Publicado el 2017-08-24 In Casa Madre de Tuparenda, Obras de la misericordia, Proyectos

A un año de la apertura de la Casa Madre de Tupãrenda

PARAGUAY, Ana María Mendoza de Acha, Presidente de Fundaprova •

Hoy hace un año (22.08.2016) que inauguramos la Casa Madre de Tupãrenda (CMT). Fue una hermosa mañana soleada, con la bendición de Mons. Claudio Giménez, el acompañamiento del Ministerio de Justicia y cientos de amigos que nos llenaron de alegría.

No puedo creer todo lo que sucedió en este corto tiempo, la Casa avanza mucho más rápido de lo que programamos. Me sorprende verla llena de jóvenes, al punto que están varios en lista de espera; ser testigo de cinco egresados que se encuentran satisfechos con ellos mismos y ya encaminados al mercado laboral; una excelente capacitación en oficios como panadería, huerta y ahora iniciamos la industria textil.

Pero lo más importante que se ha logrado, es que una cantidad importante de chicos, que han salido de las cárceles, hoy encuentran en esta casa, un “hogar”. La CMT es un lugar donde pueden acudir siempre, aun cuando se los hubiera apartado del programa por alguna conducta que no pudieron corregir. Ellos saben que es ir a la “casa de mamá”, donde se les exige sí, pero donde encuentran una familia, “su” familia, que somos todos nosotros, donde se los mira a los ojos significando “Vos existís”. Qué importante es para ellos, cuando una sociedad entera no los quiere ver, ni hablar, porque son pobres, están sucios, mal vestidos y además huelen mal.

Firmeza y ternura

Mediante la Directora, la Psicóloga y la Asistente Social, se aplica diariamente la frase «Firmeza y Ternura, dos caras de un mismo amor».

Sin duda, esta obra es de Ella y cuando acuden a esa Casa, van a la casa de Ella. Es la que acoge, educa, aunque esta educación duela. Todo crecimiento duele y valoro mucho cuando logran los cambios, ya que es un esfuerzo enorme el que realizan para romper el círculo vicioso de pobreza, abandono y criminalidad.

Los testimonios son increíbles. “Acá aprendí no sólo oficios, sino a decir Por favor y Muchas gracias» o “Conseguime, ña (doña) un trabajo, yo no quiero robar más”.

En nuestro Programa, se menciona como principal objetivo, la reinserción del joven a la sociedad, pero les puedo asegurar que, en la mayoría de los casos, es una primera inserción. Nunca formaron parte de la sociedad ni del sistema. Muchos no conocen siquiera un amoroso ambiente familiar, sino los golpes con hierro u otro objeto que les echa un diente, cuando no les rompen la cabeza, y por supuesto sin escuelas, ni libros, ni diarios que aporten algo positivo en sus vidas.

Aqui viven

¿Cómo hubiese sido yo si nacía en algunas de esas casas?

Pienso… ¿cómo hubiese sido yo si nacía en algunas de esas casas? Y no dudo que la respuesta es: exactamente igual a cualquiera de ellos. ¡Claro! Si mi madre fuera la narcotraficante del barrio, mi padre el alcohólico que roba lo que puede, si mi entorno está envuelto por el vicio, yo no puedo ser diferente.

A poco de llegar, tienen un rostro distinto al día que ingresaron. Cuando empiezan a utilizar los elementos de higiene, cuando tienen contención sicológica y espiritual, cuando su hogar es visitado por la asistente social, que inicia también un trabajo con la familia, se ve en ellos un semblante diferente. Sonríen, empiezan a tener confianza en las autoridades de la Casa y lógicamente ¡se sienten mucho mejor! Desayunan, almuerzan y meriendan allí. Conocen lo que es sentarse en una mesa limpia con comida caliente, donde también aprenden urbanidad. Y lo mejor es que cada uno recibe lo que llamamos un “bono” mensual, que es equivalente al salario de aprendiz 1.100.000 Guaraníes, debiendo cumplir varios requisitos para poder retirarlo a fin de mes, por lo que se hace atractivo cumplirlos.

Durante 10 años conocí su realidad visitando los penales de la República del Paraguay. Como legisladora, solo podía ayudarlos escuchándolos e instando luego a las autoridades pertinentes a que realizaran los cambios correspondientes para no hacer de esos lugares un verdadero infierno como lo son.

Ahora, agradezco a Dios y a la Mater, que me haya utilizado como instrumento para que, con un conjunto de personas maravillosas que forman el Consejo, obviamente con el Padre Pedro Kühlcke, vayamos caminando más rápido de lo que pensábamos, hacia nuevas metas en beneficio de ellos.

Así lo entendió el Ministerio de Justicia, a quien agradecemos profundamente, por financiarnos prácticamente el 90 % del presupuesto, así como a los formidables donantes, que nos apoyan de muchísimas maneras.

Visita a familias de los jovenes de CMT

Las huellas que dejo en el mundo tienen nombres y caras

Aprendimos en Chile, que cada joven recuperado, son 2 víctimas menos en la calle por día. Cuando lo comentamos con nuestros chicos, éstos nos dijeron que acá ellos cometen entre 4 o 5 actos delictuales por día; así es que son varias personas más las que son salvadas cada día en nuestras calles, mediante la recuperación de ellos.

Salvo excepciones, nosotros estamos convencidos de que la mayoría de ellos, es igualmente víctima de nuestra sociedad. Por eso, es trascendente que cada uno de nosotros piense qué importante es hacer algo por los demás, por mínimo que parezca, para cambiar vidas. Produce mayor satisfacción al que da , que al que lo recibe.

Nuestra misión más importante, no sólo como cristianos sino como seres humanos, es dejar huellas en este mundo.

Estas huellas a mí, me emocionan, porque tienen cara, nombre y apellido.

 

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Fotos: Ani Souberlich

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