Publicado el 2017-01-21 In Misiones, Schoenstatt en salida

Machomisiones 2016: 7 días, 45 misioneros, 4 paredes para una comunidad orante

MÉXICO, Juan David González, Integrante del Equipo Organizador de las Machomisiones 2016

En diciembre de 2016, 45 jóvenes de la Juventud Masculina de Schoenstatt Monterrey, acudieron a la comunidad “La Casita”, con el objetivo de iniciar la construcción de un lugar digno para la adoración y alabanza a nuestro Señor Jesucristo y su Madre, nuestra Mater.

La Casita es una comunidad ubicada en el estado de Nuevo León, México, en la cual habitan alrededor de 300 personas. Ellas ansiosamente esperaban la llegada de los misioneros, pues la construcción de esta capilla representa el gran anhelo de contar con un lugar para orar, adorar y celebrar las fiestas religiosas.

Una misión con la Palabra y el esfuerzo físico

Cada invierno y desde 2004, la Juventud Masculina de Schoenstatt Monterrey organiza las “Machomisiones”. Se llaman así en razón de que únicamente asisten hombres, pues las tareas a realizar consisten, primordialmente, en transmitir el mensaje de amor de la Palabra de Dios por medio del esfuerzo físico puesto al servicio de alguna comunidad, realizando remodelaciones a las capillas o lugares para la adoración con los que cuenten las mismas.

A diferencia de las anteriores ediciones, este año se les encomendó a las “Machomisiones” la tarea de iniciar la construcción de una capilla. Vale la pena señalar que la misión y el compromiso de los jóvenes es terminarla; sin embargo, en esta ocasión se plantearon el objetivo de levantar los cuatros muros de la capilla.

Al comienzo de los trabajos de planeamiento, la tarea parecía imposible, pues el costo de la primera etapa se veía inalcanzable. Además, se sabía que los trabajos a realizar serían de mayor dificultad que los de las misiones anteriores. Sin embargo, con mucha fe y con la seguridad de que para Dios, nada es imposible, los misioneros empezaron la búsqueda de recursos para esta encomienda.

Todos rezan, la Mater se ocupa y… los recursos llegan

La fecha se acercaba y la suma estimada necesaria para la compra del material de construcción aún se visualizaba muy difícil de alcanzar; pero la oración constante persistía.

A medida que se acercaba la fecha, nuestra Mater comenzó a hacer de las suyas. Algunas familias pertenecientes a la Rama de Familias, se acercaron a los misioneros para ofrecerles su apoyo a través de donativos económicos y en materiales. De igual forma, la Juventud Femenina les ofreció su disposición y tiempo para participar en una actividad que resultó en un gran ingreso para el capital económico que se buscaba.

De alguna forma, Dios y la Mater se encargaron de ponerles a los misioneros todos los recursos necesarios para acudir a la comunidad y entregarse por completo a la consecución del fin previsto.

«Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los albañiles» (Salmo 126, 1)

Todos en la comunidad expresaban de diferentes maneras su deseo de contar con el templo. Los niños visitaban la construcción y alentaban a los misioneros con su rostro de felicidad, los señores de mayor edad compartían su anhelo de alcanzar a ver terminada la capilla, algunos otros apoyaron a levantar las paredes y las señoras se organizaron para alimentar a los trabajadores misioneros. En el pueblo se sentía la sensación de estar haciendo algo para y por Dios.

Los días pasaban y los misioneros veían lejana la meta. Sin embargo el compromiso estaba claro: no podían regresar sin terminar las cuatro paredes. En cuatro ocasiones les tocó trabajar hasta la madrugada para no perder ningún momento, siempre acompañados del Padre Stefano Danerih, quien les recordaba el por qué y para qué de su esfuerzo.

Entre las pláticas que sostenían los jóvenes se escuchaban comentarios de asombro ante el poder de la oración, que fue muy evidente: los bloques y el cemento estaban siendo colocados por ellos, pero la capilla se estaba levantando por obra de nuestro Dios y nuestra Madre.

7 días, 45 misioneros y 4 paredes

Fue increíble ver como en 7 días, 45 misioneros con muy poca (¡o casi nada!) experiencia en construcción, habían logrado lo que al principio parecía imposible: ¡las cuatro paredes de la capilla estaban terminadas!

Como si esto fuera poco, el Padre llamó a los misioneros para que, en menos de una hora, se limpiaran el interior de la construcción y acomodaran las maderas en forma de bancas para poder celebrar ahí una misa. Sin duda alguna, el contemplar a una gran cantidad de familias de la comunidad en la capilla, representó el momento más emotivo de las Machomisiones, pues los jóvenes fueron testigos de los frutos de su propio esfuerzo: gracias a su empeño, los habitantes de la comunidad pudieron reunirse para dar gracias y adorar al Señor en la Santa Misa.

Actualmente, quienes participan en la organización de las Machomisiones, ya se encuentran trabajando en el proyecto de la segunda etapa de la construcción, la cual consistirá en el vaciado de la losa y la terminación de la ermita.

Las palabras del Padre Stefano Daneri, asesor espiritual de los jóvenes misioneros, expresan la Fe Práctica en la Divina Providencia que este grupo tiene al encarar cada misión: “Cuando la Mater quiere algo, Ella se encargará de que suceda”. ¡Y así fue!

Etiquetas: , , , , , , , , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *