Publicado el 2017-11-13 In Francisco - Mensaje

“Levantemos el corazón” No “¡Levantemos los celulares para sacar una foto!»

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO •

El Papa Francisco inició este miércoles 8 de noviembre un nuevo ciclo de catequesis dedicado a la Santa Misa. “El ‘corazón’ de la Iglesia es la eucaristía”, afirmó el Papa ante los miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro provenientes de diversas partes del mundo. Francisco señaló que «es fundamental entender bien el valor y el significado de la santa misa para vivir más plenamente nuestra relación con Dios».

Francisco explicó que “a través de estas catequesis que empezamos hoy me gustaría redescubrir junto con ustedes la belleza que se esconde en la celebración eucarística, y que, una vez revelada, da pleno sentido a la vida de cada uno de nosotros”.

El Santo Padre formuló algunas preguntas: “¿Buscamos ese manantial del que brota “el agua viva” para la vida eterna?, ¿Qué hace de nuestra vida un sacrificio espiritual de alabanza y de acción de gracias y nos hace un solo cuerpo con Cristo?, O, ¿Por qué en un momento dado el sacerdote que preside la celebración dice: “Levantemos el corazón?” No dice: “¡Levantemos los celulares para sacar una foto! No, está muy mal. Y les digo que me pongo muy triste cuando celebro aquí en la Plaza o en la Basílica y veo tantos celulares levantados, no solamente por los fieles, sino también por algunos sacerdotes y también por obispos. Pero, ¡por favor! La misa no es un espectáculo: es ir a encontrar la pasión y la resurrección del Señor. Por eso el sacerdote dice: “Levantemos el corazón”. ¿Qué significa? Acuérdense: Nada de celulares.»

Expresó que en las próximas catequesis le gustaría ir respondiendo esas preguntas “para volver a descubrir, o a descubrir, cómo a través de este misterio de fe resplandece el amor de Dios”.

Es el deseo del Papa Francisco “volver a los cimientos, redescubrir lo que es esencial, a través de lo que se toca y se ve en la celebración de los sacramentos”.

Vamos con el.

Papal audience

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas: ¡buenos días!

Comenzamos hoy una serie nueva de catequesis, que se centrará en el “corazón” de la Iglesia, es decir en la eucaristía. Para nosotros, cristianos, es fundamental entender bien el valor y el significado de la santa misa para vivir cada vez más plenamente nuestra relación con Dios.

No podemos olvidar el gran número de cristianos que, en todo el mundo, a lo largo de dos mil años de historia, han resistido hasta la muerte para defender la eucaristía, ni tampoco a aquellos que, incluso hoy, arriesgan la vida para participar en la misa dominical.

En el 304, durante la persecución de Diocleciano, un grupo de cristianos del norte de África fue sorprendido mientras celebraba la misa en una casa y fue arrestado. El procónsul romano, en el interrogatorio, les preguntó por qué lo habían hecho, sabiendo que estaba absolutamente prohibido. Y ellos contestaron: “Sin el domingo no podemos vivir”, que significaba: Si no podemos celebrar la Eucaristía, no podemos vivir, nuestra vida cristiana moriría.

Efectivamente, Jesús dijo a sus discípulos: “Si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes”. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día “(Jn 6,53 a 54).

Aquellos cristianos norteafricanos fueron asesinados porque celebraban la eucaristía. Nos dejaron el testimonio de que se puede renunciar a la vida terrena por la eucaristía, porque nos da la vida eterna haciéndonos partícipes de la victoria de Cristo sobre la muerte. Un testimonio que nos interpela y exige una respuesta sobre lo que significa para cada uno de nosotros participar en el sacrificio de la misa y acercarnos a la mesa del Señor.

¿Buscamos ese manantial del que brota “el agua viva” para la vida eterna?, ¿Qué hace de nuestra vida un sacrificio espiritual de alabanza y de acción de gracias y nos hace un solo cuerpo con Cristo? Este es el sentido más profundo de la santa eucaristía, que significa “acción de gracias”: acción de gracias a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nos atrae y nos transforma en su comunión de amor.

En las próximas catequesis me gustaría responder a algunas preguntas importantes sobre la eucaristía y la misa, para volver a descubrir, o a descubrir, cómo a través de este misterio de fe resplandezca el amor de Dios.

El Concilio Vaticano II estaba fuertemente animado por el deseo de que los cristianos comprendiesen la grandeza de la fe y la belleza del encuentro con Cristo. Por ese motivo, era necesario ante todo actuar, con la guía del Espíritu Santo, una adecuada renovación de la liturgia ya que la Iglesia vive y se renueva continuamente gracias a ella.

Un tema central que los Padres conciliares subrayaron es la formación litúrgica de los fieles, indispensable para una verdadera renovación. Y este es también el objetivo de este ciclo de catequesis que comenzamos hoy: crecer en el conocimiento del don que Dios nos dio en la eucaristía.

La eucaristía es un acontecimiento maravilloso en el que Jesucristo, nuestra vida, se hace presente. Participar en la misa “es vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor. Es una teofanía: el Señor se presenta en el altar para ser ofrecido al Padre por la salvación del mundo”. (Homilía en la misa, Casa Santa Marta, 10 de febrero de 2014).

El Señor está allí, con nosotros, presente. Son tantas las veces que vamos allí, miramos las cosas, charlamos entre nosotros mientras el sacerdote celebra la eucaristía… ¡y no celebramos cerca de Él! ¡Pero es el Señor! Si hoy viniera aquí el Presidente de la República o alguien muy importante en el mundo, seguro que todos estaríamos cerca de él, que querríamos saludarlo. Pero pensá: Cuando vas a misa ¡el Señor está allí! Y estás distraído. ¡Es el Señor! Tenemos que pensarlo. “Padre es que las misas son aburridas…” Pero¡ qué decís! ¿El Señor es aburrido? –”No, no, la misa no, los curas”. –“Ah, que se conviertan los curas, pero el Señor es quien está allí”- ¿Entendido? No se olviden. “Participar en la misa es vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor”.

Probemos ahora a formular algunas preguntas fáciles. Por ejemplo, ¿Por qué se hace el signo de la cruz y el acto de penitencia al comienzo de la Misa? Y aquí me gustaría hacer otro paréntesis. ¿Han visto cómo se persignan los niños? No saben lo que hacen, si es el signo de la cruz o un dibujo…. Hay que enseñar a los niños a persignarse bien. Así empieza la misa, así empieza la vida, así empieza la jornada.

Quiere decir que fuimos redimidos con la cruz del Señor. Miren a los niños y enséñenles a persignarse bien. Y esas lecturas en la misa, ¿Por qué están allí? ¿Por qué los domingos hay tres lecturas y los demás días dos? ¿Por qué están allí? ¿Qué significado tiene la lectura en la misa?, ¿por qué se leen y qué tienen que ver? O, ¿Por qué en un momento dado el sacerdote que preside la celebración dice: “Levantemos el corazón?” No dice: “¡Levantemos los celulares para sacar una foto! No, está muy mal. Y les digo que me pongo muy triste cuando celebro aquí en la Plaza o en la Basílica y veo tantos celulares levantados, no solamente por los fieles, sino también por algunos sacerdotes y también por obispos. Pero, ¡por favor! La misa no es un espectáculo: es ir a encontrar la pasión y la resurrección del Señor. Por eso el sacerdote dice: “Levantemos el corazón”. ¿Qué significa? Acuérdense: Nada de celulares.

Es muy importante volver a los cimientos, redescubrir lo que es esencial, a través de lo que se toca y se ve en la celebración de los sacramentos. La petición del apóstol Santo Tomás (cf. Jn 20,25), de poder ver y tocar las heridas de los clavos en el cuerpo de Jesús, es el deseo de poder, de alguna manera, “tocar” a Dios para creer en El. Lo que Santo Tomás pide al Señor es lo que todos necesitamos: verlo y tocarlo para reconocerlo. Los sacramentos salen al encuentro de esta necesidad humana. Los sacramentos, y la celebración eucarística en particular, son los signos del amor de Dios, las formas privilegiadas de reunirse con él.

Así, a través de estas catequesis que empezamos hoy me gustaría redescubrir junto con ustedes la belleza que se esconde en la celebración eucarística, y que, una vez revelada, da pleno sentido a la vida de cada uno de nosotros. Nuestra Señora nos acompañe en este nuevo tramo del camino. Gracias.

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