MÉXICO, por Brenda López Garza •
Con el anhelo de trabajar por el ideal de ser y formar familias fieles, firmes y alegres, se hizo realidad un sueño largamente anhelado: realizar las primeras misiones familiares de Schoenstatt en Monterrey.
Teniendo la confianza puesta en Dios y con el respaldo de los aportes depositados en el capital de gracias, un grupo de cincuenta misioneros, integrado por seis familias de Schoenstatt en Monterrey, por chicas y muchachos de las juventudes femenina y masculina y por el P. Gonzalo Castro, realizó la misión en la comunidad de La Ascensión, en Aramberri, Nuevo León.
La Virgen Peregrina abre las puertas
Al salir y encontrar el rostro de Cristo en la visita a un enfermo, al tocar la pobreza, ver las sonrisas de los niños, sentir los abrazos o conmoverse con las lágrimas, cada misionero fue testigo de la urgencia y de la necesidad de llevar el mensaje de la esperanza que surge del amor personal de Dios. La Virgen Peregrina obró milagros al abrir las puertas de las familias de “La Chona” y permitir que se contagiaran con la alegría de ser familia en Cristo.
Otro gran motivo de alegría fue que cada día participaban más personas en las distintas actividades: Stas. Misas, charlas, visitas, celebraciones de la Palabra, rezo del rosario en comunidad, juegos… ¡hasta un rally en el que participaron los misioneros y los habitantes de “La Chona” como una gran familia!
En la última Santa Misa los misioneros recibieron el cariño de la gente, pero sobre todo la convicción de seguir trabajando como una comunidad fuerte en Cristo.
Reinó un clima de unidad, de mutuo apoyo y de trabajo en equipo
Para todos los misioneros, esta experiencia fortaleció a la Familia de Schoenstatt en Monterrey: “Fueron unas misiones muy diferentes a las de la juventud… volvería a vivirlas mil veces más; el hecho de ir en familia me hacía sentir siempre en casa y muy feliz. Se sentía un clima de unidad, mutuo apoyo y de trabajo en equipo”, comentó Ana Cristina Barragán, coordinadora de la juventud femenina en estas misiones. Armando Chaires, coordinador de la juventud masculina, mencionó que se lleva una experiencia diferente de cómo vivir una misión, muchas amistades de la juventud y de los matrimonios, y la experiencia de ser un instrumento de María.
La semilla ha ido sembrada y el compromiso es continuar trabajando dos años más con la misma comunidad, para así fortalecer y acrecentar los proyectos que, con y para la comunidad, ya se han comenzado a planear.
