestra misericordia debe brillar “en el éxito o en el fracaso”[xiv], pero especialmente en las situaciones de fracaso, en las periferias existenciales de quienes trabajan a nuestro lado y más allá.

¡Cuántas personas viven presas por distintas circunstancias materiales y espirituales y cuánto podemos hacer en favor de una mejor calidad de vida laboral!

Debemos visitar a los presos para hacerlos libres de las cargas excesivas de trabajo rediseñando muchas tareas. Recuerdo la desproporcionada carga de trabajo que tenía en una época, al igual que otros empleados, basada en la política de la empresa por reducir sus costos, sin tomar en consideración el esfuerzo y el tiempo que demandaba, en desmedro de una vida equilibrada, y sin tomar en cuenta el efecto negativo que tenía mi ausencia en la familia.

Nuestro liderazgo debe ser “sal” para liberar a las personas de estructuras y procesos laborales injustos para que el “trabajo esté unido a la obra y despierte la voluntad de forjar y crear” [xv].

Nuestra fuerza misericordiosa debe iluminar y solidarizarse con quienes se encuentran presos de la desesperación por haber perdido sus trabajos y les invade preocupación y tristeza, ayudando a buscar posibles alternativas laborales de reubicación.

La “levadura“ debe liberar a quienes están presos a través de trabajos esclavizantes en condiciones inhumanas, o perciben salarios paupérrimos o no cuentan con protección legal alguna.

 

  • Enterrar a los muertos: Esta obra de misericordia nos llama a “enterrar” las prácticas nocivas o tóxicas que vivimos en el trabajo y proclamar el “Evangelio de la Creación” [xvi].

Vivimos en una “cultura del descarte” [xvii], “… que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura.”[xviii]

Ser “sal” en las empresas es dejar atrás  (enterrar) a ‎nuestro hombre viejo atado a viejos paradigmas y modelos mentales que generan muerte, competencia desleal, contaminación humana y ambiental. Debemos estar dispuestos a revestirnos del hombre nuevo‎, que nos llama a ir mar adentro a las playas nuevas, buscando las corrientes de vida, que generen creatividad y entusiasmo en las personas.

Las empresas deben transformarse constantemente, ajustándose a las nuevas realidades que se van gestando. “Enterrar” viejas prácticas genera muchas incertidumbres y dolores internos, pero que son necesarias para renacer y crecer.

Recuerdo cuando en el año 2004 decidí renunciar a mi puesto de trabajo en la empresa en donde trabajaba para buscar nuevos rumbos. Fue todo un proceso de transformación personal tomar esa decisión, que implicó‎ “enterrar” a mi hombre viejo que se ataba a la seguridad y temía ir mar adentro en busca de nuevos desafíos transformadores.

¡Qué necesario es enterrar también en las empresas resentimientos, odios y diferencias entre los colaboradores por competencias absurdas, que ciegan e impiden llevar adelante una sana integración entre las distintas áreas y personas! Estas actitudes sin duda terminan afectando la productividad de la empresa y socavando nuevas oportunidades.

Obras de Misericordia Espirituales:

Estas obras de misericordia nos llaman a trabajar en una cultura empresaria nueva, que humanice las relaciones interpersonales.

 

  • Enseñar al que no sabe: Esta obra de misericordia, junto a las dos siguientes (“dar consejo al que lo necesita”” y “corregir al que yerra”) nos llama a construir “empresas aprendientes” que fomenten una cultura pedagógica, contrarias al modelo en el que “el saber es poder” y llevan a restringir el flujo del conocimiento, convirtiendo este saber en un elemento de superioridad. El paradigma de la dominación parte de la premisa de la escasez, expresada en la fórmula “ganar-perder”, en el que la persona es considerada un objeto, un bien intercambiable, en el que unos triunfan y otros pierden y somos medidos solamente por nuestro rendimiento material. “¿Cómo puedo ser interiormente libre en una sociedad que sólo me mide por lo que rindo?”, se pregunta Anselm Grün. [xix]

La “luz” de esta obra de misericordia nos debe inspirar a llevar a las empresas una imagen del trabajo que incluya, además de la dimensión del rendimiento material, la voluntad de despertar las fuerzas creadoras que dormitan en nosotros y nos producen entusiasmo.[xx] Dice José Kentenich que “educar es tener un contacto vivo. Toda la corriente de la vida fluye desde mí y se adentra en los demás y la que fluye de los demás se adentra en mí”[xxi] Se trata de descubrir la corriente de vida existente en la empresa y el mundo. Es un flujo de ida y vuelta, que enriquece por el intercambio mutuo que se da. Los problemas de ellos son los míos y los míos son los de ellos. En mi experiencia de más de 35 años en empresas, he comprobado que todos aprendemos de todos y la gran limitante para el crecimiento de las empresas han sido los diques culturales que frenaron las corrientes de vida. Las veces que éstas se destaparon se generó un crecimiento enriquecedor.

