Publicado el 2015-01-26 In Temas - Opiniones

La Alianza de Amor, una realidad arrolladora

mda. Este 20 de enero de 2015 es un día tranquilo, “sin los miles de peregrinas y peregrinos de todo el mundo, sin cámaras ni equipos de transmisión», afirmó el Dr. Peter Wolf, Director General del Instituto de los Sacerdotes Diocesanos, en su prédica del 20 de enero, en la Iglesia de la Santísima Trinidad, en el Monte Schoenstatt. También invitó a los presentes a mirar con los ojos del P. Kentenich „hacia los grandes días del jubileo, para colocarlos en la perspectiva del segundo hito». El jubileo mostró que “la Alianza de Amor es una realidad arrolladora“, no como teoría, sino como vida que se experimenta.

A continuación, el texto de la prédica de Mons. Dr. Peter Wolf el 20 de enero de 2015

Querida Familia de Schoenstatt, queridas hermanas y hermanos en la fe,

el gran jubileo ya ha pasado y ha comenzado un nuevo año, un nuevo siglo de la historia de Schoenstatt. Nos hemos encendido con el fuego juvenil de los jóvenes que corren con antorchas. Nos hemos conmovido con el ingreso de la MTA en la Arena y luego, con su regreso al Santuario Original. Estamos felices por el encuentro con el Santo Padre y la gran celebración eucarística en San Pedro, en Roma. Celebramos una fiesta alegre y experimentamos un Schoenstatt internacional y familiar.

Hoy es para nosotros el primer 20 de enero después del gran centenario. Es un día más bien tranquilo, sin los miles de peregrinas y peregrinos de todo el mundo, sin cámaras ni equipos de transmisión. Me imagino el día de hoy como una invitación de parte de nuestro padre. Me imagino que nos lleva a su lado, tal como Jesús lo hizo con sus discípulos, después de días en que habían concurrido muchísimas personas, después de un período lleno de prédicas y milagros, durante su actividad pública.

Nuestro padre nos quiere invitar en este memorable 20 de enero a mirar retrospectivamente, con sus ojos, los grandes días del jubileo y a colocarlos en la perspectiva del segundo hito. Los hitos de nuestra historia no son, como quizás el nombre nos pudiera hacer pensar, marcas inamovibles en el camino, sino son agrupaciones de procesos vitales, y fuentes de inspiración y de vida para los tiempos futuros. Las piedras son – parafraseando una imagen de nuestro padre en vista de la roca de Pedro – piedras peregrinas, que no solo marcan el camino ya pasado de Schoenstatt, sino que peregrinan con nosotros para mostrarnos el camino, al igual como el fuego y la columna de nubes a la salida de Egipto. Por lo que en cada fase de nuestra historia ya están presentes. Podemos redescubrir estos hitos con fe providencialista, para hacerlos nuestros. Así podrán una vez más iluminarnos y comenzar a actuar. Para nuestro padre y fundador el 20 de enero y el segundo hito fueron el inicio de un colocarse totalmente en la realidad de lo sobrenatural, y de la solidaridad y del entrelazamiento de destinos de la Familia entre sí y con el fundador. Aquí nuestro padre vio el eje de la historia de nuestra Familia, y contaba con que la futura historia de Schoenstatt girara en torno a este mismo eje.

1. Colocarse sobre la realidad de lo sobrenatural

La vivencia central de nuestro jubileo fue, sin duda, la presencia perceptible de la Mater en el Santuario. Un movimiento visiblemente emocional cruzó las filas cuando la imagen de la MTA ingresó en la gran Arena, llevada sobre muchos hombros y cuando luego fue llevada de vuelta al Santuario, nuevamente acompañada por muchos. Este momento santo alcanzó igualmente los corazones por sobre mares y continentes, mediante la televisión e internet. La Alianza de Amor es una realidad arrolladora. Esto no es algo que sacamos, por decirlo así, del catecismo schoenstattiano, sino que fue una experiencia que se hizo más palpable en el acontecimiento del jubileo.

La celebración de la Alianza de Amor fue para muchos el verdadero punto culminante del jubileo y es, probablemente, el hito más perdurable en el camino hacia el futuro. En esta experiencia se refleja lo que dice nuestro padre sobre el 20 de enero de 1942: que su acción solo es comprensible desde “la realidad de lo sobrenatural“. Sobre esto construyó desde un comienzo y se hizo muy patente para él en su paso del 20 de enero de 1942. Y como somos su familia, él nos desafía a construir también sobre la realidad de la Alianza de Amor. La Alianza de Amor tiene que ser siempre nuestro centro, “nuestro Ceterum censeo“, como a nuestro padre le gustaba decir. Sobre esta realidad sobrenatural construimos con el fundador todos los planes y acciones hacia el futuro; desde este centro obtenemos una fuerza y confianza invencibles.

2. Entrelazamiento de destinos de la Familia entre sí

Muchos de quienes participaron en el jubileo mencionan como una vivencia que les dio mucha alegría en esos días, la experiencia de una comunidad internacional y familiar entre jóvenes y mayores. Todos habían sido atraídos e inspirados por el mismo centro, todos experimentaron que participaban de la misma gracia. Incontables personas trajeron y llenaron las grandes vasijas con su capital de gracias. Esto no solo fue expresado exteriormente con grandes vasijas, sino que se podía tocar con las manos. Algunos jóvenes regalaron muchos meses de su vida a la Mater en su santuario. Cuántas personas realizaron incluso servicios muy insignificantes de forma voluntaria, regalando para ello sus vacaciones y su dinero. Cuántas personas trabajaron hasta el límite de sus fuerzas, y algunos incluso más allá, preparando todo lo necesario. Y otros regalaron el no poder estar presentes. Ofrecieron en cambio sus enfermedades y no pocos fueron llamados a la eternidad en el entorno del jubileo. El cielo se mostró maravilloso y acogió estas contribuciones, transformándolas en bendición. Y esto no solo aquí en Alemania y Europa, sino en todo el mundo, como en una misteriosa red, como vasos comunicantes donde se intercambia la gracia y la entrega a la Mater.

