Publicado el 2016-07-23 In Misiones

Cuando la alegría llega desde arriba no existen las fronteras: solo hay que compartirla

PARAGUAY, Misiones Familiares 2016, Rodolfo Melgarejo •

“El Señor salió a sembrar y en el corazón de América, halló tierra fecunda…” así como reza esta canción, hoy una vez más el Señor salió a sembrar en el Paraguay. Diez pueblos, con más de mil personas locas por Cristo, sí locas, dejando algunas comodidades como dormir en una cama, bañarse con agua caliente, y hasta hubo días en los que nos quedamos sin agua, llovió, días de un invierno realmente muy frío, pero esto no fue nada si ponemos en el otro platillo de la balanza la alegría, el espíritu joven, la solidaridad, la oración, la entrega con la que fuimos a dar, pero sobre todo la experiencia de que Cristo nos acompañaba en cada paso que dábamos, su Amor bastaba para que nos olvidáramos de las «comodidades». Cuando la alegría llega desde arriba no existen las fronteras: solo hay que compartirla…

Una ermita en Melgarejo

Este año, tal como se hizo en algunos pueblos, fue el último en visitar la ciudad de Melgarejo. En este tercer año, ya se veían los frutos de los dos años anteriores: se habían formado misioneros de la Campaña de la Virgen Peregrina, existía un vinculo permanente con los jóvenes de Melgarejo, y como regalo del tercer año, los pobladores del lugar conquistarán una ermita, fruto de esfuerzos y oraciones, para que la Mater erija allí su trono y convierta ese lugar en Morada de Dios, un pequeño Tupãrenda. La Mater cautivó definitivamente los corazones jóvenes de aquel lugar, tal como a los primeros congregantes.

Uno se sentía los brazos y los pies de Cristo

Personalmente, volví a participar en las Misiones Familiares después de mucho tiempo, factores como: la facultad, los exámenes y trabajos, eran impedimentos que me dificultaban participar. Este año un hermano de grupo me invitó, y como María sabe lo que hace con sus hijos, se dieron las cosas para que pudiera dar mi sí a la misión. Desde entonces decidí entregarme por entero. La misión de fuego había comenzado.

En cada casa que entraba, recibía una increíble hospitalidad de las familias, admiraba su alegría a pesar de las dificultades que sobrellevaban, también el gozo con el que salían a recibir a la Mater Peregrina. En ese momento uno se sentía los brazos y los pies de Cristo. La alegría de los niños en la matinée, jugando, saltando, corriendo, fueron regalos que recibí de Dios a través de esta locura de amor.

Hoy Cristo necesita de instrumentos como vos y como yo para llevar su mensaje a muchas personas, para que ese fuego permanezca e irradie a mucha gente. Anímense a jugarse por Cristo, porque cuando abrimos nuestros corazones, nos confiamos ciegamente a Él y dejamos todo en sus manos, es cuando Ella, su Madre, obrará milagros.

Fuego de mi Patria, tu Misión en mi Corazón.

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