 

  • Dar consejo al que lo necesita: ¡Estamos llamados a hacer brillar la luz que hay en nosotros![xxii] Para lo cual la “buena noticia” de esta obra nos invita a vivir y transmitir el buen consejo a quienes nos rodean, a construir empresas basadas y guiadas por valores, por aquellos principios que se establecen como misión y visión, que no deben ser sólo un enunciado frío de los estatutos, sino una verdad viva que inspire a ir hacia lo alto.

Es más, bajo la luz de esta obra de misericordia, debemos buscar y plasmar los sueños y la propia originalidad que cada empresa tiene y debe desarrollar, para ser fiel a sí misma y a sus talentos. Esta fidelidad a la propia originalidad empresaria deberá a su vez permitir que todos los colaboradores encuentren en ella el lugar adecuado para buscar y alcanzar las formas y caminos para vivir su propia originalidad.

La “sal” de esta obra nos llama también a desarrollar una cultura de escucha y sana comunicación, muchas veces ausente por la celeridad y exigencia de las actividades que realizamos, que nos permita darle lugar a una actitud más receptiva frente a las dificultades de nuestros colaboradores. No podemos aconsejar si previamente no hemos escuchado con empatía y hemos percibido las necesidades de nuestros compañeros de trabajo. Nos dice  Kentenich que “tenemos que escuchar realmente por interés… interesarnos con interés no artificialmente”.[xxiii]  A partir de esta escucha nacerá la posibilidad de dar un buen consejo.

 

  • Corregir al que yerra: La “luz” de esta obra de misericordia nos llama a vivir en la humildad, siendo conscientes de nuestras limitaciones y fallas, abriendo nuestro corazón para vivir en la verdad y estar atentos a las voces de los otros y nuestra consciencia. Sólo desde esta humildad consciente de nuestras incapacidades y límites, podremos transformarnos y rectificar el rumbo.

Es muy aleccionador el caso de Volkswagen. Las autoridades medio ambientales de Estados Unidos acusaron a VW de haber creado un software para engañar deliberadamente en las mediciones de gases contaminantes. Esta corrección debe llevar a las empresas a un crecimiento ético que se internalice en el corazón de sus integrantes.

Volkswagen, reconoció haber equipado unos 11 millones de vehículos diesel en todo el mundo vendidos entre 2009 y 2015, con un software capaz de falsear los resultados en un test de contaminación de los motores diesel, lo que podría costarle hasta 18.000 millones de dólares.

Como resultado de este fraude, sus motores habían sorteado con éxito los estándares de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (E.P.A.).

La EPA acusó a Volkswagen de haber introducido un software hacker espía en los motores diesel de sus automóviles para pasar las pruebas de emisiones y de esmog en California y otros estados, cuando en realidad estaba emitiendo un nivel de óxidos de nitrógeno (NxOy) mucho mayor que el permitido por la ley y los convenios internacionales.

El nuevo presidente de Volkswagen, Matthias Müller, manifestó que lo ocurrido es «la mayor prueba de la historia» para la empresa.

Esta dolorosa experiencia será un desafío para VW para transformarse interiormente y vivir como un valor los enunciados éticos que se señalan en su código de ética.

Esta obra nos llama a descubrir las “puertas abiertas” que a cada paso nos presenta Dios e invita a atravesar, para que construyamos empresas orientadas a la mejora constante y al cambio positivo,  no instaladas en los logros, sino abiertas a corregir los caminos y rectificar los rumbos.

 

  • Consolar al triste: La “luz” de esta obra de misericordia nos ilumina para llevar motivación, entusiasmo y alegría al trabajo y ser personas en quienes otros puedan encontrar el lugar para expresar sus necesidades y preocupaciones. Que aquel que está desanimado pueda sentirse acompañado con la escucha y la voz de nuestra esperanza.

¡Cuánta soledad y desánimo vivimos en las empresas! Existe mucha sobreexigencia y presiones por los resultados (a veces irracionales), que nos alejan del disfrute por la tarea en sí!

Recuerdo en una oportunidad que un gerente comercial me exigió la redacción de un complejo contrato al terminar mi jornada laboral para la mañana del día siguiente. Esta tarea requirió que trabajara hasta pasadas las 5 de la madrugada, con gran presión y cansancio. A la mañana siguiente le entregué el documento, pero la operación comercial se demoró una semana más. Sólo había sido un capricho del gerente por mostrar su poder.

La “levadura” de esta obra debe llevarnos a motivar a los colaboradores, generando entusiasmo y alegría por la tarea a desarrollar, participándoles protagonismo para que se contacten con sus propios sueños.