Todo esto está relacionado con aquello que nuestro padre, el 20 de enero de 1942, menciona como el segundo concepto clave: “el entretejimiento de destinos entre los miembros de la Familia“. Schoenstatt es un organismo, es mucho más que una organización externa: “En Cristo Jesús estamos estrechamente unidos“. El “amor a la Familia” nos impulsa a comprometernos los unos por los otros, y así dar vida a la nueva imagen de comunidad, sobre la que habló nuestro padre después de su regreso desde Milwaukee. Se trata de la imagen de la Iglesia renovada y solidaria. Schoenstatt y la Iglesia no pueden desarrollarse sin grandes sacrificios, sin un amor ardiente, que nos duela.

¿Estamos dispuestos a recorrer este camino de la entrega total? En aquel entonces, la Inscriptio fue la condición para la liberación del padre desde la cárcel y desde el campo de concentración. Hoy, el vivir esta solidaridad y disposición al sacrificio es la condición para que el carisma de Schoenstatt pueda abrirse paso hacia la Iglesia. En este contexto puedo mencionar también el Santuario Matri Ecclesiae y el Centro de Belmonte, en Roma. Nuestro padre lo deseó y la Familia se lo regaló cuando cumplió 80 años. Solo en el espíritu de esta solidaridad podrá ser terminado y convertirse en un signo de este abrirse paso hacia la Iglesia. Esto solo será posible si construimos en el espíritu del 20 de enero.

3. Asemejamiento e incorporación al padre

El jubileo fue una vivencia muy especial de familia. En esos días experimentamos a la MTA en forma muy real como madre, y allí se encontraban los hermanos de todo el mundo y también estaba presente el padre. De su corazón surgió Schoenstatt. Los libros de la Hermana Doria sobre la historia temprana de Schoenstatt, los textos del padre publicados en cada año del trienio preparatorio y los textos sobre la Alianza de Amor permiten vislumbrar, en qué medida el P. Kentenich fue y es el instrumento escogido de la Divina Providencia para regalar la Alianza de Amor al mundo. Él no está al margen, no es algo accesorio, sino entre él y la MTA es muy especialísimamente válido el “nada sin ti – nada sin mí“, una bi-unidad inseparable. Schoenstatt es el corazón ampliado del padre, del cual la Virgen María ya tomó posesión siendo él todavía niño.

Durante el jubileo, además de la imagen de la MTA, fue llevado al Santuario Original el “ojo del Padre“. Es una indicación permanente al Padre celestial, desde quien todo fluye. Es un signo de la plenitud de la Alianza de Amor en el Padre Dios. Quien ahora reza en el Santuario, tendrá siempre ante sí a todo el mundo, a todo el cosmos de la Alianza de Amor. La mirada pasa desde la imagen de la Madre a la cruz y al tabernáculo; luego al símbolo del Espíritu Santo y del Padre Dios. La Santísima Virgen nos ha conducido al Padre Dios y ha abierto para nosotros el maravilloso mundo de la filiación divina, que corresponde al núcleo del Evangelio: ¡Padre, venga a nosotros tu Reino!

El instrumento para este camino y para esta gracia fue y es nuestro padre y fundador. Durante los largos años de peregrinación del símbolo del Padre, incontables schoenstattianos en todo el mundo consideraron y recibieron la visita de este símbolo como una visita de nuestro padre. Llenos de gratitud recordaron su conducción hacia el Padre Dios o se entregaron a ella. Hoy nos pregunta si solidarizamos con su camino en nuestro pensar y actuar. Con frecuencia nuestro padre llamó a esto “asemejamiento e incorporación” a la persona del fundador. En alianza con el padre va el camino hacia el futuro, el que tiene su eje en el 20 de enero de 1942. El día de hoy nos quiere liberar completamente para poder participar de su misión. Quiere iluminar nuevamente al P. Kentenich como padre y como centro unificador de nuestra Familia.

Amén.


Original: alemán. Traducción: Ventura Torres, Santiago, Chile

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Publicado el In En pocas palabras - P. Joaquín Alliende Luco, Temas - Opiniones

La Alianza de Amor, una realidad arrolladora

mda. Este 20 de enero de 2015 es un día tranquilo, “sin los miles de peregrinas y peregrinos de todo el mundo, sin cámaras ni equipos de transmisión», afirmó el Dr. Peter Wolf, Director General del Instituto de los Sacerdotes Diocesanos, en su prédica del 20 de enero, en la Iglesia de la Santísima Trinidad, en el Monte Schoenstatt. También invitó a los presentes a mirar con los ojos del P. Kentenich „hacia los grandes días del jubileo, para colocarlos en la perspectiva del segundo hito». El jubileo mostró que “la Alianza de Amor es una realidad arrolladora“, no como teoría, sino como vida que se experimenta.

 

 

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1 Responses

  1. Hilda Pagan dice:

    Desde Puerto Rico me solidarizo con el mensaje tan bien expuesto de Mons P. Wolf. Sus palabras me llevaban desde nuestro querido Padre Fundador a la Historia Sagrada de nuestra Familia pasando por ese acto tan divino de la Alianza de Amor que nos incorpora y no hace uno con el Padre, el hermano y la Familia.Y todo bajo la Mirada de Dios Padre.
    Gracias Monsenor Wolf.

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