Publicado el 2015-09-26 In Alianza solidaria con Francisco

Recordando el mensaje del Papa Francisco a la Familia de Schoenstatt – Parte 2: Pedagogía y nuestra Madre como educadora

Sarah-Leah Pimentel, Sudáfrica

Un cristiano no tiene derecho a ser huérfano…Tenemos Madre.

Para mí, esta es tal vez la frase más poderosa de todo el mensaje que el Papa Francisco compartió con la Familia de Schoenstatt el año pasado.

Tenemos Madre

navidad14A veces es muy fácil sentirse abandonados. Cuando una empresa cierra y se recorta el personal. Una madre cuyo hijo ha crecido fuera del seno familiar y nunca regresa a visitar a la familia. Ese mismo hijo que le dio la espalda a la familia y ahora tiene demasiado orgullo o demasiada vergüenza como para regresar al hogar. Una relación dañada cuando pareciera que el sol nunca volverá a iluminar nuestras almas. Las personas mayores que han sido olvidadas. Una persona consumida por una profunda depresión.

En algún punto de nuestras vidas sentimos la tentación de sentirnos huérfanos, completamente solos y sin amor. Es precisamente en esta desolación en que el Santo Padre nos da esperanza. Aun el peor de los criminales, que el ojo humano juzga indigno del cielo, tiene la posibilidad de entrar en el cielo debido a su creencia en el cuidado maternal de María, como nos lo cuenta el Papa Francisco en la historia de la Virgen de los mandarinos.

Y más aún, dice el Papa Francisco, María camina junto a nosotros cada día de nuestras vidas, constantemente trayéndonos a Jesús, para que con la “fuerza del Espíritu Santo…Jesús nazca y crezca en nosotros.” En su rol maternal ella “nos educa en la fe” tocando “nuestras conciencias” y alentándonos a elegir siempre a Dios y a arrepentirnos por todas las veces que nos hemos alejado de Él.

El P. Kentenich vio la mano maternal de María en cada hecho de su vida

El P. Kentenich también experimentó la maternidad de María de una forma única. Ella ocupó el lugar de su propia madre cuando ella ya no pudo hacerse cargo de él. En los momentos más oscuros de crisis de fe como seminarista, cuenta cómo pudo sobreponerse porque tenía una plena certeza: que María era su Madre y que le tomaba la mano en medio de sus turbaciones. Esa misma confianza en la Santísima Madre es la que lo mantuvo sano cuando fue confinado en la prisión en Coblenza y más tarde en el campo de concentración de Dachau.

De hecho, en cada instancia de su vida, vio la mano de María que lo guiaba. Un excelente ejemplo de esto fue cuando regresó a Schoenstatt al cabo de su exilio en Milwaukee, dijo a la Familia de Schoenstatt reunida en Marienschule: “Nuestra Madre me está devolviendo a la Familia una vez más…la está poniendo otra vez en mis manos para que yo pueda formarla y moldearla de la manera que corresponda a los planes de la eterna Verdad, y entonces después pueda pasar a la eternidad en donde continuaré guiando el trabajo de mi vida de un modo diferente” (Uriburu, E. Un Padre para Muchos, p169).

Una Iglesia sin la Madre es un orfanato

Sin embargo, el Papa Francisco continúa diciendo al hablar del rol de María en la evangelización, que María no es solo una madre para cada uno de nosotros en forma individual. Ella también es Madre de la Iglesia. De hecho, a veces se describe a la Iglesia como una Madre. El Santo Padre está señalando que una Iglesia que es sana y está verdaderamente al servicio de la humanidad toma como ejemplo las cualidades maternales de María y su rol como un conducto para traer a su Hijo Jesús al pueblo de Dios. Francisco advierte que si María no está presente en la Iglesia, esta se convierte en un “orfanato.”

Esta es una imagen muy dura. Una Iglesia que es un orfanato es un lugar impersonal. Es un lugar que meramente cumple con el servicio pastoral, sin prestar especial atención a cada uno de sus miembros, y que en lugar de ello los trata como una estructura monolítica.