Dice Daniel Goleman que “cuando ciertas personas llevaron un diario sobre lo que sentían al realizar una variedad de tareas durante la jornada, hubo un resultado evidente: se sentían mejor haciendo lo que les gustaba que cuando ejecutaban tareas sólo por la recompensa … el premio mayor estaba en el desafío creativo y el estímulo del trabajo en sí, y en la posibilidad de continuar aprendiendo … para llegar al peldaño superior es preciso amar lo que hacemos y hallar placer en la tarea.” [xxiv]

 

  • Perdonar las ofensas: Esta obra nos llama a llevar la reconciliación como actitud de vida frente a situaciones en las que nos sentimos agraviados o difamados, o hemos ofendido a otros por distintas circunstancias.

Las ofensas, resentimientos y venganzas generan distancias muchas veces difíciles de reparar en el trabajo. Los caminos se cierran y cuesta reencauzarlos.

El verdadero y profundo perdón nos permite liberarnos del poder que el otro ejerce sobre nosotros y desatarnos de su influjo. Permanecer en el odio termina por devorarnos como un cuerpo extraño que queda adherido en nuestro interior y nos impide ser libres y reconciliarnos con nosotros mismos.

Por el contrario el perdón nos libera y libera al otro y permite desarrollar caminos de encuentro y nuevas posibilidades.

Con frecuencia estamos en guerra dentro nuestro, luchando con el pasado, sintiendo que los “otros” son los culpables de mis resultados ineficientes. Para reconciliarnos con nosotros mismos debemos comenzar por mirar y reconocer con amor nuestros errores y deficiencias.  A partir de esta aceptación amorosa dejaremos de proyectar en otros nuestras responsabilidades.

El psicoanalista empresario Manfred Kets de Vries hace una comparación entre dos líderes políticos africanos con actitudes muy diferentes hacia el perdón: Nelson Mandela y Robert Mugabe.

Al final del apartheid en Sudáfrica y después de pasar 27 años en prisión, Mandela perdonó a sus opresores y animó a los miembros de su partido, que clamaban venganza, a hacer lo mismo al decirles: «El perdón libera el alma, elimina el miedo. Ésa es la razón por la que es un arma tan poderosa».

Mientras que Robert Mugabe optó por la amargura, la venganza y el odio contra la oposición. Sus acciones llevaron a Zimbabwe a ser un país conocido como la ‘casa pobre’, con un nivel máximo de inflación y un aumento en el desempleo entre el 70 y 80%.

La “luz” de esta obra nos llama a gestar un cambio cultural en las empresas en el cual se valore el perdón. Un interesante caso es el de Toyota, cuando en febrero del año 2010 la empresa llamó a revisar hasta 8 millones de unidades en todo el mundo por algunos problemas de seguridad que se detectaron. Su Presidente Akio Toyoda dijo, inclinando su cabeza frente a los periodistas presentes, ”pido perdón por causar problemas a muchos de nuestros clientes durante las revisiones de muchos modelos en muchas regiones».

 

  • Vivir con paciencia las flaquezas de nuestro prójimo: La “sal” de esta obra nos llama a vivir y trabajar con humildad, descubriendo que todos tenemos flaquezas que deben ser soportadas con paciencia por los otros. A partir de esta actitud podremos ir desarrollando una cultura de entrega, respeto y confianza mutua, en la que iremos aprendiendo a valorar las distintas posturas y miradas de la realidad, integrándolas en una “unidad de tensión” creadora,[xxv] sin exclusiones. La tensión y el conflicto siempre estarán presentes, pero nuestra “levadura” deberá mostrar que es posible descubrir caminos superadores que integren las posturas opuestas.

El miedo a equivocarse es una de las causas que puede llegar a frenar la productividad de los trabajadores, por eso, las personas que estén a cargo de un grupo deben aprender a tolerar los errores mutuos.

Señala Manfred Kets de Vries que «los líderes que toleran errores, que los ven como oportunidades de aprendizaje, son los que crean una gran cultura corporativa». Por el contrario quienes viven en la fantasía de su superioridad, terminan alejándose de de la vida. Jochen Zeitz, director de la empresa Puma, nos dice que “uno de los principales problemas de la corporación Enron, en Estados Unidos, que terminó en la bancarrota, fue que sus ejecutivos se sobreestimaron … la cúpula directiva está conformada por personas de gran arrogancia.”[xxvi]

“Tan importante como asumir nuestro lados fuertes es asumir nuestras flaquezas. El que lo hace no es débil  sino fuerte. En algunas empresas reina una atmósfera en la que nadie se atreve a reconocer sus debilidades, porque el que lo hace queda expuesto o marginado“, señala A. Grün. [xxvii]

 

  • Rogar a Dios por vivos y muertos: Esta obra de misericordia nos invita a integrar nuestro trabajo con la vida espiritual, para encontrar a Dios en los acontecimientos laborales y vivir la fe a través de la oración y otros caminos espirituales. A tal efecto la “sal” de esta obra nos invita a desarrollar espacios para la vida espiritual en el trabajo.

