Por Melba y Pedro López, peregrinos a Belmonte de Corrientes, Argentina •
Nuestro sueño: ¡Belmonte, el Santuario de todos nosotros!
Seguramente, desde ese lugar de gracias, MARÍA convoca especialmente este año para abrir las puertas a la Misericordia a sus ALIADOS, a los filiales corazones seguidores de José Kentenich.
Y desde Belmonte lo hará con lo propio de ese Santuario latino, enclavado en el corazón de la Iglesia: en Roma.
Es gratificante descubrirlo en unas suaves colinas, impregnadas de historia, donde se alza con luminosidad propia: ¡BELMONTE! Sobre la calle Santa Gemma luce despejado y vital, con el ondear de sus banderas al viento. Y en el enorme telón de la MATER compuesto por infinidad de rostros, aquellos que enviamos en vísperas del 2014.
Cada Santuario tiene una MISIÓN, y cada santuario nos regala también a los hijos de la MTA, desafíos particulares. Si al conocer el Santuario Original, «donde se unen el Rhin con el Mosela» quedamos arrobados y deslumbrados ante la solidez, la fortaleza y la fecundidad de una gran Familia, experimentando en el alma que allí se originó el FUEGO SANTO de la obra del Padre y Fundador, cuando conocimos Belmonte descubrimos su alegre frescura y juventud, su austeridad sencilla y la creatividad en todo. Es florido, vivaz, de atrevidas curvas que marcan las trepadas; es luminoso y abierto.
Y en cada calificativo es lo que Schoenstatt puede regalar a nuestra Iglesia. Belmonte podrá regalar ALEGRIA. Muchas veces el Padre Kentenich habló del valor pedagógico de la alegría, dice M. Annette Nailis en “Hemos conocido a un Padre”: «Solía exhortarnos a crear ambientes donde reinara una a atmósfera de alegría acogedora. Anhelaba, soñaba con comunidades, familias que fueran “jardín de alegría”.
Belmonte brindará a la Iglesia esa heroica FE en la Divina Providencia que dibuja sonrisas en el alma y en los rostros, en medio de violencias y dificultades de este tercer milenio.