Por el contrario, una Iglesia que es Madre es un lugar personal, en donde cada persona se siente como en su casa. Cada persona es valorada por su historia única e irrepetible, por su identidad, y por su especial camino a la santidad. De la misma manera en que no podemos permanecer indiferentes al Cuerpo de Cristo — tanto al Jesús glorificado en la Eucaristía como al Salvador sufriente en la Cruz — tampoco podemos permanecer indiferentes al sufrimiento de cada uno de nuestros hermanos y hermanas. Una Iglesia que emula el cuidado y la preocupación de una madre también reconoce que cada miembro de la iglesia carga su propia cruz y que nuestro ministerio debería ser, como dijo el Papa Francisco al comienzo de la audiencia: «cuerpo a cuerpo»

Schoenstatt: Tenemos el don de una madre

Casi podríamos caer en la tentación de pensar que ya sabemos todo esto…después de todo, nuestra Alianza de Amor con nuestra Madre tres veces Admirable es lo que identifica a nuestro carisma de Schoenstatt. Por esta razón, podría ser muy fácil ignorar que el Papa Francisco nos está hablando también a nosotros, llamándonos a convertirnos en modelos Marianos.

Como Schoenstattianos, tenemos un hermoso don. Tenemos una Madre. Pero ella no es solo nuestra. Necesitamos compartirla. Ya hacemos esto de tantas maneras, y la Campaña de la Virgen Peregrina es quizás el ejemplo más conmovedor de cómo compartimos a María con gente de todos los estratos sociales. Nuestra Madre está presente en el santuario y se convierte en una fuente de gracia y misericordia para muchos que acuden allí. La pastoral carcelaria del P. Pedro Kühlcke en Paraguay y las 100 Casas son formas maravillosas en las cuales les damos una madre a aquellos que han sido abandonados por la sociedad.

¿A qué otra parte quiere ir la Santísima Madre?

No obstante, no deberíamos contentarnos mucho con lo que hemos logrado. Necesitamos preguntarnos: ¿a qué otra parte quiere ir la Santísima Madre?

Europa está recibiendo miles de personas que llegaron huérfanas de sus comunidades y culturas y formas de vida. ¿Cómo podemos, como Schoenstatt, ofrecerles un hogar (espiritual o físico) y darles una madre en el medio de un mundo nuevo y extraño?

El Santo Padre acaba de viajar a Cuba. El mundo occidental dejó a Cuba huérfana y detenida en el tiempo durante décadas. A medida que se reinserte lentamente en la economía global y reencuentre un mundo de nuevas ideas y el intenso ritmo de una tecnología en constante evolución, le será muy fácil perder su sistema de valores. ¿Cómo podemos ayudar al pueblo cubano a aferrarse a los valores que son buenos? La Virgen Peregrina ya está allí, pero ¿cómo podemos ayudar en forma tangible a que la Virgen Peregrina realice su trabajo de formación y evangelización, acercando al pueblo cubano a Cristo?

¿Dónde se encuentran los otros territorios inexplorados a los que podamos dar al mundo una Madre? Hay tanto que podemos hacer, tanto en nuestros pequeños círculos — como me dijo hace unas semanas una joven madre en Ciudad del Cabo que siente la moción de crear un círculo de la Virgen Peregrina para madres solteras porque necesitan ayuda para educar a sus hijos — como en aquellas áreas en las cuales tenemos la capacidad de llevar a María a ambientes huérfanos, como por ejemplo gobiernos, grandes empresas, organizaciones humanitarias.

Nuestra misión es darle al mundo una Madre.

3149-05017 !

 

El texto completo del mensaje que el Papa Francisco ofreció al movimiento de Schoenstatt se encuentra disponible en forma de libro impreso/electrónico AQUÍ

Original: inglés. Traducción: Cecilia Mata, Buenos Aires, Argentina

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