Anselm Grün recomienda “… crear una cultura empresarial en la que aparezca la sensibilidad hacia lo trascendente y en la que el objetivo sea superior al de la máxima obtención de beneficios.”[xxviii] Grün cita al asesor empresario Lance Secretan, quien recomienda crear un “santuario”, entendiendo por éste una “… disposición del espíritu que permite que el alma florezca.”[xxix]  Continúa Grün diciendo que “… Secretan establece un contraste entre la idea del “santuario” y las empresas mecanicistas que trabajan como una máquina y no tienen ninguna consideración con el alma del hombre. Esas empresas sólo generan frustración, dureza, vacío, absurdidad y tristeza.”[xxx]

En mi experiencia laboral me ayudó mucho a unir el trabajo a Dios establecer en mi escritorio un santuario laboral con la imagen de María. Este pequeño santuario, ubicado cerca de mi PC, me inspiraba permanentemente y a él recurría para ofrecer y consagrar mi trabajo a Dios.

Encuentro en las Obras de Misericordia un camino inspirador para vivir más cerca de Dios y los hombres en este año santo de la Misericordia.

Los invito a recrearlas de acuerdo a lo que les sugiera a cada uno de Ustedes, para llevar nuestra “sal” al  mundo, con las lámparas de la misericordia encendidas, sin dejar caer la migajas de la riqueza de la mesa de nuestras empresas, para que los pobres Lázaros no sufran a nuestro lado por nuestra tibieza (Lucas 16:19-31).

 

 

Carlos E. Barrio y Lipperheide
carlosebarrio@gmail.com
Rincón de Milberg,13 de mayo de 2016, día de nuestra señora de Fátima.

 

[i] Papa Fracisco, “Evangelii Gaudiium”, 7
[ii] Conf. Papa Francisco “Misericordiae Vultus”, 15
[iii]  Idem, 15
[iv]  Papa Francisco “Misericordiae Vultus”, 6
[v] Papa Francisco, diario La Nación 27/3/13.
[vi] José Kentenich “Textos Pedagógicos”. Editorial Nueva Patris (2005), pág. 448.         Nos dice en este texto que “si quieren hacer una medición de la salud, háganla en base al tipo y el grado del organismo de vinculaciones”.
[vii]  José Kentenich señalaba este concepto en la conferencia que dio el 13 de junio de 1930 (ver “Desafío Social”. Editorial Schoenstatt (1996), pág. 326 y ss.). De esta forma se establecerán relaciones personalizadas y no que considere y traten a la persona como una mercancía. Nos dice que el camino a recorrer para desarrollar la humanización en las empresas es “la configuración de las relaciones personales y de trabajo según el espíritu de familia”. Para él la familia es el rostro de Dios en el mundo.
[viii] San Juan Pablo II, “Laborem Exercens”, punto 6.
[ix] Papa Francisco “Laudato si”, 103
[x]  San Francisco de Así, “Cántico de las Criaturas”.
[xi]  José Kentenich. “El mundo de los vínculos personales”. Editorial Nueva Patris. Abril 2015. Pág 286.
[xii] José Kentenich. “Hacia el Padre”, párrafo 601.
[xiii]  Papa Francisco. “Laudato Si”, puntos 20 a 41.
[xiv] José Kentenich. “Hacia el Padre”, párrafo 9
[xv] “José Kentenich. “Desafíos de Nuestro Tiempo”. Editorial Patris. 1985, pág. 15.
[xvi] Papa Francisco. “Laudato Si”, capítulo segundo.
[xvii] Idem, punto 43
[xviii] Idem, punto 22
[xix]  Anselm Grün. “No te hagas daño a ti mismo”. Ediciones Sígueme (2011), pág. 28
[xx] Ver “José Kentenich. “Desafíos de Nuestro Tiempo”. Editorial Patris. 1985, pág. 16.
[xxi] José Kentenich. “Desafío Social”. Editorial Schoenstatt (1996), pág. 321
[xxii] Mt, 5, 16
[xxiii] José Kentenich. “Textos Pedagógicos”. Herbert King. Editorial Patris. Año 2008. Pág.225
[xxiv] Idem, pág 139
[xxv] Conf. José Kentenich, “Mi filosofía de la educación”  Editorial Schoenstatt, 1985, punto 1.2. y nota al pie.
[xxvi]  A. Grün y J. Zeitz, “Dios, el dinero y la conciencia”, Editorial San Pablo, 2010, pág. 189.
[xxvii] Idem. pág. 186
[xxviii] A. Grün, “Orientar personas, despertar vidas”, Editorial Guadalupe y Editorial Verbo Divino, 2005, pág. 146.
[xxix] Idem, pág. 148
[xxx] Idem. pág 148

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