Publicado el 2016-03-17 In Temas - Opiniones

¿Quién mató a Jesús?

Una reflexión para Semana Santa en forma de juicio. Por Diana y Alejandro Caballero con el equipo del Retiro de Semana Santa en Tupãrenda •

Fue uno de los hitos del retiro de Semana Santa en Tupãrenda en el 2015. En forma de un juicio – siendo los participantes los jurados –, en el cual se procesaron uno tras otro los supuestos culpables de la muerte de Jesús, se motivó a reflexionar dónde se mata hoy a Jesús por miedo, por búsqueda de poder, por envidia, por cobardía, por apatía, por falta de tiempo… Jesús, quien «a través de todas las épocas por múltiples caminos (va) cargando la cruz» (HP 253) en los pobres, los marginados, los presos, los refugiados, los niños sin acceso a la vida escolar, los enfermos, los ancianos, los sin techo… y tantos más y no tan lejos.

Publicamos aquí lo que se dijo sobre el primer acusado, Poncio Pilato. ¿Cómo contestaríamos a las preguntas del defensor?

Es una invitación a vivir la Semana Santa de una manera personal, para cantar en la Pascua con corazón renovado el Aleluya Pascual – pues Jesús perdona siempre. Su perdón es nuestra Pascua.

1 – JUICIO A PONCIO PILATO

JUEZ: Acabamos de presenciar la muerte de Jesucristo, indudablemente la muerte más famosa de la historia. Como ustedes han visto, la muerte de Cristo no fue un asesinato clandestino realizado en la oscuridad de la noche, sino el resultado de una sentencia judicial pronunciada en un tribunal de justicia. La ejecución de la sentencia ocurrió a mediodía, un viernes. El acusado murió tres horas después. Bueno, lo que interesa ahora, es ¿QUIÉN LO MATÓ? ¿Quién o quiénes tienen la culpa de su muerte? Como fue una sentencia judicial, no podemos culpar a los verdugos, o sea a los que físicamente clavaron al acusado en la cruz de madera en la que más tarde falleció. Es demasiado evidente que los culpables eran otros. Entonces, para juzgar mejor lo que pasó, vamos a llamar nuevamente a los principales personajes que tuvieron algo que ver en la muerte de Jesús de Nazaret. Ustedes van a ser el jurado. Dirán, en cada caso, si es culpable o no, después de haber escuchado su defensa, así como las acusaciones del fiscal.

Les advierto que no deben dejarse influir por algún parentesco que ustedes puedan tener con los acusados; guíense solamente por el amor a la verdad.

Finalmente les notifico que su silencio será interpretado como una acusación de culpabilidad. Es imposible ser neutral frente a un acontecimiento de tanta importancia como es la de la crucifixión del Hijo de Dios. Yo, como Juez, aceptaré sin discusión el fallo, la decisión de ustedes, el jurado. ¿Entendido?

Así pues, (da dos golpes en la mesa) se abre la sesión. ¡Llamen al primer acusado: Poncio Pilato!

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GUARDIA: (En voz alta dice) ¡Poncio Pilato!

JUEZ: Tiene la palabra, Sr. Fiscal.

FISCAL: (Dirigiéndose al Sr. Juez) Gracias, Sr. Juez. (Ahora, dirigiéndose a Pilato) Diga su nombre completo.

PILATO: Poncio Pilato.

FISCAL: Señor Poncio Pilato, ¿usted fue la máxima autoridad política en el país de Judea en el tiempo de la crucifixión de Jesús de Nazaret?

PILATO: Sí, es cierto, aunque yo solamente representaba al Emperador Romano.

FISCAL: Judea, ¿era una colonia del Imperio Romano?

PILATO: Sí, una de las colonias más miserables y asquerosas. Los judíos estaban siempre peleándose entre ellos… fariseos, saduceos y esos guerrilleros zelotas. Yo nunca quise que me mandaran allí.

FISCAL: Correcto. Sin embargo, usted tuvo la responsabilidad política y fue usted el que condenó a muerte a Jesús.

PILATO: No, yo no hice eso. Me lavé las manos públicamente del asunto. Yo sabía que era inocente, e hice lo posible para salvarlo. Incluso, era la costumbre poner en libertad a un preso por ser la fiesta de Pascua, y yo dejé que los judíos escogieran entre Jesús y Barrabás. Y ¿qué pasó? Escogieron la libertad para ese criminal, Barrabás.

Y cuando yo les dije que Jesús era inocente me gritaron: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”. Algunos querían chantajearme, los sinvergüenzas decían: “Si lo sueltas, te acusaremos ante el Emperador de Roma”.

FISCAL: ¿Pero usted lo condenó?

PILATO: ¿Qué otra cosa podía hacer? Esos judíos me tuvieron arrinconado.

FISCAL: Sin embargo, es verdad que en todo el país solamente usted tenía el poder de condenar a muerte a un hombre.

PILATO: Sí, es cierto.

FISCAL: Y si usted no hubiera dado su consentimiento, Jesús no habría muerto.

PILATO: (Muy enojado y con la voz alterada) ¡Lo niego! Estos malditos fariseos lo habrían asesinado clandestinamente. Yo hice la cosa en forma legal, nada más…

FISCAL: Es todo Sr. Juez, gracias.

JUEZ: Tiene la palabra el abogado defensor.

DEFENSOR: (Dirigiéndose a Pilato) ¿Es verdad que usted era el representante del Imperio Romano?

PILATO: ¡Sí!, es verdad.

DEFENSOR: Usted era representante del Imperio Romano; una de sus funciones primordiales era la de mantener el orden para que no fuera alterado por levantamientos populares, por guerrillas, por asambleas, por mítines… ¿es cierto?

PILATO: ¡Sí!, es cierto. Roma no quería que la paz fuera alterada en sus colonias. Teníamos órdenes de suprimir, por la fuerza, cualquier manifestación que causara desórdenes populares.

DEFENSOR: Bien. Por otro lado ¿no es verdad que al Imperio Romano le interesaban las buenas relaciones con las autoridades religiosas de Judea?

PILATO: Sí, es verdad. Roma nos había recomendado mantener relaciones cordiales con los Sumos Sacerdotes. Teníamos acuerdos secretos y concesiones que, lo confieso, a veces eran en contra de los intereses del pueblo.

DEFENSOR: ¿Usted fue presionado por Anás y Caifás para que dictara la sentencia de muerte contra Jesús de Nazaret?

PILATO: ¡Así fue! Ellos me presionaron fuertemente; hasta llegaron a amenazarme con enviar emisores a Roma mostrando mi infidelidad al Imperio; esto, lógicamente, hubiese provocado mi destitución del cargo, quizá mi procesamiento y mi ruina política.

DEFENSOR: (Dirigiéndose al jurado) ¡Señores del jurado! Este hombre es inocente. Actuó bajo presiones muy fuertes…

¿Quién de ustedes no ha sentido miedo cuando lo van a denunciar por defender la justicia? El temor a quedarse sin trabajo, el pensar en la familia y los hijos, ¿no nos obliga a guardar silencio ante las injusticias que vemos?

Señores del jurado, si ustedes condenan a este hombre, ustedes mismos se condenan…

¿Acaso no es verdad que se tiene miedo de denunciar y de exigir sus derechos en el barrio, en el trabajo, en la universidad…?

¿Acaso ustedes no se han lavado las manos muchas veces ante las flagrantes injusticias que se cometen alrededor y en frente de ustedes mismos: desalojos, represiones, acosos, malos tratos, explotación laboral, discriminación de clases sociales, etc.?

En todas estas ocasiones, una definición por parte de ustedes era necesaria para ser solidarios con los demás; pero... los riesgos eran demasiado grandes, y preferimos no hacer nada: exactamente como Pilato, a quien ahora ustedes van a juzgar. (Dirigiéndose al Juez) He terminado Sr. Juez.

JUEZ: Gracias. Ahora el pueblo, como jurado, tendrá la última palabra. (Dirigiéndose al público) Si alguien del pueblo desea hacerle alguna pregunta al acusado, puede hacerlo ahora…

Entonces, procedamos con el juicio. (Dirigiéndose al público) Levanten la mano todos los que piensan que Poncio Pilato es INOCENTE de la muerte de Jesús. Recuerden que los que se abstienen de votar están votando en contra del acusado.

Guardias, cuenten los votos.

Y ahora levanten la mano los que consideran que Poncio Pilato, es CULPABLE del crimen mencionando.

Guardias, cuenten los votos.

El prisionero Poncio Pilato, por votación popular y democrática, ha sido declarado CULPABLE por este tribunal del pueblo, y por consiguiente está condenado a muerte de cruz. Llévenselo. (Los guardias lo apresan y se lo llevan).

O

El prisionero Poncio Pilato, por votación popular y democrática, ha sido declarado INOCENTE por este tribunal del pueblo, y por consiguiente será puesto en libertad desde este momento. Queda en libertad. (Se retira libre).

 

Guión completo: ¿Quien mató a Jesús?

 

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